Bruselas - El diario La Reppublica, el periódico más importante editado en Roma, abría su portada el pasado miércoles con un contundente titular: “Es oficial, hay dos Gobiernos”. El segundo diario con más copias del país transalpino reflejaba así una crisis en el Ejecutivo italiano que se ha ido fraguando desde el principio mismo de la inusual coalición que unió a las fuerzas de extrema derecha de la Liga y los populistas del Movimiento 5 Estrellas (M5S) el pasado mes de junio. Sin embargo, el recrudecimiento en el tono estas últimas semanas evidencia la fractura entre ambos partidos y especialmente entre sus líderes, los vicepresidentes de la república italiana Matteo Salvini (Liga) y Luigi di Maio (M5S). El culmen de esta crisis institucional y principal motivo de la categórica portada fue el accidentado Consejo de Ministros que acabó a altas horas de la noche de ese mismo miércoles.
Luigi di Maio, titular de Desarrollo Económico y viceprimer ministro, acudió una hora más tarde a la cita en la que se aprobaba un plan de crecimiento económico para Italia. El paquete aprobado, que incluye exenciones fiscales e incentivos a la inversión y procedimientos simplificados para las ofertas públicas, también incorporaba un alivio a la deuda de Roma, que en 2008 alcanzaba los 12.000 millones de euros.
Salvini, ministro de Interior, y también viceprimer ministro, rechazó inicialmente el plan de ayuda para la capital del país, cuyo ayuntamiento dirige Virginia Raggi, compañera de partido de Di Maio. Finalmente el plan se aprobó; aunque fue menos generoso que lo estipulado inicialmente.
La réplica del ministro de Desarrollo Económico al tira y afloja ocasionado por Salvini fue el justificante de su retraso. Luigi di Maio pedía en una entrevista en televisión la cabeza de Armando Siri, subsecretario de Estado de Transporte y asesor económico de Salvini, quien está siendo investigado por, presuntamente, aceptar sobornos por valor de 30.000 euros de una persona relacionada con la Cosa Nostra.
Unas diferencias, por otro lado, prácticamente insalvables desde el primer minuto. La cuestión migratoria, uno de los principales temas de debate desde que accedieron al poder, también ha causado mella en su Ejecutivo. Ambos partidos coinciden en la necesidad de que los inmigrantes que lleguen a las costas italianas no son responsabilidad única del país transalpino, pero la diferencia en el tono y las formas son sustanciales.
Mientras que Di Maio solicitaba a Malta que permitiera el desembarco de 49 inmigrantes el pasado mes de diciembre y tendía la mano a la llegada de mujeres y niños a los puertos italianos, Salvini ha liderado la oposición ultraderechista, compartida con Hungría y Austria, a la entrada de inmigración en Europa. “A mí me pagan el sueldo para defender la seguridad de los ciudadanos italianos, mi deber sigue siendo defender las fronteras, mares y puertos italianos”, aseguraba esta semana el ministro de Interior italiano.