Vitoria. Dos folios tienen la culpa. Tras pasar por la cooperativa Denok cuando sólo tenía 24 años (“el nivel de adrenalina que viví aquel tiempo algo me dejó en mi interior”), Javier Alkorta Txortas se sentó un día delante de la máquina de escribir y esbozó su idea de un festival de teatro a celebrar en Araia. Eran dos páginas que, en un principio, se quedaron guardadas en un cajón a la espera de convertirse en realidad. Este miércoles, eso sí, aquel futurible inicia su vigésima edición.

“Un día me encontré con Pinttu (Jesús Mari Alegría) y me dijo que me tenía que contar un proyecto en el que estaba trabajando, Lautada, con el que se quería hacer un museo, un tal, un cual... y yo le apunté: “y un festival de teatro”. Le entregué una copia de los dos folios, pero ahí se quedó la cosa”, recuerda el fundador y director del certamen. “Al cabo de unos años, estando Pedro Ramos de diputado de Cultura, tuvimos una reunión de tantas entre las compañías alavesas y pedimos buscar alguna forma de programar teatro en la provincia que también supusiera traer a grupos de fuera. Y cuando estábamos hablando de eso, Ramos soltó: “y además vamos a hacer un festival de teatro en Araia” y sacó un papel en el que estaban, punto por punto, mis dos folios”. Dicho y hecho.

El Ejecutivo foral se hizo con una carpa que itinerase por la provincia y que fue el primer escenario para el Festival de Teatro de Humor de Araia. Llegó el día de inaugurar la cita. “Pero en el Ayuntamiento no tenían ni un triste papel de la Diputación diciendo que había una partida destinada para el festival. Allí estábamos el alcalde y yo esperando para ver si llegaba un fax desde el Palacio de la Provincia que dijese que sí, que para adelante. Pero no llegó. Así que el Consistorio tuvo que adelantar el dinero. Todos los gastos se cubrieron, pasó el tiempo y en el Ayuntamiento dieron por perdido el dinero. Alguien dijo “¿y si al final llega?” y se acordó que si eso pasaba, la partida se destinaría para la segunda edición. Y llegó y además la Diputación se comprometió a financiar la segunda edición. Y así ha ido todos estos años, montando el puzzle”.

Aquella segunda edición tuvo lugar en el cine de la localidad tras cumplir con las exigencias de seguridad de la Ertzaintza, que tenía el espacio precintado. Pero ya ese año se llevaron dos representaciones al viejo Arrazpi. En la tercera entrega se decidió trasladar al polideportivo el grueso del evento después de que un arquitecto de Araia hiciera un pequeño proyecto sobre qué se tenía que cambiar en el edificio. “A una función vino Alberto Etxeberria (técnico escénico) y se pasó el espectáculo diciendo “¿pero qué es esto?”. Un día me llamó y me dijo tal cual: “mira Txortas, te vas a ir a donde Enrike Ruiz de Gordoa y le vas a decir que te deje el material técnico que el Ayuntamiento de Vitoria tiene en el almacén de la calle Las Escuelas, y si te pone alguna pega le dices que voy yo a montarlo”. Así lo hice y la cuarta edición se hizo con aquello. En el quinto, Alberto me comentó que necesitaba gente más profesional y me mandó a hablar con David Aparicio, de Lankide. A pesar de que era en tiempo de sus vacaciones, allí estuvieron dándose el relevo durante unos años Francis, Estíbaliz, Moisés, Oskar, Alberto y no sé si me dejo a alguien”.

En el anecdotario son muchos los recuerdos que se agolpan. Por ejemplo, “nunca se me había ocurrido traer a alguien como Gila. Pero un día en una entrevista de radio, no sé cómo salió el tema, no sé qué dije de él pero quedó la idea de que yo quería traerle al festival. Un año, me dije, qué leches, vamos a intentarlo. Llegamos a cerrar la fecha, pero cuando se enteró de que tenía que volar hasta Bilbao y luego viajar en coche hasta Araia, dijo que no. Yo me enfadé, la verdad. No había pasado ni un año y se murió. Me sentí mal por el mosqueo que me pillé”.

También Txortas rememora a una compañía australiana que “llevaba un espectáculo de calle muy punky, pero muy punky. Llevaban piercings en los pezones, se ponían uno frente al otro y levantaban un barril de cerveza y lo balanceaban. El revulsivo que podía significar ver eso en Araia me hacía una ilusión tremenda. Tenía fecha con ellos para traerlos, pero de repente les salió una gira por el norte de Europa y adiós”.