Atenas - Tras su derrota en las elecciones generales del pasado domingo, Alexis Tsipras tiene ahora ante sí la tarea de continuar transformando el otrora partido de ultraizquierda griego, Syriza, en una fuerza de corte socialdemócrata, metamorfosis que comenzó tras la firma del tercer rescate.
En estos años, el discurso y el comportamiento político de Syriza han cambiado radicalmente. En lugar de la confrontación con las instituciones europeas de los primeros seis meses de 2015, el Syriza de hoy en día se presenta como defensor de los valores europeos frente al populismo ultraderechista en Europa.
El 31,5% de los votos alcanzado por Syriza en las elecciones del pasado domingo -menos de cuatro puntos porcentuales por debajo de lo que consiguió en las elecciones de septiembre de 2015-, demuestra que la mayoría de sus electores no añoran el discurso radical del pasado.
Tsipras ha interpretado este apoyo como un mandato para transformar Syriza en “un partido de masas, moderno y progresista”.
El exprimer ministro, que desde su elección a la presidencia del gobierno de Syriza en 2007 ha confeccionado un partido a su medida y es su líder indiscutible, no encontrará tampoco en las bases resistencia en su esfuerzo por transformarlo. Los disidentes hace tiempo que abandonaron el partido. Lo hicieron tras la firma del tercer paquete de asistencia financiera, en julio de 2015.
“El periodo en el que compartíamos con otras formaciones ultraizquierdistas el mismo espacio político y adoptábamos elementos de su identidad política ha acabado. Más que nunca, debemos ahora transformarnos en la mayor fuerza política que lucha por la democracia, la dignidad y los derechos sociales”, sostiene el director del periódico Avyí, órgano de Syriza, Ánguelos Tsékeris.
Uno de los retos que afronta Tsipras es unir a todo el espacio progresista, algo que reivindica desde hace tiempo a nivel europeo. En Grecia se ha dado de bruces, pues el partido que más representa esta corriente, la formación Kinal -heredera de la histórica Pasok- le ha negado toda cooperación.
En Europa, Tsipras solía acudir como invitado a las reuniones del Partido Socialista Europeo junto a la líder de Kinal, Fofi Yenimatá. En Grecia, ella se negaba a darle la mano. “El espacio progresista necesita un solo partido grande y popular, con una base sólida en la sociedad, los sindicatos y en los municipios”, sostiene Nikos Pappás, hasta ahora ministro de Política Digital y considerado el alter ego de Tsipras.
En ese contexto, el secretario de organización de Syriza, Panos Skurletis, ha anunciado que este mismo año el partido celebrará un congreso ordinario que debatirá el futuro curso programático. “El partido debe adaptarse a las necesidades del periodo que vivimos”, dijo Skurletis.
Los líderes de Syriza creen que durante su gestión gubernamental perdieron el contacto con la sociedad y atribuyen este fallo a que en comparación con la influencia electoral del partido, el número de afiliados es muy bajo. Con menos de 30.000, Syriza tiene casi la décima parte de miembros que la conservadora Nueva Democracia, ganadora de las elecciones del domingo, y seis veces menos que el partido socialdemócrata Kinal, sucesor del Pasok.
Syriza pagó cara esta carencia en las elecciones municipales de mayo al no tener suficientes candidatos, lo que llevó a que en varios municipios no pudiera presentar listas. Ahora, sin la distracción de las tareas de Gobierno, una de los objetivos principales será hacer trabajo de base, salir a la calle y captar afiliados.