madrid - La exdirectora de The New York Times, Jill Abramson, invita a “no obsesionarse” con la incertidumbre de si habrá periódicos en papel dentro de 10 años y a preguntarse en su lugar “si va a sobrevivir el periodismo de calidad”. “Nos estamos obsesionando mucho con si habrá periódicos en papel en diez años. Centrémonos en otro enfoque: ¿Va a sobrevivir el periodismo de calidad?”, propuso durante la conferencia impartida el jueves en la Fundación Rafael del Pino en el marco de la tercera edición del evento Conversaciones con, que organiza la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra.

Además, Abramson sospecha que cuando se habla de problema de negocio, detrás hay “un problema de calidad de los contenidos” y no cree que exista un único modelo de negocio aplicable a toda la prensa.

Durante la charla, titulada La importancia de la narrativa, la periodista norteamericana insistió en la importancia de aprender a contar historias de largo recorrido, de que los estudiantes vuelvan a estudiar carreras de Humanidades sin verse sometidos a la “presión económica” y de acabar con la censura. Además, explicó el “éxito” del modelo de suscripción de pago de la web de The New York Times. Concretamente, sobre este último asunto, apuntó que la razón que les hizo decantarse por este modelo de pago fue en primer lugar que se dieron cuenta de que “era justo pedir a los lectores habituales del periódico que pagaran” pues sus contenidos, en medio de toda la información gratuita que se ofrece en Internet, es “de mayor calidad”.

Asimismo, apuntó que se percataron de que basar todo el modelo en la publicidad era “peligroso” pues tenía “los mismos problemas” que la publicidad en las publicaciones impresas. Así, aunque Abramson admitió que se preguntó si esta opción iba a reducir el número de sus lectores o el impacto de sus noticias, al final resultó ser “una fuente de ingresos muy importante”. De hecho, ya cuentan con 800.000 suscriptores y el objetivo es llegar a un millón.

Entre sus preocupaciones sobre la profesión periodística, Abramson apuntó una tendencia que le preocupa, la decadencia de las carreras de Humanidades -Literatura, Filosofía, Arte- debido a “presiones económicas” ya que en EEUU “el coste de la educación universitaria se ha disparado vertiginosamente y muchos estudiantes se sienten presionados a estudiar carreras que les vayan a proporcionar un empleo”.

Esto, según añadió, provoca una “estrechez de miras técnicas” pues “la gente no va a la universidad por amor a aprender”. Por ello, la periodista, que trabaja en la Universidad de Harvard, invita a sus alumnos a estudiar una materia no solo porque quede bien en su curriculum sino para aprender y después demostrar a los empresarios que necesitan empleados que sepan pensar y no tanto expertos en algo concreto.

Otra de sus preocupaciones, según señaló, es la censura y se refirió al caso de Edward Snowden, antiguo empleado de la NSA, que filtró a The Guardian información clasificada sobre espionaje. Abramson recordó que es ilegal que funcionarios del Gobierno revelen información a la prensa pero afirmó que Snowden pensó que la gente debía conocerlo para saber si estaba dispuesta a aceptar esos espionajes.

La periodista apuntó que su periódico colaboró con The Guardian para filtrar los documentos porque el Gobierno británico obligó al periódico a destruir los ordenadores donde estaba guardada la información y, sin embargo, en EEUU, hay una sentencia del Tribunal Supremo que dice que un periódico no puede verse impedido a publicar un artículo y que solo después de publicado se puede llevar el caso a los tribunales. Asimismo, habló de la autocensura y del caso de la Lista Falciani, que ha revelado nombres de españoles que habían abierto cuentas en Suiza para proteger su fortuna eludiendo a Hacienda.

Al final, mostró su preocupación por el recorte de periodistas en las redacciones, de corresponsales y por los ataques a freelances que están desprotegidos en países en guerra. - Efe