gasteiz - La serie Allí abajo se graba en Sevilla casi por completo, pero tiene escenarios de Euskadi, concretamente donostiarras. Durante una semana todo el equipo se ha trasladado a Donostia y han rodado en el palacio Miramar, Igeldo y el puerto. Iker Galartza, actor conocido por sus personajes en Vaya semanita, Euskadi movie y otros programas de Euskal Telebista, comenta cómo ha cambiado de escenario y cómo en los descansos del trabajo sevillano se toma una caña o un café: “En un bar que tiene en la pared un toro disecado, un capote, unas banderillas de torear y cuadros de Curro Romero”
¿Cómo es su personaje?
-Óscar Terol, Gorka Aginagalde y yo estamos en la cuadrilla de Iñaki (Jon Plazaola). Los otros dos son un poco más echados para adelante, con más desparpajo; yo soy más despistado, más inocentón, más bonachón, con menos malicia. Estoy descubriendo poco a poco a Peio, así se llama mi personaje.
Parece que últimamente no le va mal el trabajo.
-No sé qué decirte. Nos hace falta mucho trabajo a todos. Cuando tienes varias cosas diferentes y quieres compaginar, a veces no se puede llegar a todo. Hay que hacer grandes esfuerzos. Otras veces, tienes mucho menos. Así es la vida del actor.
¿Continúa en Euskal Telebista?
-He estado haciendo un programa en directo Zuek hor eta gu hemen, ha estado muy bien, ha sido una gran experiencia. He aprendido a hablar a cámara, a hablar a la gente que está al otro lado, a los que están en casa. La tele me está dando muchas oportunidades. Ahora, este espacio va a dejar de ser diario y va a pasar a estar una noche a la semana.
¿Le gusta la faceta de presentador?
-Aprovecho todas las oportunidades que me dan. Ha sido una experiencia estupenda, pero también ha sido duro acostumbrar a la gente que estábamos ahí a las tres y media de la tarde. No es un buen horario. Tienes competencia.
Competencia hay en todas las franjas.
-Eso es cierto. Durante este mes hemos conseguido audiencias mejores. Se ha asentado y marcha, pero ahora dejamos la sobremesa y vamos a un espacio semanal de noche.
Va a dar las campanadas.
-Esta vez van a ir las dos cadenas a la vez, desde Elgoibar. Tiene sentido, estamos en épocas de no derrochar demasiado, en vez de hacer dos campanadas, hacemos una para ETB-1 y ETB-2. Una cuenta atrás para comer las uvas no tiene ningún problema en hacerla para todos en euskera.
Nochevieja con mucho trabajo.
-Ja, ja, ja? Sí, nos toca. Estaremos en diferido y viéndonos desde casa.
¿Echa de menos ‘Vaya semanita’?
-Sí. Noto la falta de hacer sketches. Al final, también es cierto que te acostumbras a un horario, a un tipo de gente, a un trabajo, al reconocimiento de la gente? Pero siempre he sido consciente de que unas cosas se acaban y empiezan otras. No soy de los que se queda mucho tiempo mirando atrás. Cuando te das cuenta, estás con otro equipo y con otra gente que es maravillosa.
¿No causa estrés esa inestabilidad?
-Es un trabajo de presente y así te lo tienes que plantear, sacar el día a día, y hay que sacarlo bien.
¿Siempre había querido ser actor?
-Ja, ja, ja? De toda la vida. Mi padre lo define muy bien: “Este niño, siempre haciendo el tonto y al final le pagan por hacer el tonto”. Sabía que en ese hacer el tonto que decía mi padre, había algo que me gustaba. Me gustaba hacer los teatros del cole, otros se lo pasaban bien jugando al baloncesto, yo interpretando.
Vamos, que lo tenía usted claro desde el colegio.
-Eso es mucho decir, lo que no te das cuenta con esa edad es que puede haber un trabajo, que es una profesión. A mí, de niño, simplemente, me gustaba hacer el tonto interpretando. A lo mejor no era hacer el tonto, es que llevaba dentro una vocación.
¿Es duro empezar en una profesión como la de actor y en Euskadi?
-Todo es duro. Yo he empezado poco a poco. He hecho figuraciones, he sido extra, me he fijado en cómo trabajaban otros, he ido aprendiendo y todavía estoy en eso, en aprender.
¿Cómo le surgió la oportunidad de hacer el papel de Peio?
-Fue un casting. Aunque te conozcan, se hacen pruebas. Los personajes siempre están perfilados pero en el casting miran si cuadran contigo, si eres compatible con los actores que interpretan otro papel. Fuimos varios de aquí a hacer una prueba, luego otra y al final me cogieron.
¿Qué le parece grabar en Sevilla?
-Es una experiencia cojonuda. Para nosotros, que estamos acostumbrados a trabajar solo aquí, nos movemos como Pedro por su casa en Miramón, en ETB; ir a otro sitio es como empezar de cero. Oyes al técnico que está al lado que dice: ‘¡Ozu chiquillo!’. Parece que estás en otro mundo. Hemos tenido la suerte de que han habilitado como plató un palacio que está en el mismo centro de Sevilla.
¿Le agrada el cambio?
-Bienvenido sea, es trabajo. De tomar café siempre aquí con la misma gente, vas a Sevilla y tomas un café o una caña con una cabeza de toro disecada, banderillas de toreo en las paredes, cuadros de Curro Romero... Está muy bien como experiencia, estar allí para siempre no, pero para un rato viene bien: desconectas, cambias de aires y aprendes cosas nuevas.
¿Como ‘8 apellidos vascos’ pero en la tele?
-Podría tener un aire, pero este proyecto es anterior a la película, lleva cociéndose tres o cuatro años. A veces las cosas en la tele pueden ser lentas, se paran los guiones, se vuelven a revisar, las teles tienen que dar el ok. Ha tenido su ritmo y mientras tanto ha salido la película. A lo mejor, el éxito de 8 apellidos vascos ha hecho que está serie haya arrancado, o no.