Copenhague. Su victoria vino avalada por el fervor popular, que quedó demostrado por primera vez hace dos días en la segunda semifinal, en la que demostró que iba en serio con "Rise Like a Phoenix", una balada épica al estilo de la música de las películas de James Bond.

La polémica sobre su aspecto puso el resto, así como el favor indisimulado de la organización del festival, que le dio más minutos y le dedicó más atención que a nadie.

Ruth Lorenzo quedó décima, empatada a puntos con Dinamarca, novena, y devolviendo a España a las posiciones de privilegio después del batacazo del año pasado en Suecia de El sueño de Morfeo, que acabaron penúltimos.

El "Dancing in the rain" de la cantante murciana recibió votos de 17 países, casi la mitad de los que participaban, aunque entre ellos no figuraron algunos graneros habituales como Italia y Portugal.

Por detrás de Austria quedó Holanda, cuyo tema con toque "country" siguió un recorrido similar al suyo y le permitió lograr una posición muy superior a la que parecía destinado hace una semana: lo contrario que Suecia, la favorita de los últimos días, y Armenia, que fue perdiendo fuelle con el paso de los días.

El "top 10" lo completaron, por este orden, Hungría, Ucrania, Rusia, Noruega, Dinamarca y España, la mejor de los componentes del denominado "Big Five".

Entre las decepciones sobresalió el Reino Unido, que venía como una de las favoritas pero acabó en el puesto décimo séptimo, probablemente perjudicada por el hecho de actuar en último lugar.

Quedaron también por debajo de lo previsto Grecia, vigésima; Italia, vigésimo primera; Alemania, vigésimo segunda, y Francia, última con sólo dos puntos, castigada por un número muy "friki", "Moustache", que no convenció ni a público ni a jurados.

La actuación de Francia no fue el único punto extravagante, ya que hubo otros momentos muy "eurovisivos" como los chillones trajes de los islandeses Pollapönk, la inclasificable actuación de las gemelas rusas y mucha exhibición gratuita de carne femenina con Ucrania y Polonia.

Rusia y Ucrania protagonizaron una batalla particular en Copenhague, con el conflicto político ucraniano de fondo, alentada por parte del público, que tuvo un comportamiento bochornoso al abuchear los votos recibidos por Rusia, algo que ya había ocurrido en la primera semifinal.

Las baladas y el pop alternativo fueron los grandes dominadores del festival, en cuya final sólo cinco países usaron total o parcialmente otro idioma que no fuera el inglés, entre ellos España.

La gala estuvo llena de humor y autoparodia, con números muy logrados como el de la visita a un supuesto museo de Eurovisión, guiada sobre todo en las ocurrencias de Pilou Asbk, que jugaba el papel irreverente en el trío de presentadores.

Si en una de las semifinales hubo un recuerdo a Australia, donde existe una notable afición al festival, hoy abundaron los guiños a China en forma de frases en el idioma del gigante asiático y el uso de símbolos que remiten a ese país, en busca de atraer a su público.

La actuación de la danesa Emmelie de Forest, ganadora el año pasado, con una nueva versión de su "Only Teardrops" cerró el programa antes de la ronda de las votaciones.

La gala, la tercera que organiza Dinamarca en los 59 años de historia del festival, se celebró en unos antiguos astilleros frente al puerto de Copenhague, transformados en un espectacular escenario con una estructura de acero de 40 toneladas y 20 metros de alto, suelo de aluminio y cristal, iluminado por 32 proyectores.