Desde la aparición del 500L, la variante alargada del utilitario de aire retro, Fiat venía anunciando su intención de poner en la calle un derivado con uniforme de campaña. La avalancha de propuestas de ese estilo llegada al mercado en la antesala del verano no hace sino confirmar su buen olfato comercial. La casa italiana es la última en ingresar en este club de campo en el que inscribe un 500 Trekking que, pese a su porte y su denominación, difícilmente se aventurará más allá del arcén. Lo propone con los cuatro motores conocidos ? asóleos de 85 y 105 caballos y gasolinas de 95 y 105? ,mayor de distancia libre al suelo y un control de tracción optimizado para evitar resbalones. Arranca en 17.150 euros. Con esos mimbres no es probable, ni deseable, que los propietarios de esta interpretación intenten seguir los pasos de los todoterrenos genuinos. La misión del 500 Trekking es otra. Persigue sumarse a una vistosa moda que juega a disfrazarse de escalador para encaramarse a la primera acera, atreverse por una pista forestal e incluso rodar con un plus de seguridad cuando nieva o la carretera se embarra. La alternativa larga del cinquecento, quizá no tan coqueta pero bastante más versátil que el escueto formato original, encuentra con este acabado un nuevo filón de ventas. Es el mismo que explotan el Captur de Renault, el 2008 de Peugeot, los Mokka/Trax de Opel/Chevrolet o el Juke de Nissan. Es un segmento en auge, aunque comienza a surgir la duda de si habrá suficientes clientes para tan copiosa oferta. Fiat tampoco se complica mucho la vida y limita la transformación a unos cuantos adornos sobre el perímetro de carrocería. La otra modificación afecta a la unión al suelo, algo más firme y ajustada para aumentar un centímetro y medio la altura del vehículo a fin de facilitar la circulación por superficies irregulares. Este realce resulta casi imperceptible y su efecto se antoja limitado. Algo más decisiva, aunque invisible, es la aportación del sistema de control de tracción optimizado que incorpora. Gracias al mismo y a los neumáticos Mud&Snow (barro y nieve) que monta de serie, el Trekking se asegura un cierto grado de desenvoltura en tramos deslizantes. Esta función denominada ‘Traction+’ se activa mediante un interruptor situado al pie del selector de marchas; actúa frenado la rueda que patina para recuperar su control, siempre pordebajo de 30 km/h. El fabricante no contempla la posibilidad de sustituir la tracción delantera por un sistema integral que encarecería el precio y apenas encontraría compradores. La nueva interpretación campera recurre a los motores empleados en el 500L. Son dos facturas de gasolina, la 1.4 16v de 95 CV y la bicilíndrica 0.9 TwinAir de 105 CV, y dos ejecuciones del 1.3 Multijet II diésel, una de 85 y otra con 105 CV. Las prestaciones y los costes no difieren demasiado de los conocidos; el propulsor gasóleo más potente, por ejemplo, necesita 4,7 itros de promedio ideal, apenas 0,2 litros más. La casa italiana asigna al Trekking una sola definición, cuyas dotaciones superan las del 500L. Añade sensores de aparcamiento trasero, elevalunas eléctricos delanteros y traseros, conexión Bluetooth para el teléfono móvil y llantas de aleación especiales de 17 pulgadas. Al igual que su inspirador puede montar el sistema de frenada autónoma (evita colisiones por alcance a menos de 30 km/h), un equipo de sonido avanzado, techo panorámico e incluso una cafetera Lavazza para amenizar los atascos con un ristretto. La tarifa de esta variante fluctúa entre 17.150 y 20.000 euros.