A estas alturas, ya habremos escuchado algo sobre la declaración de monopolio ilegal que hizo la Comisión Federal de Valores de los Estados Unidos en relación a la empresa Facebook. Antes de empezar el artículo, cabe señalar que en lo sucesivo, cuando digamos Facebook, nos referimos a la empresa que agrupa dentro de ella sus tres productos estrella: Instagram (la herramienta de fotografía social), WhatsApp (la herramienta de mensajería instantánea más relevante del mundo) y Facebook (la herramienta social con mayor número de usuarios).

Las razones para declarar esta empresa un monopolio ilegal, en cierto modo, son sencillas. El comunicado concluye que no debía haberse permitido la adquisición e integración de Instagram y WhatsApp (que antiguamente eran empresas independientes y fueron adquiridas en 2012 y 2014 respectivamente). Actualmente, Facebook concentra un poder global sobre las comunicaciones y la cultura que es difícil de frenar. Es importante enfatizar en este punto los dos aspectos: la comunicación social en la distancia, un espacio otrora público, ahora es intermediado por una gran empresa privada. La cultura, uno de los bienes inmateriales más preciados de cualquier civilización, está claramente moldeada por sus algoritmos. Mezclar esos dos planos con una gran empresa privada, evidentemente, no es buena idea. Por lo que al menos, inicialmente, parece bien fundamentada la exposición.

Más allá de conceptos mercantiles y civiles, creo que cabe poner encima de la mesa otro argumentario menos citado en medios: el tecnológico. ¿Cómo de fácil sería dividir Facebook? Por más que el usuario piense que son tres herramientas separadas, hoy en día comparten la infraestructura tecnológica que subyace y da soporte en el día a día. Se trata de una tecnología que sirve la publicidad, filtra y modera los contenidos, e intercambia a la velocidad de la luz datos entre ellas. Cuentan muchas veces la anécdota del tiempo que le llevó al equipo técnico de Instagram migrar todas nuestras fotos de servidores de Amazon a los propios centros de datos de Facebook. Una muestra más de la persistencia de Zuckerberg por tener todo centralizado (que, ojo, tiene todo el sentido que así sea). Por lo tanto, podemos entender la empresa Facebook de hoy, 2021, como una gran red social en la que existen tres ecosistemas de relación diferentes.

Por lo tanto, el debate más que dividir o no (en eso estaremos de acuerdo), es cómo hacerlo. Porque, a efectos prácticos, aunque se separen las tres herramientas, ¿se irá solo la herramienta sin sus usuarios y datos? ¿Estará Facebook dispuesta a ceder fácilmente los datos generados en Instagram o WhatsApp de un usuario? Esta disyuntiva es precisamente lo que llevamos alertando hace varios años algunos y algunas: que la dejadez en empresas privadas de este enorme conocimiento de la ciudadanía iba a traer precisamente situaciones como esta. Ahora resulta difícil disociar una herramienta de sus bases de datos.

Es difícil, lógicamente, saber si Mark Zuckerberg tendría algún plan antidivisión montado. Pero lo cierto es que sus movimientos en pro de la integración ahora le resultan tremendamente rentables. Porque la realidad es que el equipo de ingeniería de Facebook ha estado trabajando durante años para que el dato no dependa de la herramienta, sino de la empresa. Y esto nos lleva a hacernos nuevas preguntas. ¿Podría haber otras empresas en situaciones parecidas? Para el caso de Facebook quizás lleguemos tarde y su solución sea compleja. Pero, ¿estaremos a tiempo de introducir a nivel mercantil -para las operaciones corporativas- alguna medida que evite esto a futuro?

Ante este planteamiento es por lo que en repetidas ocasiones he defendido que las empresas deben liquidar y utilizar sus datos en una cámara de compensación centralizada. Lo que a todas luces no tiene ningún sentido es que un activo tan preciado como son la comunicación y la cultura y los datos que de dichos planos se generan, sean gobernados e integrados por una empresa que cotiza a billones de dólares en un mercado alejado de donde estos datos son generados.