Bruselas - Todo ocurrió de forma bastante rápida. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, recibió la notificación por parte del anterior secretario general de que dimitiría a día 1 de marzo. Solo unas semanas después y sin que los comisarios hubieran sido informados, el presidente del Ejecutivo comunitario presentó al colegio la propuesta de nombrar a Selmayr secretario general de la Comisión. Sin oposición: había otra candidatura pero se retiró, por lo que la única opción a elegir era la del hasta entonces jefe de Gabinete del presidente. La otra candidata resultó ser la jefa adjunta de Gabinete del luxemburgués, que tras el ascenso de su superior pasó a ocupar su cargo

Pero Selmayr (Bonn, 1970) no cumplía con los requisitos para el cargo, ya que para acceder al mismo antes hay que haber pasado por una serie de cargos que el alemán no había ocupado. Pero la Comisión Europea lo resolvió: el jefe de Gabinete de Juncker se convirtió durante unos segundos en vicesecretario general, un cargo al que sí que podía acceder, para automáticamente pasar a ser nombrado secretario general.

El ‘Maquiavelo de Bruselas’ El movimiento hizo saltar las alarmas. Selmayr es una persona muy popular, aunque no por buena fama: todos en el Ejecutivo comunitario saben de su férreo control sobre el presidente de la Comisión, limitando el acceso al mismo. Su dedicación al trabajo y sus manejos le han hecho merecedor de títulos como el Maquiavelo de Bruselas o el monstruo del Berlaymont. El Parlamento Europeo reaccionó rápidamente, pidiendo explicaciones a Juncker y a la Comisión, que en todo momento señaló que se trataba de un procedimiento “normal” y, en ningún caso, “ilegal”. En la Eurocámara había una sensación compartida: quizás no era ilegal, pero seguro era inmoral. De hecho el Parlamento insistió en que el nombramiento había “estirado” la ley.

Finalmente O’Reilly, la ombudsman europea, decidió investigar el nombramiento. Sus pesquisas vieron la luz ayer: la Comisión Europea cayó en una “mala administración” por no seguir las reglas de forma correcta. “La Comisión Europea creó una sensación artificial de urgencia para ocupar el puesto del secretario general para justificar la no publicación de una vacante”, asegura el comunicado enviado ayer.