Vitoria. Jon Martija ha sobrepasado ya el listón del programa número 1.000 de La última seducción, un programa que se emite de lunes a domingo en Onda Vasca-Herri Irratia. Trabaja a deshoras, pero le ha cogido el truco al horario. Se considera un hombre de radio y se siente muy cómodo.

¿Cuándo dio comienzo su "Última seducción"?

El programa empezó el 13 de septiembre de 2004. Comenzó con el espíritu de que podía ser el último. Tiene que ver con una broma que hacemos con la complicidad de los oyentes. Cada programa tiene que seducirlos. De hecho -y supuestamente-, nos hacen un contrato cada día y si los datos no son buenos el programa desaparece y, en ese sentido, tenemos que darlo todo programa a programa. Con ese juego tratamos de esforzarnos al máximo y no dormirnos en los laureles ningún día.

Parece que los datos han sido buenos porque han llegado a las mil seducciones...

Es un sueño que ni nos planteábamos, pero aquí estamos.

¿Qué pretenden lograr con ese juego de seducciones?

El objetivo es entretener, pero pensamos que también se puede llevar a la gente a la reflexión y aprender cosas. Tenemos secciones que son divulgativas, didácticas. Pero siempre con un espíritu fresco y divertido, que dé que pensar, pero que no sea todo muy denso para que los oyentes no se queden dormidos.

Parece el sereno de la radio, en vez de abrir portales mantiene los oídos de los oyentes abiertos y despiertos.

La radio de noche es otra cosa, como decimos nosotros en nuestro eslogan. La gente tiene mucha complicidad con nosotros y lo notamos en Facebook. Somos compañía para mucha gente que está sola a esas horas en casa o que está trabajando. Intentamos arropar a esa gente de alguna forma. Son menos que los que oyen la radio a otras horas del día, pero los que están son escuchantes...

¿No serán oyentes?

No, son escuchantes porque están más atentos a lo que decimos. Durante el día estás a mil cosas, tienes la radio puesta de fondo muchas veces. Por la noche la gente está más pendiente.

"La última seducción" es el título de una película.

Hay que reconocer que tomamos prestado el título de una película de cine negro de los años 90. No tiene nada que ver con lo que es el programa. El título nos parecía muy sugerente y nos lo quedamos.

¿Cómo cree que es ese oyente al que usted ha seducido por el momento durante mil noches?

Como no pensaba en llegar a mil programas, procuro no pensar mucho en cómo son los oyentes. Si estuviera preocupándome por el tipo de oyentes que tenemos o cómo son, perdería frescura el programa o habría cosas que no diría. Intento transmitir naturalidad, por eso prefiero no imaginarme cómo es el que está al otro lado de la radio. Hay un apartado del programa en el que nuestros oyentes cruzan el espejo.

¿Cómo lo hacen?

Invitamos a los oyentes a que sean entrevistados por nosotros. Llevamos unas cuantas entrevistas y está siendo realmente alucinante, no sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar.

¿Qué han descubierto en sus fieles nocturnos?

Gente maravillosa, con unas historias increíbles, muy interesantes y disfrutamos con lo que nos aportan.

¿Prefiere trasnochar en la radio a madrugar?

Pablo y Lapitz madrugan mucho para mi gusto y a esa hora la seducción sería mucho más complicada. Hay que estar muy pegado a la actualidad.

¿Es difícil un juego de seducción con la actualidad?

Sí, la actualidad tiene muy poco de seductora. Es necesaria la actualidad, pero también es necesario evadirse y ahí entra en juego la última seducción, que no quiere decir que tenga que ser un programa de noche. Empezó de tarde, ha estado incluso por las mañanas, quizá no tan temprano. Podríamos decir que cualquier hora es buena para seducir, pero la de madrugar mucho no.

¿Está solo en la emisora?

Sí, estoy solo en la emisora, aunque a veces vienen colaboradores. No son horas para salir de casa, pero sí hay gente que tiene ese compromiso con el programa, que le apetece estar en la emisora. La comunicación es otra cuando estás cara a cara. En el estudio estoy solo, también hago autocontrol, exige un esfuerzo extra, pero es lo que hay.

¿Le gusta más trabajar en soledad que en compañía?

La verdad es que en mis inicios trabajé mucho en soledad. En un principio tuve mis dudas sobre si sería capaz de explicar las cosas y si sería capaz de contagiar mi forma de entender la radio. Cuando he trabajado en compañía creo que conseguí transmitir lo que yo entendía por hacer radio. De hecho, para el programa de esta noche vamos a tener gente que fue parte de La última seducción y que ya no está en la emisora. Esta gente se ha prestado y pienso por ello que tan mal no lo hice y no fui tan mal jefe.

¿Cómo va ser el programa?

Un poco más especial, me gusta decir que todas las noches sean como la última noche, que haya que darlo todo... Habitualmente vamos día a día, trabajando la radio con cariño y a fuego lento. Si todos los días tenemos ese compromiso, con un poco más de previsión y con motivo de este número 1.000 estamos intentando preparar el reencuentro con compañeros del programa, colaboradores... También queremos rescatar fragmentos de algunas entrevistas destacadas, de gentes importantes que han pasado; vamos a tener música en directo... Es lo que tenemos preparado y contaremos con lo que la propia noche nos pueda dar.

¿Es el cierre de una etapa, hay más objetivos?

Es un programa muy digno, y viendo la complicidad que hay por parte de la gente parece que el programa seduce. No nos fijamos ni cifras ni objetivos, no queremos perder la ilusión. Queremos seguir noche a noche, disfrutar de lo que hacemos y hacerlo con pasión. Cuando haces algo con pasión la gente lo siente y lo percibe. La pasión es contagiosa.