Madrid. Un cocinero confiesa a la cámara que ha aprendido su profesión viendo Ratatouille; otro lucha para que su madre, avalista de su restaurante, no sea desahuciada; risas y lágrimas se dan cita en la nueva entrega de Pesadilla en la cocina, que Alberto Chicote estrena esta noche en La Sexta. "Hay lugares que parecen sacados de un mundo imaginario, pero la realidad supera a la ficción muy de lejos", explicó en la presentación de este programa, que ayuda a reflotar restaurantes en riesgo de cierre y donde "sería imposible" atenerse a un guión en casos como el que rueda ahora en Alicante, con un cocinero "que no lo dibuja ni el mejor guionista".

El rostro revelación de la pasada temporada en La Sexta, en la que Pesadilla en la cocina llegó a contar con un récord de audiencia de 3 millones de espectadores (15,2% de cuota de pantalla), vuelve a recorrer España para ayudar ahora a todo tipo de locales: bares de tapas, chiringuitos de playa y restaurantes de bodegas y hoteles. Pocas más novedades se apuntan en esta entrega, salvo la de "hacer un traje a la medida" de cada restaurante. Algunos casos le han hecho emocionarse hasta llegar a las lágrimas, como el de su antiguo amigo Cristóbal Berzosa, de El yugo de Castilla, donde antaño "todo era brillo y esplendor y ahora se ha convertido en el pozo de basura más grande del mundo".

Chicote se explicó ayer con la misma vehemencia ante las cámaras con la que se le puede ver en pantalla porque, como insistió, él conoce por primera vez los restaurantes "en el mismo momento que el espectador", aunque previamente el equipo de producción ha trabajado durante dos meses en el local. "Cuando entro, siempre pienso '¿cómo se ha llegado a esto?', y soy el primero que duda de la verosimilitud de las situaciones", explicó el chef madrileño, que se formó desde los 17 años en los fogones de Lúculo, Sibaris y la Recoleta y después consiguió reconocimiento con su restaurante Nodo. Más de 50 personas integran el equipo de Pesadilla en la cocina y Chicote está orgulloso de que hasta el último de ellos "sienta que su trabajo es útil", como señala al recordar que diez de los doce restaurantes que fueron los protagonistas de la anterior temporada siguen abiertos. "Tener ahora un negocio con cinco personas trabajando que funcione es todo un privilegio", remacha el cocinero.

Y así, entre momentos "hilarantes" y otros "cargados de tensión", continúa con su periplo por negocios ruinosos que "se han ido abandonando" y presentan cocinas insalubres, camareros poco profesionales o cocineros tan surrealistas como el que aprendió su profesión con la película "protagonizada por un ratón que aprende a cocinar en un restaurante de París".

"Todo el mundo merece una segunda oportunidad y el programa se la ofrece a quien no tiene recursos para reformar ni el local ni la carta", explicó Chicote, quien no cree que la imagen que dan algunos restaurantes sea contraproducente. "Al fin y al cabo, el programa lo ven millones de personas, y muchas también pueden pensar que algunos sitios merecen otra oportunidad", afirmó.