Vitoria. Albert Espinosa publicó en 2008 una historia muy personal y vivida El mundo amarillo, el libro ha dado pie a una serie estrenada en TV3 bajo el título en catalán de Polseres Vermelles y en Antena 3, el lunes, como Pulseras rojas. Es una historia para reír y llorar que atrapa al espectador por su realismo, su dureza y su optimismo. Espinosa sabía muy bien lo que estaba haciendo, porque él vivió de niño, adolescente y joven en la planta de oncología de un centro hospitalario. Sabe lo que el dolor, la esperanza y la muerte. Su experiencia la reflejó también en la obra Los pelones y en el guión de de cine Planta 4ª, película que dirigió Antxon Mercero. Espinosa es hoy un hombre de 39 años a los que los médicos no le dieron muchas esperanzas de vida cuando le detectaron la enfermedad, tan solo un 10% de posibilidades de salir del cáncer que padecía. Dice que vive un tiempo extra, "Teóricamente no tendría que estar aquí hablando contigo". Perdió una pierna, un pulmón y la mitad del hígado, "pero dentro de la tristeza fui un niño feliz", asegura con una sonrisa.
'Pulseras rojas', una historia que usted ha vivido muy de cerca.
Y tanto, yo tuve cáncer de los catorce a los veinticuatro años. Perdí una pierna, un pulmón y medio hígado y fui muy feliz. Tenía ganas de escribir cómo es la vida en los hospitales. Quería dibujar a esos niños cómo héroes.
Dice usted que fue muy feliz, me deja sin palabras.
Fui feliz, fui un niño feliz, un adolescente feliz y un joven feliz. Estaba enfermo. Pero sabía que tenía que luchar y eso es lo que hice yo; es lo que hacen muchos niños y sus familias, luchar es lo importante.
¿Se reconoce en alguno de los niños que vemos desde el lunes en Antena 3?
En todos ellos hay parte de mí y parte de los amigos que estuvieron conmigo en el hospital. Hicimos un pacto, había que vivir la vida de los chicos que morían. Sí que hay un poco más de mí en el personaje de Jordi, el chico que pierde la pierna. Yo perdí la pierna el día de San Jordi, un 23 de abril.
Una historia que ha hecho reír y yo llorar al director Steven Spielberg, impresionante.
Es muy grande, es precioso. Cuando me dijeron que Spielberg había reído y había llorado con la historia, que la había encantado, me quedé impresionante. La ha comprado para la ABC americana. Que la quieran llevar a Estados Unidos es un sueño.
Cada uno de los personajes es una historia de sufrimiento que se vive en clave de comedia. ¿Es real esa visión?
Pienso que sí, la vida real en todos sus aspectos tiene mucho de drama y de comedia. Quiero reflejar esa felicidad dentro de la tristeza. Teníamos un grito de guerra que era: No somos cojos, somos cojonudos.
¿Cómo asume usted a los catorce años una enfermedad que es considerada como una condena de muerte?
Cuando vives con la enfermedad tampoco te parece tan terrible. Aprendes mucho de ella, un compañero de habitación del hospital me decía: No es triste morir, lo que es triste es no vivir intensamente. He vivido intensamente, quizá por eso el morir o el dolor no me parece triste, en las pérdidas hay muchas ganancias y tengo la sensación. No perdí una pierna, gané un muñón...
No le falta sentido del humor.
Eso no debemos perderlo nunca. Hubo momentos de mucha tristeza, pero también de intensa felicidad y conocí a un montón de gente que ha contribuido a crear mi carácter. En los hospitales hemos estado, y están gente, que intenta luchar.
Usted es ingeniero industrial de formación y a lo que se dedica es escribir.
Acabé la carrera, pero ya estaba apuntado a un grupo de teatro. Rowan Atkinson (Mr Bean) es ingeniero industrial; el actor Donald Sutherland también es ingeniero...
¿Su enfermedad le ha frenado en algo en su vida?
A los catorce jugaba a fútbol en los alevines de un equipo y siempre he pensado que podía haber llegado a ser Messi...
Sí que tenía usted autoestima.
Ja, ja, ja... Nunca lo sabremos, pero cuando me preguntan por lo que añoro, siempre digo que el fútbol. Lo que más me gustaba en la vida era el fútbol. Un sábado podía jugar hasta diez partidos. Si pudiera tener la pierna, sería para jugar a fútbol...
¿Ahora es imposible?
Más o menos. He jugado de portero, pero me meten muchos goles, con el muñón no es lo mismo.
Para los padres resulta angustiosa la posibilidad de que un hijo padezca cáncer, ¿cómo lo vivieron los suyos?
Lo vivieron de manera diferente. Fíjate, me dieron un 10% de posibilidades de vivir, me dijeron que fuera un mes Menorca para pasar el último mes de mi vida. Decidimos luchar y ahora me voy un mes al año a Menorca para decir: Aquí estoy yo. Los padres sufren mucho, es muy duro, y yo intento ser realista en las historias que cuento sobre ellos.
¿Ha reflejado la vida real de un hospital en 'Pulseras rojas'?
Creo que sí. Hay muchos tiempos muertos, mucho tiempo para querer hacer muchas cosas y una sensación de poder hacerlas.
¡Qué optimista es usted!
No tienes moto, pero tienes silla de ruedas; no puedes ir a discotecas, pero tienes muchas plantas que visitar en el hospital. He intentado siempre que fuera muy realista la serie. Claro que hay momentos duros, pero siempre digo lo mismo
Hablemos de 'Planta 4ª'.
El guión es mío. La película está basada más en el cáncer, la historia solo es cáncer. Busqué a Mercero para que la dirigiera. En Pulseras hay un personaje, es el celador más potente y más bueno, que le he puesto de nombre Mercero en homenaje, él está luchando ahora contra el alzheimer. En la película quería hablar del cáncer y en la serie de cómo es la vida en un hospital. La serie son cinco temporadas, empezamos de niños y acabamos de adultos. El lunes empezamos a grabar la segunda temporada, adolescentes. En la tercera salen del hospital todos los personajes, con dieciocho años.
¿Cómo se siente cuando ve los capítulos de la serie?
Es algo que has visto cómo ha ido creciendo. Siento mucha felicidad, me emociono...
¿Ha llorado?
Cuando presentamos Planta 4ª en Montreal con Mercero, lloré muchísimo. Todo es parte de tu vida y con Pulseras también he llorado mogollón. Hice mi fiesta de despedida de la pierna, al verla filmada lloré mucho. En mi libro El mundo amarillo está reflejada la positividad que hay en ti.
Sus amigos de aquella época...
Conservo muchos amigos del hospital, algunos los perdí...