MADRID. Todas las lluvias están relacionadas con un cometa que pasa cerca del Sol provocando la sublimación de su material. De este modo, desprende pequeños trocitos de roca y de hielo que queda suspendidos en el espacio y que al contacto con la Tierra se transforman en la arenisca que se puede ver en el cielo.

En el caso del cometa Temple-Tuttle, pasa cada 33 años cerca del sol, de modo que éste es el tiempo que tarda en renovar sus 'residuos' y, por tanto, en que se produzca una lluvia intensa. Entonces la lluvia pasa a ser una 'tormenta' y su actividad supera el millar de meteoros por hora. La última se produjo en 2001.

Así, este año tendrá lugar una lluvia de intensidad menor pero, en cualquier caso será visible desde la Tierra a horas nocturnas sin necesidad de telescopio. A partir del día 17 de noviembre la lluvia llegará a su máxima intensidad y se podrán ver alrededor de unos 20 meteoros a la hora. Se trata de la segunda lluvia de meteoros del otoño.

En cuanto al cometa Tempel-Tuttle, que se observó por primera vez en 1866 y posteriormente en 1998, se conoce a través de los expertos que su distancia es sensiblemente igual al radio de la órbita de Urano y la duración de su revolución es, aproximadamente de 33 años. El color de sus meteoros es generalmente rojizo, son muy rápidos, consecuencia de que la Tierra los encuentra de frente, y es habitual que dejen tras sí una estela de color verde que persiste durante unos segundos.