- La invasión rusa de Ucrania ha acelerado los deseos de Kiev -junto a Moldavia y a Georgia- de entrar a formar parte de la Unión Europea (UE). Un proceso en el que están desde hace años varios países de los Balcanes, pero que ha empezado con una marcha adicional para los nuevos aspirantes, pese a la vocación europea que ya mostraba Kiev desde la revolución del Maidán a finales de 2013.
Tras recibir a principios de marzo las solicitudes formales de adhesión por parte de Kiev, Chisináu y Tiflis, Bruselas ya ha entregado a estos gobiernos los cuestionarios previos a que la UE les otorgue el estatus de candidato, el primer paso de unas negociaciones estrictas que no garantizan la admisión en un plazo concreto.
Lo saben bien países como Serbia, Macedonia del Norte o Albania, todos ellos con ese estatus desde hace al menos ocho años; de ellos, solo Serbia está ya en la fase de negociación y aún lejos de convertirse en miembro.
Bruselas se basa en las respuestas a esos cuestionarios para elaborar su informe sobre las opciones de un país de ser candidato a la UE, un proceso que se quiere resolver en semanas o pocos meses pero que aún así requiere también la unanimidad de los Veintisiete.
“La Comisión Europea se está moviendo más rápido para dar su opinión, pero eso es todo por ahora. Todavía tenemos que ver cómo decide el Consejo Europeo y qué viene después del estatus de candidatura, si es que se da”, apunta a Efe la investigadora del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad y profesora de Geopolítica de Europa en la Universidad Carlos III, Ilke Toygür.
En este momento, subraya la analista, “el foco está en la candidatura, nada más”, porque “lo que vendrá después es mucho más complicado: Ucrania es un país en guerra y hay muchos otros países candidatos que esperan mejorar su estatus con la UE”.
A la UE se le abre la disyuntiva entre incluir esa perspectiva europea de Ucrania en su actitud de solidaridad sin precedentes con el país, con medidas que superan los 1.500 millones de euros de ayuda militar, o asumir la postura, más realista, de que las condiciones de entrada de Ucrania en la UE no serán menos estrictas que para otros aspirantes.