VITORIA. Emma García está tan feliz con su programa de Telecinco que no tiene ganas de cambiar de formato o registro. Está dispuesta a combinarlo con otros espacios como ya ha hecho, pero quiere ser rodeada de tronistas y pretendientes. En los cuatro años que lleva en antena, Hombres y mujeres y viceversa se ha hecho un hueco en la parrilla del mediodía y más de millón y medio de espectadores siguen desde el sofá de sus casas las evoluciones amorosas de los protagonistas de este reality de sentimientos.
Mil programas, cuatro años y muchas historias, ¿no?
¡Cómo pasa el tiempo! Estamos tan metidos en el programa que nos ha sorprendido decir de repente el número mil. Es impresionante haber llegado hasta aquí.
¿Apostaba usted por este programa? ¿Creía que iba a durar tanto?
Aposté por el programa en el momento en el que me siento en las escaleras por primera vez para hacer un piloto. Sentí que el programa me llevaba hacia él, sentí un flechazo y así se lo comuniqué a mis jefes.
Supongo que sentirá lo mismo en todos los programas que empieza.
Cierto, cuando comienzas un proyecto tienes el optimismo, la ilusión y la esperanza de que continúe. No te planteas números al principio, pero viéndolo ahora desde la distancia es una gran satisfacción y en los tiempos que corren, sobre todo en el mundo televisivo, estamos muy contentos, muy serenos, con la experiencia de los cuatro años y con la ilusión del principio.
¿Qué es lo más le atrae de este programa?
Que nunca sé lo que va a pasar, que siempre me sorprenden… Mira que ha pasado el tiempo, que son años, que son tronistas y siempre termina pasando algo totalmente inesperado. Los que vienen, tienen su estrategia, sus ganas, su ilusión, sus ganas, sus mentiras y su verdad; terminan ocurriendo muchas cosas y creo que la verdad y esencia del programa y por lo que continúa totalmente fresco es por eso; se pueden controlar muchas cosas por tronistas y pretendientes, pero lo que nunca controlarán son sus sentimientos.
Algunos van a televisión por algo más que buscar la persona afín.
Sí, algunos vienen pensando en hacerse unos bolos y montarse una vida, se montan su negociete mental, pero no cuentan que pueden quedar enganchaditos al tronista y es cuando se crea la historia y el programa vive y vibra.
¿Qué se siente usted: una 'celestina televisiva' o una relaciones públicas del amor?
Nada de eso, yo me considero la psicóloga del programa y la espectadora que en vez de estar sentada en el sillón de su casa, está sentada en las escaleras del programa. Hace poco me lo comentaban las pretendientas, me decían si había hecho psicología.
¿Le gusta mirar cómo se comportan los protagonistas del programa?
Me encanta, me gusta observar y soy como la directora de una orquesta: ¿Que quieren hablar?, pues tú vas organizando todo para facilitar que hablen, que se abracen y también para echar una bronca si alguien lo merece. Cada día el programa va cogiendo su camino y es diferente.
Cuatro mil citas.
¡Qué barbaridad! El entorno no es fundamental cuando quieres estar con una persona, lo que te tiene que enganchar es lo que te transmite ese otra persona que está ahí.
¿Se siente siempre cómoda?
En este programa, no tengo ningún problema para decir que estoy cómoda o incómoda. Digo lo que me gusta y lo que no me gusta, me mojo y me implico mucho. A veces, creo, que hasta demasiado.
¿Son duraderas las parejas que se forman?
Algunas sí. En el programa tienen tiempos concretos y cuando salen, están todo el tiempo juntos, no se separan y terminan agotando la relación en tres días.
Mil doscientos pretendientes.
Es que hay una gran crisis de amor, algunos son repetidores. Mucha gente me dice que Hombres y mujeres y viceversa se ha convertido en una vía de escape que entretiene y sirve para olvidarse de la otra crisis que vivimos todos.
Dicen que este programa es la opción preferida de un público comprendido entre los 13 y los 34 años. ¿No le parece que los chicos y chicas de 13 años son muy jóvenes para ver este programa?
Sinceramente, a mi hija no le dejaría con 13 años ver el programa. Cuando se me acerca alguien de catorce años les suelos decir: Ojo, es verdad todo lo que se ve, pero no os lo creáis todo y tener cuidado con lo veis. Eso no lo podemos controlar, en mi opinión, a los 13 años, a esas horas, no sé, será que les pilla algún día, que no son espectadores habituales, se supone que están en el cole.
¿Elegiría a algún tronista o pretendiente?
¿Para mí? Yo ya lo tengo, lo tengo a mi lado todos los días.
¿Qué es, tronista o pretendiente?
Puede ser lo que quiera, llevo muchos años con él y cada día me hace muy feliz y me tiene muy enamorada. Lo que quiera.
Así que no necesita ir a televisión…
Necesito ir a televisión a trabajar, pero a buscar el amor, afortunadamente, no.
¿Cree que es necesaria la televisión para encontrar el amor?
Depende de cómo te lo plantees y de cómo te lo tomes, esas experiencias pueden hacerte disfrutar y ver las cosas diferentes. Las puertas están abiertas para todos los que quieran vivirlo y sentirlo. El amor se encuentra en cualquier momento, se puede encontrar comprando el pan, en la televisión o en la puerta de tu casa.
¿No tiene ninguna tentación de cambiar de programa?
No, son cuatro años y espero seguir mucho tiempo aquí. No, no me apetece cambiar puedo compaginarlo y lo he hecho. Lo compartiría, pero jamás me divorciaría de Hombres y mujeres y viceversa.
¿Es de las que vuelve a casa con frecuencia?
No hace tanto, un mes o así. La semana que viene vuelvo.
¿Qué echa de menos?
A mi familia, el poder pasear por La Concha, respirar ese aire que considero muy mío y que me transmite mucha relajación.
¿Su hija es más madrileña que vasca?
Ni se te ocurra decirlo. Mi niña vive en Madrid, estudia en Madrid, pero le encanta ir a Ordizia, disfrutar por la plaza, a Donostia. Sabe que ha nacido en Euskadi, quiere mucho a Madrid, y su corazón está partido. A veces me pregunta por qué no podemos vivir nosotros en Donostia. Allí tiene a sus primos, a sus aitonas y a todo el mundo.