Madrid. La máxima responsable de Canal Cocina está orgullosa de las palabras que les ha dedicado Arzak, al que le gusta este canal "porque es todo cocina". "Me encantó esa definición. Fue como decir: ¡qué más se puede pedir!", se ufana.
¿Cómo va la celebración del decimoquinto aniversario?
Muy bien. Nos hemos hecho un regalo tan bonito, la caravana-plató móvil, que estamos encantados. Ya hemos ido a Vitoria-Gasteiz y también a Hondarribia a cocinar con sus alcaldes; y estamos pensando acudir en marzo a Iruñea.
Provocan asombro a su paso...
Pues claro, ¡son dieciocho metros de huevo frito por la carretera! Es alta tecnología, desplaza a un equipo de catorce personas y estamos súper orgullosos del esfuerzo. Yo estaba deseando salir para tener contacto directo con la gente. No es lo mismo traer cocineros al plató, enviar un equipo pequeño a restaurantes, tiendas o bodegas que hacer un programa en directo en la calle. Es un paso más allá.
¿Cuál ha sido su sello personal en los casi ocho años que lleva al frente de Canal Cocina?
He intentado captar otros target, llegar a más personas. Todos tenemos que comer aunque no tengamos que cocinar y esto tiene que gustarle a mucha más gente. Antes el canal estaba más enfocado a las amas de casa, con programas didácticos y útiles para ellas; y yo creía que tenía muchas posibilidades de crecimiento: las amas de casa han cambiado, la gente joven se emancipa y tiene que comer porque no todas las madres te ponen el túper... He intentado adaptarme a los cambios sociológicos que ha habido, que en una sola generación han sido muchos. Como las costumbres han cambiado, también tienen que cambiar los programas y hay que llegar a ese tipo de gente que ya vive, come, cocina y llena su nevera de otra manera. Eso fue lo que me propuse.
También han hecho un gran trabajo en la web...
Va viento en popa a toda vela, ha trascendido la televisión y se pueden comprar todos nuestros utensilios, que cada vez son más. También funcionan muy bien las aplicaciones y tenemos un montón de libros. Cada temporada salen tres o cuatro relacionados con los programas que hacemos: cocinar en 22 minutos, recetas por cinco euros... Además en algunas ciudades tenemos bares Canal Cocina y estamos siempre pensando vías de negocio.
¿La cocina 'low cost' no es un poco triste?
Lo triste es la situación, no la cocina. Es maravilloso que te den ideas para cocinar con bajo presupuesto, aunque puedas gastar lo que quieras en los productos más caros del mundo. Además, la escasez aguza mucho el ingenio en todos los sentidos: para vestirte, para decorar, cocinar... y está muy bien porque sale a relucir la creatividad.
¿Le molesta el desbordamiento de espacios de cocina en las cadenas generalistas?
En absoluto, yo vengo de la tele en abierto. Que la cocina haya irrumpido en la tele generalista me parece bien y no nos afecta negativamente, sino que hace crecer la afición por estos programas. Somos mercados distintos. Si la gente descubre que le entretienen, va a buscar más y lo va a encontrar a todas horas en Canal Cocina.
¿A veces no cree que les copian?
Es lógico que sea nuestro canal el primero que pruebe formatos: fuimos los primeros que jugamos con el tiempo, el presupuesto, el concepto low cost, cocineros españoles por el mundo... Nosotros tenemos más necesidad de crear porque tenemos que llenar parrillas todos los días y solo nos dedicamos a esto; es lógico que trascienda. Ademas, la mayoría de los cocineros que aparecen en abierto están en Canal Cocina. Por ejemplo, el programa de Samantha Vallejo-Nágera se ha visto mucho más al día siguiente de salir en TVE. Existe el fenómeno de la retroalimentación del que nos beneficiamos claramente.
Entonces, ¿todos contentos?
A nivel personal estoy muy orgullosa. Como me gusta tanto la cocina -pero no solo porque ahora dirija este canal-, creo que es una afición maravillosa, relajante y creativa, además de un acto de generosidad estupendo; pues me parece una temática maravillosa para llevar al prime time de las cadenas porque es blanca, es útil y tiene mayor sentido que un mero espectáculo.
¿No ha sido una eclosión demasiado repentina y multitudinaria?
Hay programas de cocina y luego está el formato de entretenimiento que tiene como leit motiv la cocina, que es lo que está saltando ahora a la tele en abierto. Pero nosotros ya teníamos shows de cocina; por ejemplo, empezamos a emitir la versión original de Top Chef en 2007. En televisión siempre hay modas: hubo la moda del reality, la del talent show... Cuando uno da en la diana y es de cocina, pues todos lo hacen. Está siendo demasiado y me da pena que pueda haber una saturación dentro de poco, creo que el fenómeno podía haber durado un poquito más si se hubieran escalonado.
Con la cantidad de gente que ha seguido durante años a Arguiñano, Subijana, Canal Cocina... ¿por qué se venden cada vez más precocinados y la obesidad avanza?
Es muy contradictorio. La gente lo ve pero no cocina. Por desgracia cada vez se come peor. Muchas personas prefieren comer mal antes que estar media hora en casa y manchar la cocina. Esto está pasando factura y me preocupa no solo desde el punto de vista gastronómico, sino también a nivel de salud. Nunca ha habido tanto interés por la cocina y por la comida y a la vez nunca se ha comido tan mal.
¿Tanto ver recetas para comer una lata de sardinas?
Has puesto un ejemplo que me parece sanísimo porque un paté de sardinas con rúcula y un buen aceite es bueno. Pero la gente compra una lasaña precocinada que tiene doscientos conservantes, dura hasta 2027 en la nevera y te preguntas qué hay ahí de verdad.
¿Entonces qué sentido tiene ver estos programas?
Cada vez es más aspiracional. La gente siempre los ve con la ilusión de que algún día va a hacer esas recetas. ¡Pero si me pasa hasta a mí que soy un bicho raro y a los 7 años me subía a una banqueta y le pedía a mi padre el pincel para barnizar el besugo a la espalda!
¿Pero ahora tiene tiempo?
Aunque llegue a casa a las 9 de la noche, voy a comprar unos puerros para hacer una porrusalda.