Vitoria. Aunque está viviendo un momento dulce, en lo personal y en lo profesional, y si bien es locuaz y gusta de reflexionar en voz alta, el actor Mario Zorrilla (Bilbao, 1965) es muy celoso de su vida privada -"por eso se le llama privada", dice- y amante de las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Curioso y trabajador, tiene una larga experiencia en teatro y ahora es una cara reconocible en El secreto de Puente Viejo, la exitosa serie de Antena 3 en la que encarna a un personaje de baja catadura moral, Mauricio. En esta conversación se encuentra junto a su amigo Mariano H. Ossorno, con quien ideó La mujer del sexo tatuado, un duro monólogo teatral.
Vive las actividades en torno a las artes escénicas desde todos los prismas, ¿no?
La penúltima en la que estuve embarcado fue La mujer del sexo..., y la escribimos a raíz de un cuento sobre un hombre que arruina su vida por amor. Queríamos contar que uno puede decidir en su vida lo que quiere hacer y al final, siempre, también, tomar sus propias decisiones, por muy duras que sean las circunstancias. El tatuaje en el vientre de ella cobra vida y, por un malentendido, con él asesina a sus amantes, siendo demasiado tarde para cuando él puede regresar de un naufragio. Y él lo comparte con otras personas que también han tomado decisiones jodidas, rodeados de licores y versos.
Un poco 'Butterfly', ¿no?
No lo asocio a eso, pero sí son circunstancias trágicas. Es un trabajo que nos ha dado muchas satisfacciones, de crítica y de creernos nosotros mismos creadores de nuestras propias historias. Un actor es actor porque no puede ser otra cosa, y ganarse la vida siendo actor es la repera. Nosotros quisimos ser coherentes con un compromiso artístico y llevarlo hasta el final, y hemos estado casi dos años haciendo la función por distintos teatros de la Comunidad de Madrid, de Castilla La Mancha... y, ya te digo, con un éxito de crítica importante para ser una producción pequeña, donde yo metí el poco dinero que tenía.
Es como un hijo.
Como un hijo. Cuando terminemos con lo que tenemos ahora entre manos volveremos a darle bola a otra cosa, porque sentirse independiente para llevar a cabo algo, en los tiempos que corren, sobre todo cuando nadie te obliga a ser lo que eres, pues está muy bien.
Nacido en Bilbao y con parte de la infancia en Castro, ¿no?
Tengo un paisaje que no me lo quito de la cabeza: Pocillo de los Frailes, el viejo Ostende, el Puerto... tienen algo mágico para mí, y una inspiración marinera que me da mucha paz.
Viviendo en Madrid tendrá grandes recuerdos del Norte.
Me acompaña la mar, siempre. Tengo un poco de melancolía marinera. Las olas están siempre ahí, son un amante que nunca te pide nada, y tú siempre diciendo qué bonito. Me da trascendencia y estos sentimientos me ayudan a vivir y a comprender el mundo.
¿Le influyó a la hora de encarnar a un marinero en 'La mujer...'?
Sí, Juan Fernández es un marinero que deja la mar y todo por una mujer. También hice un monólogo sobre un pirata romántico y otro, el de Blaster, el pirata hereje que está esperando la horca. Eso da pie a explicar muchas cosas de la mar, de los paisajes, las costumbres, las habaneras... Fui un niño educado en la aventura, con las novelas de O'Brian y Stevenson. La realidad me suele aburrir bastante, lo tozuda y repetitiva que es. La imaginación me permite vivir varias vidas.
Giraron con esa obra, ahora ha estrenado 'Drácula'... ¿El teatro le tira más que otros formatos?
Hombre, a mí me da mucha vida, porque la vida que uno vuelca en el teatro te la devuelve también, y eso es muy gratificante. Encarnar un personaje delante de un público, de unos compañeros, genera un placer, una concentración, un algo que es muy poderoso. En todos los formatos me interesa la gente que sufre, que no está cómoda en el mundo, que tiene algo que decir.
Si no fuera actor, me da que habría estudiado Filosofía...
Bueno, soy un tipo inquieto, quiero aprender todos los días de mi vida, observar y ser útil si me dejan. Amo la vida, tenemos la obligación de ser felices y hacer bien a todos los que podamos. A través de esta profesión uno puede generar sentimientos de bondad, de solidaridad, de unión... Para mí eso es muy importante.
Tiene que ser un reto provocar miedo desde el escenario, y además con Emilio G. Caba, Eduardo Bazo...
Este equipo está curtido en esto de dar miedo en el escenario, pues han hecho unas mil funciones con La mujer de negro. Saben muy bien lo que están haciendo. Dan ejemplo de lo que es ser actor. Se trata de que la gente disfrute de esta función como si no supiera lo que va a pasar, que seamos capaces de contarla bien.
Y ahora tiene más papel en 'El secreto de Puente Viejo'.
He pasado por una tramilla interesante, y ahora viene otra, a ver cómo la desarrollan, todavía no tengo toda la información. Esta ha sido una oportunidad muy buena de tener un papel de continuidad en una telenovela diaria, que es un trabajo importante. Llevo muchos años trabajando como para que me pasen cosas buenas, pero me he encontrado con una opción laboral con un nivel de calidad, una excelencia que se me cae la baba cuando veo los capítulos. María Bouzas, Megan Montaner... gente que viene del teatro, que es donde muchos se han nutrido. Las directoras de casting convencieron a los directivos de los actores que debían intervenir.
Mauricio no es precisamente un dechado de virtudes. ¿Qué tal se siente interpretándolo?
Muy bien. Es un personaje que no me gusta nada, porque tiene muy pocos escrúpulos, está muy resentido con la vida, por lo que es muy despiadado con sus subordinados, probablemente porque también lo ha pasado muy mal. Pero hacerlo me gusta mucho, porque es contar a la gente digamos un personaje que sería deseable que no se repitiera nunca más, tan tirano, tan cabrón; que fuera un ejemplo para decir: "Qué tío más chungo".
Mientras no le peguen por la calle...
No, la gente sabe diferenciar perfectamente. Sería bonito que el personaje ayudara a pensar que es un ejemplo de qué no debería ocurrir más. Hemos venido a este mundo a ser felices. Muchas veces disculpamos nuestra infelicidad por nuestros orígenes, por nuestro trabajo, etc. Creo que hay que subvertir este orden, que lo que importa es la felicidad y que todo lo demás venga a rebufo.
¿Para qué le sirve ser actor?
A mí para vivir como quiero vivir. No quiero ser otra cosa en la vida. He sido camarero, pintor, he descargado barriles de Mahou... lo he hecho para seguir aspirando a ser actor.
¿Está disfrutando con la serie?
Muchísimo. Todos los días me levanto y doy gracias a estas oportunidades. Estoy aprendiendo, encontrando puntos de inflexión, estímulos para otras creaciones...
¿Algunas aficiones confesables?
Montar a caballo y la esgrima. Es un deporte fantástico para los que somos juguetones. De pequeño jugaba mucho a pala mano y pala corta.
Y si cierra los ojos, ¿con qué sueña?
Con el amor a mi gente. Y me gustaría dar la vuelta al mundo en barco.