Todos los ascensos del Deportivo Alavés, y desde su nacimiento DNA ha vivido tres, han sido especiales, pero el de 2016 guarda un aroma especial porque supuso el regreso al cielo después de una largo paseo por el infierno, en el que el club casi se consume por sus deudas económicas.
Diez años después de haber abandonado la élite, la portada del 30 de mayo de 2016 reflejaba la alegría del ascenso de un equipo con el que nadie contaba en las quinielas, pero que, forjado a sangre y fuego por José Bordalás y liderado por leyendas alavesistas como Manu García y Víctor Laguardia, hizo saltar todos los pronósticos con una temporada para el recuerdo.
“Fue la culminación del objetivo que a largo plazo tenía el club y lo logramos antes de lo previsto y era muy importante viendo de dónde veníamos y supuso sentar las bases de lo que ha sido el Alavés estos últimos años. Fue un día inolvidable, con un grupo humano increíble y cumplimos el sueño de subir a Primera con el Alavés”, recuerdan Manu y Laguardia.