- El cierre de las fronteras entre los países europeos, cada vez más frecuente desde los atentados de 2015, hace necesario analizar los motivos y corregir los problemas detectados, con vistas a la reforma del espacio de libre circulación. Así lo defendió ayer la Comisión Europea (CE) en el primer Foro sobre el espacio Schengen.
Los atentados ocurridos en Francia y Austria entre septiembre y noviembre, llevaron al presidente francés, Emmanuel Macron y el canciller austríaco, Sebastian Kurz, a reclamar la reforma urgente de Schengen, para una mejor protección de las fronteras externas frente a la amenaza terrorista. En su última videoconferencia, a mediados de noviembre, los ministros de Interior de los 27 incluyeron una mención expresa al objetivo de optimizar la protección de las fronteras externas para “saber quién entra y quién sale”, aumentando los intercambios entre los países sobre personas que sean una amenaza e impidiendo que combatientes extranjeros entren sin ser detectados.
“Entre 2006 y 2014 los controles en las fronteras internas fueron reintroducidos 35 veces. Entre 2015 y 2020 el número ascendió a 2005”, declaró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien consideró que se trata de un aumento “significativo” y llamó a averiguar “los motivos que hay detrás y abordarlos”.
La presidenta de la CE se mostró confiada en el futuro de Schengen, que consideró uno de los grandes hitos europeos, pero advirtió de que “no hay que darlo por hecho” y llamó a trabajar en tres ámbitos, empezando por unas “fronteras externas seguras”.
Por su parte, la comisaria de Interior, Ylva Johansson, alertó del efecto negativo que unas fronteras cerradas podría tener en la futura recuperación económica post covid. Johansson citó distintos informes, incluido uno de la propia Comisión Europea, que ponen de relieve el fuerte impacto que la limitación de la libre circulación de bienes, personas y servicios tiene sobre el PIB de los Estados miembros.