BILBAO. El nuevo León, que emprendió su singladura a finales del ejercicio pasado, vuelve a reclamar atención proponiendo la alternativa SC de tres puertas. Las siglas aluden veladamente al concepto de diseño Sport Coupé, denominación con mayor poder descriptivo. Esta segunda declinación formal del proyecto sugiere deportividad por medio de un estilo ligeramente más elocuente, pensado para atraer a la clientela menos entrada en años. Emplea motores TDI y gasolina de 86 a 184 caballos, que no establecen diferencias dinámicas respecto a la otra carrocería. Este León asume cuatro acabados y cuesta unos quinientos euros menos que el de cinco puertas. Un SC acogido a los beneficios del PIVE está disponible por un desembolso mínimo de 14.490 euros (1.2 TSI) siempre que se adquiera a través de la financiera de la marca, con lo que además disfruta de un equipamiento enriquecido.
A SEAT le empiezan a salir las cuentas. La marca de cuna hispana y asiento alemán ha volteado la gráfica de su balance, que ya apunta hacia arriba dispuesta a abandonar las pérdidas. Algo tiene que ver en esa recuperación el nuevo muestrario de productos, herramienta indispensable para ganar adeptos y engrosar la facturación. La firma de Martorell mezcla con maestría ingredientes esenciales: tiene acceso a tecnología punta con connotaciones Premium, practica una política de precios contenida, al tiempo que cultiva un estilo fresco y joven sin pasarse de frenada. Cada nueva creación supera las expectativas. Sucede así con el último León, probablemente el mejor automóvil de la historia de SEAT, un producto llamado a convertirse en piedra angular de todo el repertorio.
Después de un estreno más discreto de lo deseable, el modelo intenta ahora adquirir notoriedad gracias a la nueva variante formal de tres puertas. Este segundo capítulo adopta una complexión algo más atlética, buscando la complicidad con el público que desea un coche de hechura esbelta pero abomina de la musculatura excesiva. El SC apunta hacia un amplio abanico de destinatarios. Satisface tanto a personas que desean revestir adecuadamente una máquina con poderío como a aquellas cuya prioridad se ciñe al cuidado de las formas.
El León se transforma en SC experimentando una mutación muy sutil, tanto que habrá quien piense que sus creadores pecan de prudentes. Desde luego, han renunciado al efecto sorpresa de otros rivales más barrocos. El SC se conforma con alterar suavemente la silueta del envase de cinco accesos, evolución elegante aunque más contenida de lo previsible. Por eso cuesta distinguirlo del formato inicial, al menos visto de frente o a media distancia.
El ajuste de imagen recorta algo el tamaño -pierde solo tres centímetros de largo (pasa de 4,26 a 4,23 metros)- y achata un poco la zaga para estilizar el conjunto. El techo acentúa su declive al acercarse a la popa (baja 18,5 milímetros sobre las plazas posteriores) y la luneta trasera va más acostada. Esas líneas comprometen mínimamente la habitabilidad, afectada también por la merma de la eslora, que birla 3,5 centímetros a la batalla; con todo, la cabina resulta bastante desahogada para cuatro adultos. El maletero repite los 380 litros.