Boris Johnson y todos los brexistas del Reino Unido confían en que Saïd Javid, un británico de 50 años y origen pakistaní, amortigüe el batacazo de una más que probable salida dura del Reino Unido de la Unión Europea.

Johnson y Javid tienen muchas cosas en común: conservadores a rabiar, ambiciosos hasta la vanidad, anticomunitarios por narices más que por razones, y fabricantes de ilusiones en contra de las realidades financieras. Pero Javid y Johnson se diferencian en muchísimas más cosas; sobre todo en el currículum.

Mientras el nuevo primer ministro es un arquetipo de político surgido de la élite británica, su nuevo ministro de Finanzas procede de las capas más humildes. Y la lista se puede alargar lo que se quiera : por ejemplo, que a Johnson no le han durado las parejas y Javid, musulmán, tiene un sólido matrimonio con una británica cristiana - Laura King -y educa a sus 4 hijos en la fe cristiana.

A todo esto el currículum de Javid no es solo el contrapunto a la biografía de Johnson; es, ante todo, una muestra de que la sociedad británica ha evolucionado se ha vuelto aperturista (pese al Brexit) y acepta en su cima a inmigrantes asiáticos. En el nuevo Gobierno está junto a Javid otra asiática, Priti Patel, como ministra del Interior.

Javid, cuyo padre llegó del Pakistán sin dinero y se ganó la vida como conductor de autobús en la ciudad de Rochdale antes de abrir un pequeño negocio, cursó el bachillerato en escuelas públicas para licenciarse en Económicas en la Universidad de Exeter. Quiso entrar en la Banca Rothschild, pero a esta no le gustó ni el diploma ni el origen de Javid, lo que fue una suerte para este. Porque las calabazas del banco británico le impulsaron a buscar fortuna en Nueva York -en el Chase Manhattan-, llegando a vicepresidente. Con los laureles neoyorquinos regresó a Londres (años 2000), la filial del Deutsche Bank, donde en cuatro años ascendió a director ejecutivo, el cargo más alto fuera del consejo de administración.

Tantos éxitos financieros (debidamente remunerados) despertaron las ambiciones políticas de Javid. El año 2009 cambió los negocios por la política y fue elegido diputado por Bromsgrove, una actividad que desarrolló con tanta fortuna como en la banca. En el 2014 fue nombrado ministro de Cultura y luego asumió las carteras de Economía, Urbanismo e (2108) Interior. Javid se declaró siempre admirador de Margaret Thatcher y ha seguido siempre la línea dura de esta. Su paso por el Ministerio del Interior fue marcado por un rechazo lindante en cruel de todos los fugitivos que querían refugiarse en Gran Bretaña, “Si han llegado al Canal de la Mancha, en tierra segura - decía - ya no son fugitivos”.

Es ahora, con el Brexit en ciernes, cuando la fulgurante carrera de Javid puede tener su primer revés. Por una parte, se ha sumado a la apuesta voluntarista de Johnson en la pugna con la UE y ha trazado planes de amortiguar los desgarros -se habla de un déficit de 30.000 millones de euros- de la probable salida sin acuerdo a base, ante todo, de dos fondos: uno de cien mil millones de libras en cinco años para infraestructuras y otro de cincuenta mil millones de libras para viviendas. Pero no ha dicho hasta la fechas de dónde va a salir tanto dinero (más el de las rebajas fiscales prometidas por Johnson) cuando las deudas ya son grandes y los pronósticos coyunturales, pésimos. Claro que como en el tema del Brexit manda el corazón y no la razón, lo de menos son las realidades.