Vitoria. Álex Angulo (Erandio, 1953) se ha convertido en un rabino judío en la serie de Antena 3 Toledo. El actor bilbaíno reconoce que una serie de esta magnitud obliga a ponerse del lado de la historia y aprender cómo convivían en aquella época tres comunidades en la ciudad: cristianos, musulmanes y judíos. Lenguaje, ambientación y vestuarios han retrocedido ochocientos años para volver la mirada al siglo XIII y comprobar que la sociedad de aquella época y la actual se asemejan por el grado de convulsión.

¿Cómo ve su papel en 'Toledo'?

Es un papel estupendo y desconocido para mí. Interpreto a Abraham, un rabino judío, director de la escuela de traductores de Toledo, nombrado por el rey Alfonso X. Es el representante de la comunidad judía en la ciudad.

Judíos, musulmanes y cristianos en un entramado complicado de relaciones, ¿no le parece?

En la serie soy amigo de infancia de Rodrigo, el magistrado de la ciudad de Toledo. Las relaciones son más que posibles porque él es cristiano y yo soy judío.

¿Tiene la sensación de que en televisión hay muchas series de época últimamente?

Es la primera de época que hago. Como novedades, de época e históricas, están nuestra serie y la de Isabel la Católica en TVE. Hemos estado viendo hace poco otras series extranjeras de época histórica como pueden ser Los Tudor. De esta época, del siglo XIII, no hay mucha ficción. Pero es cierto que las series que miran al pasado tienen su auge.

Supongo que grabar una serie de época y volver la mirada a lo que ocurría hace ochocientos años tiene sus complejidades. ¿Cómo ha sido la experiencia?

La experiencia está siendo muy buena, es una experiencia más, un personaje más, y yo siempre los abordo con expectación. ¿Complejidades? Claro que sí. Es mucho más compleja que una que narre un tiempo más próximo a nosotros. Pero es más compleja para todos los equipos que dan forma a la serie, no solo para los actores. Es compleja la ambientación, los atrezos, vestuarios, maquillaje, peluquería…

¿Un trabajo de investigación?

Sin ninguna duda. Se han buscado elementos de la serie en muchos sitios. Para recrear los muebles, los ambientes y el vestuario se ha buscado asesoría en catedráticos. Es un trabajo muy elaborado el que se ha hecho en esta serie para poder empezar a grabar.

¿Para los actores no ha sido difícil?

También. Tienes que moverte con otros ropajes y trabajar con otros materiales en la mano. Ya no utilizas el móvil, sino que empleas la espada. Tiene sus dificultades, pero son dificultades atractivas; de alguna manera, estás aquí para aprender y para tratar de hacerlo bien.

Entre el tiempo de la serie y la actualidad median ochocientos años. El lenguaje tiene poco que ver, ¿no?

Por supuesto. El lenguaje es diferente, no hay tacos actuales, por ejemplo. Los ritmos de diálogo son diferentes. La época que narramos es brusca y un poco bárbara, por lo que las emociones son diferentes a lo que podemos imaginar ahora.

Sus colegas que interpretan a los cristianos llevan un ropaje más aparatoso.

No les envidio nada. La comunidad judía vestía en esa época de una forma más sencilla. Ellos llevan unos trajes y unas corazas pesadísimas. Nosotros vamos más ligeritos de ropa (risas). De todas formas, todo el vestuario se atiene a la época, está todo muy cuidado.

¿Qué le atrajo de esta serie?

La época, una época que se ha visto poco en televisión. Me atrajo la curiosidad de ver cómo se iba montar todo el escenario completo para dar una visión histórica del Toledo del siglo XIII. Además, me pareció un proyecto muy serio.

¿Se aprende historia con este tipo de series?

Sin lugar a dudas, yo tenía muy poca idea de lo que era la comunidad judía en ese siglo y poco a poco me he ido acercando.

Llevamos bastante tiempo sin verle en televisión.

Soy un despistado y voy borrando de la memoria lo que he hecho para centrarme en lo que estoy haciendo. Así, de repente, recuerdo Hermanos y detectives, La República… Cuando quiero recordar tengo que mirar el ordenador.

¿Tiempos difíciles para actores con una amplia trayectoria a sus espaldas?

Yo no me puedo quejar, sigo trabajando habitualmente. Igual no tanto como quisiera, pero voy trabajando. La crisis no influye ni en el nombre ni en la experiencia.

¿Qué influye a la hora de crear las nuevas historias y asignar los personajes?

Influyen las modas, las juventudes y todas esas historias. La vida va por rachas y entre los actores es igual.

Ha llovido mucho desde su etapa de 'periodista televisivo'.

Periodistas, una gran serie. Claro que ha llovido, han pasado más de trece añitos. De todas formas, ¡qué rápido pasa el tiempo!

¿Le parece que fue ayer?

Tanto no, pero sí que cuando empiezas a contar años descubres que han pasado más de los que imaginabas.

¿Qué recuerdos guarda de aquella serie?

La mayoría fueron agradables. Trabajar y entrenar en tu profesión todos los días como era aquella serie. Fue muy agradable. Fuimos un buen equipo y teníamos unos guiones estupendos que había que trabajar todos los días. Después me he encontrado con periodistas que veían la serie de jovencillos, profesionales que están ejerciendo ahora, y me dicen que me odian.

¿Le odian? ¿Qué les ha hecho usted?

Me dicen: "Por vuestra culpa soy periodista y luego la profesión no era nada de lo que vosotros contabais". ¿Qué te parece?

Tienen razón, la profesión es más dura de lo que ustedes contaban y en época de crisis más aún.

Todo el mundo tiene que tener en cuenta que era una ficción. Yo guardo unos recuerdos especialmente buenos. También supuso un aluvión de popularidad que no me lo esperaba.

¿Le gustó ese aluvión de popularidad que le llegó?

Yo pensaba más en el trabajo que en lo que pasaba fuera de él. Eran muchas horas de trabajo, de leer guiones y de estar en un plató. Teníamos poco tiempo para sentir esos aluviones de popularidad, pero los hubo.

¿Cuántos años ha estado fuera de Bilbao?

Nunca he perdido el contacto con la ciudad. Mi casa de estar, de descansar y vivir es Bilbao. A Madrid vengo a trabajar, también a vivir, pero más a trabajar. Sigo viviendo en Bilbao, aunque estoy un poco perdido porque no vivo su día a día.