Al lector le sorprenderá saber que Leonardo da Vinci solo pintara una veintena de cuadros a lo largo de su vida. Al menos esa es la cifra oficial de la que se tiene conocimiento y que los entendidos -dentro de sus deliberaciones- han alcanzado a autentificar, porque debido a la labor de sus aprendices, sus emuladores, a lo largo de los siglos, los copistas y los oportunos falsificadores, la cuantía de las pinturas atribuibles al genio de Florencia podría cambiar.
Durante una exposición en 2011/2012 en la Nacional Gallery de Londres dedicada a Leonardo, una pintura destacó sobre todas las demás. Se trataba del Salvator Mundi, fechado alrededor del año 1500. La obra había sido descubierta en 2005 y su propietario, que la había adquirido por menos de 10.000 dólares en Nueva Orleans, mandó restaurarla.
El arte como espacio de inversión
Los entendidos creyeron que el lienzo, que presenta una figura en primer plano de Cristo realizando una bendición mientras sostiene un orbe de cristal, podría ser en realidad una copia de otra pintura, dado que se conservan estampas muy similares a ésta de aquella misma época. Pero el mercado tenía una opinión muy distinta, contemplando el arte desde otra perspectiva. Que saliera a la palestra una nueva obra de Da Vinci revolvería sin lugar a dudas el negocio para que nadie olvidara al arte como espacio de inversión. Había transcurrido casi un siglo desde que se supiera del último cuadro del maestro renacentista, la Madonna Benois, encontrada en 1909.
El afortunado dueño de la obra hizo caja al terminar por venderla en una subasta por 75 millones de dólares. Su nuevo propietario sería un marchante suizo que en dos años ya se había deshecho del lienzo sumando 52 millones más al montante invertido. El coleccionista ruso que adquirió el retrato lo exhibió por todo el mundo hasta colocarlo en 2017 en una subasta en Christie’s.
La jugada comercial de ubicarlo en una puja de arte contemporáneo atrajo más miradas que si hubiera ocupado su espacio natural en otra… Y se desató la locura.
PINCELADAS Y FOTOGRAMAS
Mikel Razkin Fraile imparte desde hace varios años clases en varias localidades de Navarra y en 2022 recopiló 50 historias breves en un libro titulado Pinceladas y Fotogramas (Ed. Cántico).
El comprador quiso garantizar su anonimato al hacerse con el cuadro a través de un tercero, pero no tardó en saberse que quien había puesto el dinero encima de la mesa en la puja había sido Mohammed bin Salam (conocido como MBS), dueño de una ingente fortuna y heredero al trono saudí. Hasta ese momento el cuadro por el que más dinero se había pagado era Interchange, del pintor neerlandés Willen de Kooning (1955).
En 2015 la operación se liquidó en 300 millones de euros, superando la venta de Los jugadores de cartas, de Cézanne (1895) en 50 millones cuatro años antes. La cifra que desembolsó el príncipe saudí por la pintura de Leonardo se cifró en algo más de 450 millones de euros.
¿Dónde está el cuadro?
En estos momentos saber dónde se encuentra el cuadro es tan difícil como asegurar que realmente el lienzo es obra de Da Vinci. La opinión pública se encuentra dividida y es que tras esta espectacular venta se han sucedido una serie de acontecimientos que no paran de avivar las llamas.
En 2021 la policía italiana recuperó una copia del siglo XVI que había sido robada de una basílica napolitana un par de años antes, en 2022 se vendió por algo más de un millón otra copia del siglo XVII y además a todo esto hay que añadir que el gobierno francés se habría negado a acoger el cuadro del príncipe saudí en el Louvre, evitando con ello el blanqueamiento de la obra en relación a su autenticidad.
Y por último, ¿dónde está ahora el último cuadro de Leonardo? Lo más probable es que MBS lo tenga aún en su superyate Serene, una nave de 134 metros de eslora. Solo para sus ojos...
PARA SABER MÁS...
Qué leer: L’ultimo dipinto di Leonardo, de Ben Lewis (2019).
Qué ver: The lost Leonardo, de Andreas Koefoed (2021).