a pasión intransigente (y por tanto, irracional) ha sido una característica de la política en los Balcanes a lo largo de la Historia. Y su último episodio se ha registrado en Croacia, donde el jefe de Gobierno - Andrej Plenkovic - es malquisto por los afiliados de su propio partido (HDZ) pese a haber ganado los comicios legislativos de primeros de julio.
Para que la situación sea aún más paradójica, el HDZ (Comunidad Democrática Croata) le debe a Plenkovic tanto la victoria electoral de 1916, como la actual y que siga siendo el mayor partido político del país. Porque si bien el HDZ ha sido el gran protagonista de la política croata desde el siglo pasado, su empecinamiento en una ideología sumamente conservadora y ultranacionalista le está restando afiliados.
Y es que las raíces del HDZ se han nutrido desde su nacimiento en un patriotismo pasional y excluyente que en lo social es de un conservadurismo casi igual de visceral e inflexible. Una actitud que la sociedad entiende y aprueba. Hasta el extremo de que, en los últimos lustros, al HDZ los mayores rivales le han surgido en el extremo conservador. Hoy en día el Movimiento Patriótico - ultranacionalista, que fue primera vez a las urnas en las pasadas legislativas - es ya la tercera fuerza.
Aún hay más de lo mismo: en las últimas presidenciales la candidata del HDZ - Kolinda Grabar-Kitarovic - se presentó con un programa tan chauvinista que dejaba en pañales el ideario del Movimiento Patriótico. Las perdió, no obstante, contra Zoran Milanovic tanto por el escaso atractivo de su oferta para izquierdas y ultraderechas como por el malestar social ante el auge de la corrupción
El revés de Grabar-Kitarovic fue el argumento de Plenkovic para acudir ahora a las urnas con una apertura al centro. Aduce el hombre que esa querencia nacionalista rayana en el racismo y el exclusivismo social impiden que el HDZ pueda ser el partido de una mayoría nacional. Para dominar también en el futuro, arguye Plenkovic, el partido ha de crecer incorporando ideas centristas y moderados.
Pese a la renovada victoria electoral, el grueso de los afiliados del HDZ discrepa de la orientación del jefe de su partido. Las protestas se hacen con sordina porque nadie quiere desmontarse de un caballo ganador. Pero en Croacia los intransigentes le acusan de "ser poco croata", crítica que se basa en su aperturismo y en que Plenkovic haya ocupado muchos años un escaño en el Parlamento Europeo. Y en las filas de la oposición se recuerda también que la gran tarea pendiente de los Gobiernos de Plenkovic sigue siendo la lucha contra la corrupción.