ace solo seis meses la principal crisis que se cernía sobre la Humanidad era la del cambio climático y el reto mayúsculo que debíamos afrontar era la sostenibilidad del Planeta. La pandemia del covid-19 podría hacernos pensar que evitar su contagio ha eclipsado cualquier otro objetivo. Pero nos equivocaríamos si no aprovecháramos una situación que pese a ser tan terrible y estremecedor, es pasajero como tantas enfermedades que nos han afectado, para cambiar el modelo de producción y consumo. Tenemos la opción de convertir un problema en una oportunidad, en el momento que Europa vive su mayor crisis después de las dos grandes guerras mundiales. El sistema se ha parado en seco, la economía lineal se ha confinado y nuestros hábitos de conducta y estilos de vida están puestos en cuestión por un virus capaz de extenderse a toda velocidad por nuestro espacio común europeo. La Unión Europeo posee la hoja de ruta y el talento necesario para resetear el sistema y avanzar con paso firme hacia la Economía Circular.
El mejor ejemplo de esta transición ecológica hacia la Economía Circular en la UE lo ha venido representando Finlandia. Cerca del 50% de su actividad económica, traducido a PIB, está circularizado. Los finlandeses calculan periódicamente su huella de carbono, educan a sus niños y jóvenes en prácticas circulares de sostenibilidad y sus principales centros de investigación y universidades innovan continuamente en procesos industriales de reducción de las emisiones de carbono y de los residuos. Los finlandeses, pues, nos demuestran año a año, que se puede vivir de otra manera más eficiente, más segura y, por supuesto, más sana, sin dejar de ser rentables. Tanto creen en el camino que hace décadas emprendieron que una de sus principales instituciones es la Fundación pública SITRA, dedicada a la Economía Circular, que para evitar los vaivenes de los cambios políticos en el Gobierno, depende directamente de su Parlamento. Una Agencia pública horizontal y multidisciplinar a cuyo frente está nada menos que Jyrki Katainen, hasta finales de 2019 Vicepresidente de la Comisión Europea y Comisario europeo de Fomento del Empleo, Crecimiento, Inversión y Competitividad, y Primer Ministro finlandés de 2011 a 2014.
A SITRA le debemos un documento de que propone siete medidas, realizado mediante un proceso público participativo, con el fin de fomentar un debate dinámico que fomente ideas capaces de ser canalizadas en proyectos y políticas de actuación. Lo ha llamado “Siete formas sostenibles de apoyar la economía y el empleo” y se basa en: 1. Un primer Paquete de Inversión Sostenible, mediante fondos de inversión pública que inyectarían a proyectos de transporte público, de movilidad eléctrica a nivel nacional y local, en toda la UE. 2. Un segundo Paquete de Inversión Sostenible, que respaldaría con inversiones privadas mediante avales públicos en, mejoras energéticas de edificios residenciales y tecnologías de bajas emisiones para la industria. 3. Medidas de exención fiscal para los gastos del hogar basadas en actualizaciones de energía doméstica y el cambio a fuentes de energía renovables. 4. Una ayuda para compra de soluciones sostenibles que ofrecería a los consumidores un mayor apoyo financiero para inversiones sostenibles. 5. Una ayuda de transición para la industria del transporte internacional contendría incentivos para invertir en flotas energéticamente eficientes. 6. La licitación competitiva dentro de la tecnología sostenible que alentaría la inversión en fuentes nacionales de energía renovable, como la energía eólica, eólica marina o la fotovoltaica. 7. Una reforma fiscal sostenible que introduciría de inmediato una reducción de los impuestos sobre las rentas del trabajo, que se compensaría aumentando los impuestos ambientales y de consumo una vez que la crisis actual haya terminado.
Queramos o no, muchas de las cuestiones que está planteando la pandemia van a cambiar nuestras vidas. El mero hecho de tener que trabajar con mayores medidas de seguridad sanitaria, con espacios de relación más amplios, incrementa costes de la oferta y reduce la demanda. Esta quiebra del proceso lineal de consumo de nuestra actividad económica, nos obliga a repensar todo, pero lo primero nuestros estilos de vida. Hacer más con menos es ya una obligación por responsabilidad ecológica y por necesidad de subsistencia. Aun tenemos recursos públicos y capacidad de endeudamiento si los empleamos en una nueva dirección. La Unión Europea con su fortaleza como proyecto de ideas y valores es el mejor espacio para esta transición. La voluntad existe, queda la tarea y, ahora, la urgencia de hacerlo inmediatamente.