vitoria. Los espectadores de la televisión pública vasca le han visto en lugares muy diferentes porque lleva siete años rodando por el mundo, desde La Habana a Pakistán, desde Haití a Washington. En medio pasó por Bilbao y Madrid, pero su verdadera vocación es ser corresponsal o enviado especial.
¿Cuánto tiempo lleva en París? ¿Le dio algún consejo su antecesor, Ander Arzak?
¿Algún consejo? ¡Me pasó toda una larga lista de consejos! En París llevo desde octubre de 2009 y todavía suelo tener a mano ese documento de word que me pasó Ander explicando cómo era su día a día, cuáles eran sus principales fuentes de información... Además me pasó su casa, que después de ver como está el mercado inmobiliario parisino... ¡Ohlalá! Tremendo favor el que me hizo mi compañero...
¿Es difícil la política francesa?
Todavía me pierdo en alguna ocasión, pero creo que es porque sigo siendo nuevo. No controlo los tiempos, ni los trámites que tiene que pasar una ley, por ejemplo. Nada que no se pueda solucionar con buenas fuentes, aunque en este momento no hay nada seguro. Con su popularidad bajo mínimos, Sarkozy se replantea ya su Gobierno y hay porras abiertas sobre los futuros ministros.
¿Qué piensan los franceses de a pie de la pareja presidencial?
Me da la impresión de que la pareja dejó de ser novedad hace tiempo. Sus supuestas infidelidades han dado que hablar este año, pero por lo demás poca cosa. Creo que hubo años en los que la Bruni dio más la nota. Ahora toca verla en la próxima entrega de Woody Allen. Las treinta tomas que hicieron falta para grabar cómo salía de un comercio la han devuelto a los titulares.
¿En ETB siempre le piden crónicas serias o hay margen para las frivolidades y conspiraciones del Elíseo?
Siempre hay margen para lo que es noticia. Lo que pasa es que a veces es difícil discernir lo que pueden resultar banalidades de los asuntos de Estado. Eso sí, en Francia cualquier cosa se convierte en asunto de Estado, como las supuestas infidelidades presidenciales o la huelga de la selección de fútbol.
Ser corresponsal en París parece un sueño. ¿Está contento o es demasiado tranquilo para usted?
Estoy muy contento. Además como me han dejado compaginarlo con algún que otro viaje como enviado especial, no me puedo quejar. Como ciudad, París ofrece un montón de posibilidades, y ahora en verano muchas más.
Usted habla inglés y francés. ¿Está estudiando más idiomas para futuros destinos?
¡Para el carro ! Eso de que hablo francés es un decir. Todavía sigo perfeccionándolo. Este verano estoy pasando cinco horas al día en la universidad y compaginarlo con el trabajo esta siendo agotador. Por suerte, pronto termina el intensivo. Cuando estuve en Jerusalén le di un poco al árabe, pero como con el inglés acababa llegando a todas partes, tampoco era tan necesario.
¿Cómo empezó en EITB?
Antes de ir a Oriente Próximo, hice dos años de becario en Euskadi Irratia y uno en los informativos de ETB. Terminada la universidad, mi primer destino fue Oriente Próximo. El proyecto lo fui preparando con muchísimas ganas durante mi último año de carrera.
¿No tuvo dudas?
No. Lo que tenía claro era que quería trabajar como corresponsal. El destino más o menos me daba igual. Vi que con el grupo EITB en Oriente Próximo había posibilidades y no me lo pensé dos veces. Por aquel entonces, TVE tenía en Jerusalén a la mítica Ángela Rodicio. Siempre que la veía en pantalla pensaba que esa mujer, por muchas historias de guerra que contase, debía de tener una vida normal. Poco después lo pude comprobar yo mismo. Tras unos tres meses de adaptación, pronto empecé a hacer vida normal en Jerusalén, una de las ciudades más bonitas del mundo, por cierto.
En su decisión de aceptar, ¿influyó la zona del mundo en la que iba a trabajar?
Quienes tuvieron que aceptar fueron mis jefes, porque fui yo quien les propuso abrir la corresponsalía en Oriente Próximo. Aunque en un principio no tenía preferencias por la zona, pronto me empezó a atraer. Enseguida vi que la experiencia profesional, y sobre todo personal, iban a ser inolvidables. Y así fue.
Entonces tenía 22 años, ¿entendía lo que era el conflicto palestino?
Siete años más tarde sigo sin entenderlo... ¡Jajajaja! Llegué con una mano delante y otra detrás. Con muchísimas ganas de informar y contar historias, pero poco más. Lo bueno es que Jerusalén es una de las ciudades con más corresponsales por metro cuadrado del mundo, y además no va cualquiera. Allí están los senior. Yo me puse en sus manos. Con esos veteranos del periodismo aprendí a encontrar la noticia, a ir más allá de la información... Me enseñaron mucho sobre el conflicto, pero sobre todo me enseñaron a hacer mi trabajo. Les estoy muy agradecido.
Le tocó cubrir el funeral de Arafat. ¿Se dio cuenta de que estaba viviendo un momento histórico?
El día en que llegaba el féretro desde París todo empezó pronto. Desde la mañana ya teníamos la impresión de que aquel día iba a pasar a la Historia. Una página que esta vez nos tocaba contar a nosotros. Lo vivimos con muchísima emoción. A medida que avanzaban las horas, esa emoción iba creciendo más y más, porque iban llegando más y más palestinos a despedir al rais. Todavía se me pone la carne de gallina cuando lo recuerdo. Los edificios cercanos al cuartel de Arafat estaban tomados: sus ventanas, sus tejados... Eran como millones de hormigas, todas con unas ganas locas de dar el último adiós a su líder. A mí en general el gentío siempre me pone mucho las pilas, pero aquella masa de gente en Ramallah es la que más me ha impactado hasta ahora.
A su regreso en 2006, ¿no le pareció aburrido el periodismo parlamentario en Madrid?
El primer año y medio no me aburrí nada, porque todo era nuevo. Además también tuve muy buenos consejeros. Evitaron que me la pegara en más de una ocasión. Con el periodismo político uno tiene que medir más las palabras y yo no estaba muy acostumbrado a eso. Pasar por Madrid me sirvió de mucho, pero la verdad es que sí, al poco tiempo me aburrí. Además, trabajábamos al dictado de la redacción central, yendo a las convocatorias que ellos nos pedían y así había poco espacio para la creatividad. Eso me tenía un poco amargado.
En ese periodo fue varias veces a Cuba. ¿Se imaginó que le podía tocar cubrir la muerte de Fidel, un personaje tan mítico como Arafat?
¡Oye! Que todavía no ha muerto. Si los de la Asociación Euskadi-Cuba te escucharan... Por menos de nada me montaron a mí un vídeo en la web diciendo que era un enviado de la prensa de Miami. Haciendo periodismo en Cuba, a uno lo critican por todas partes. Yo no me imaginaba trabajando en Cuba, pero sí quería visitar la isla antes de que Fidel dejara la presidencia. Al final la visité con viaje pagado y todo, y además desde allí pude hacer lo que más me gusta: contar historias.
También estuvo en la elección de Obama. Parece usted Forrest Gump, aparece en todas las situaciones históricas...
(Carcajada). No se me había ocurrido. ¡Los bombones también me gustan mucho y mi madre me da buenos consejos aunque no los repita en antena! ¡Jajajaja
Además de en el terremoto de Haití, estuvo en los de Pakistán y Perú. Esa especialidad no se estudia...
No se estudia, pero estar en uno, y en otro, y después en un tercero, ayuda a la hora de enfrentarse a situaciones extremas. Uno sabe cuáles van a ser las dificultades que se va a encontrar. Aunque eso sólo es la teoría, porque después en la práctica la verdad es que el de Haití, el último de los tres que me ha tocado cubrir, ha sido el que más me ha afectado.
¿Se puede seguir siendo un profesional en medio de tanta muerte y destrucción?
No queda otra. Seguir haciendo tu trabajo es lo que te mantiene en pie. El trabajo es lo que da sentido a que tú estés en medio de tanta destrucción. Al final el trabajo es la trinchera que nos protege de la dura realidad, y lo que hace que no nos derrumbemos. Eso sí, tampoco podemos dejar que nos anule como personas y si en un momento dado hay que ayudar antes que trabajar, se ayuda!
¿Un corresponsal desconecta alguna vez o está siempre de guardia?
Desconecta, vamos que si desconecta... Para desconexión la mía en fiestas de Bilbao. Llevo pensando en Marijaia desde hace semanas... Eso sí, de fiestas pero siempre con el móvil cerca por si las moscas. Las noticias no entienden de Marijaias.