Mazda estrena estos días el CX-3, el benjamín de su gama SUV. Este hermano menor del aclamado CX-5 y del casi anónimo CX-9 adapta el elocuente discurso estético de la familia japonesa al armazón del Mazda2. El resultado es uno de esos crossover de proporciones escuetas y vocación de turismo multiusos que hoy cautivan a la clientela. El CX-3 cumple a la perfección demostrando el dinamismo que promete su estampa. Recurre para ello a mecánicas diésel (105 CV) y gasolina (120 y 150 CV), vinculadas a tracción delantera e integral, a transmisión manual y automática. Esa mezcla de estilo y modales depurados se oferta entre 18.550 y 28.130 euros.
Los planes de Mazda consideran 2015 el año del despegue definitivo. La firma confía en dar el salto y comenzar a medirse, en prestigio y volumen de ventas, con los grandes fabricantes generalistas. Fundamenta tales esperanzas en la aportación de su nueva gama de productos, más completa y abundante que nunca. En ella va a cobrar especial relevancia el singular CX-3, un producto cortado a la medida de lo que demanda el mercado.
El debutante esgrime características de crossover, es decir, planta de todoterreno (en esta oportunidad más refinada que campera), cierta planta de coupé y clara querencia urbana. Reviste ese cóctel con el diseño sugestivo de la escuela Kodo que cultivan todos los modelos de la marca. Dicho estilo concilia con éxito líneas mestizas que insinúan elegancia, robustez y deportividad.
El CX-3 sirve la misma receta de sus mayores en un plato más pequeño, ya que comparte plataforma con el Mazda2. En consecuencia, sus proporciones se contienen -ocupa 4,27 metros de largo, 1,76 de ancho y 1,53 de alto- para competir abiertamente con los gallos del corral crossover: Captur, Juke, 2008, Mokka, 500X, Yeti, EcoSport, Vitara, etc.
Es más grande que la mayoría de ellos. De hecho, su tamaño se acerca más al del líder del segmento superior (el Qhasqai mide 4,37 m.) que al del propio (el Captur tiene 4,10 metros de eslora). Pero esas proporciones tienen que ver más con el diseño estilizado de la proa que con el tamaño real de la cabina, esto es, con la habitabilidad. Y en ese punto el Mazda CX-3 sí que se equipara a sus rivales naturales. Sus 2,57 metros entre ejes permiten acomodar a bordo a cuatro adultos -si viajan cinco siempre decae el bienestar- acompañados de una razonable cantidad de bártulos, puesto que ofrece 350 litros de maletero.
Así pues, el diseño agrega una elevada dosis de practicidad al innegable poder de seducción de este coche. La confección y la ambientación del interior merecen una alta calificación tanto por la entidad de los materiales como por la minuciosidad de su ensamblaje. La instrumentación varía en función de la definición del vehículo. El acabado superior (Luxury) instala un único reloj cuenta-revoluciones, acompañado de velocímetro digital y sistema ‘head-up display’ de proyección de informaciones ante los ojos. La terminación sencilla (Style) prescinde de ellos pero mantiene la pantalla táctil central de 7 pulgadas.
Las dotaciones incluyen abundantes elementos de seguridad y ayuda a la conducción, algunos inusuales en la categoría. El CX-3 cuenta con avances como control de velocidad adaptativo, reconocimiento de distancia de seguridad, alerta de colisión por alcance, sistema de frenado autónomo de emergencia (es eficaz por debajo de 30 km/h), vigilancia de ángulo ciego, alerta por cambio involuntario de carril, gestión automática del cambio de luces, etc.