El presentador Julian Iantzi (1967, Woodland) no para ni un momento. Es ampliamente conocido por estar al frente de un programa que ya ha hecho historia de la televisión por sus complicados retos, pero también quedó para el recuerdo su paso por otro archiconocido formato, MasterChef, de donde asegura que aprendió bastante. Ahora, inmersos en la decimonovena temporada de El Conquis, anima a la gente a participar en las ediciones que vendrán.

¿Cuál cree que es la clave del éxito de El Conquistador? ¿Qué nos hace estar enganchados cada temporada?

Yo creo que al final los pilares del programa siempre son iguales: supervivencia, competitividad, y las relaciones personales dentro de esa competitividad y esa supervivencia siempre son igual. Es una aventura real, una aventura extrema real, y si bien el ADN siempre es igual, siempre se intenta que haya cosas diferentes. Cuando a la gente la sorprendes eso atrae, y es muy importante el casting. Todos los años hay todo tipo de gente, perfiles variados. Yo creo que esa pluralidad, que cada uno se siente representado con uno de los concursantes, atrae mucho. Hay que remarcar que esto va más allá de un programa de televisión. Es una aventura extrema que es de verdad, las 24 horas que pasan los concursantes son de verdad, el hambre que pasan es de verdad, y las alegrías también son de verdad. Todo se magnifica porque todo es real. Está considerado uno de los realities más duros del mundo porque aquí no falseamos nada. Lo que ves te puede gustar o no, pero es lo que hay.

Sin trampa ni cartón.

Eso es, sin trampa ni cartón. Yo siempre digo que al final hay dos aventuras. Una es la que la gente ve, que es un resumen de todo lo que ha pasado, y la otra es la que los participantes viven de verdad, su verdad, es la experiencia de sus vidas. ¿Es un programa de televisión? Sí, porque se ve en la tele. Esta realidad es una aventura que contamos con cámaras. Hay un guion y tal, siempre está más o menos todo lo que te gustaría hacer, pero es un reality que está tan vivo...

Que hay que improvisar.

Más que improvisar yo diría que te tienes que adecuar. En veinte años de experiencia es raro que nos pille con el pie cambiado, pero sí que nunca pasa lo que tú crees, o lo que a ti te gustaría, o lo que tú tienes organizado por decirlo de alguna manera. Nunca sabes. Te tienes que adecuar. Todo ese conjunto de cosas hace que el programa sea más que un fenómeno televisivo. Es un fenómeno social. Toda una generación que viene con 22 años ha crecido con El Conquis y ha soñado con ir a El Conquis. Para ellos es algo más que ir a un programa de televisión, es el sueño de sus vidas. Son cosas que luego muchas veces desde casa la gente no entiende, y el que está dentro dice “ostras, si yo era el primero en criticar esto. Y resulta que yo lo estoy viviendo y estoy haciendo lo mismo”. O “yo soy el primero que decía cómo no son capaces de hacer esto, y estoy yo aquí y no estoy siendo capaz”. Por eso muchas veces decimos que la gente habla muy fácil desde casa. Otra cosa es estar ahí. Eso lo entiende el que está y el que pasa por la aventura. 

Se ve la pasión con la que habla de El Conquis. ¿Qué fue lo que le enamoró de este formato?

Yo el formato ya lo conocía porque antes de hacer El Conquistador del fin del mundo hice La flecha amarilla, que fue un reality haciendo el camino de Santiago. Pero antes, en ETB1 yo ya había hecho nueve Basetxeas, que era también un formato reality. Toda esa dinámica ya la conocía cuando empezamos con la primera edición de El Conquistador del fin del mundo. ¿Qué me atrajo? El hecho de que ya estaba trabajando en ETB, y luego Argentina, Patagonia... Creo que Argentina es donde más euskal etxeas hay del mundo, por encima de Estados Unidos. Más de 5.000.000 de argentinos tienen ascendencia vasca. Ir a ese país hermano donde tenemos tantos compatriotas y hay tanta historia vasca... Yo que soy hijo de la diáspora, ir a un sitio de esos y poder conocer las maravillas del mundo, es increíble. Es una maravilla. Para mí eso fue una locura. Cada año me maravillaba el hecho de volver, y somos una familia, tenemos una relación que va más allá de lo profesional. Incluso para nosotros traspasa lo televisivo. Somos gente que nos queremos ver. La verdad es que es duro e intenso, pero el buen ambiente que se respira lo compensa todo. 

Es verdad que muchas veces nos centramos en El Conquis como un programa de supervivencia, pero nos olvidamos de esa parte social, de lo que ha traído consigo, ¿no?

Es que El Conquis es un baño de realidad para la gente, y es un montón de enseñanzas que en el momento igual no se dan cuenta, pero después sí. Me acuerdo de una vez que un concursante me dijo “aquí he aprendido a valorar lo importante, a valorar lo cercano. Tengo un padre que es un poco rudo, que sé que me quiere pero nunca me lo dice, y en esta aventura me he dado cuenta de lo realmente importante. Es más, lo primero que voy a hacer es acercarme, abrazarle y decirle “maite zaitut”. Gente que dura poco tiempo llega también a la misma conclusión. Y aquí como lo pasan mal, valoran lo bueno. 

Supongo que a usted también le pasará, que mientras dura el programa echará en falta todo esto.

Sí, lo que pasa es que llevo ya 22 años haciendo esto. 

Ya está curtido.

Sí, ya estoy curtido. Y no es lo mismo hace 22 años cuando no había prácticamente comunicación. Ahora, con las videollamadas, los whatsapps... aunque haya un cambio de horario importante prácticamente estás todos los días en comunicación. Hoy en día no hay excusa para intentar mantenerte cerca. Hoy en día es más fácil. Al principio sí que costaba. Sí son momentos duros, pero al final también pienso que si estoy aquí es porque yo lo he decidido, y voy a estar a full, y cuando vuelva voy a estar a full con ellos. Es intentar ver la botella medio llena. Por eso siempre les digo a los concursantes cuando están de bajón porque se están acordando de la familia que ellos están allí, y no quieren que vuelvan todavía. Que quieren que vivan esa experiencia, que es única.

Que cumplan ese sueño. 

Exacto, les digo que se centren con lo de aquí, que lo de allí no va a desaparecer. A veces consigo que se den cuenta y dar la vuelta, porque aquello es un constante dientes de sierra. Hay muchas cosas que te condicionan. Tanto lo bueno como lo malo se magnifica. 

Cuando llega a casa después de todo esto, ¿cómo le gusta desconectar?

El deporte ha sido siempre muy importante en mi vida, e intento entrenar casi todos los días. Yo por ejemplo en la pandemia lo pasé muy bien, porque mi vida es un constante rock and roll porque no paro, pero cuando hay que parar también sé estar parado. Y estoy parado pensando en que voy a disfrutar ese parón porque en nada me vuelve el rock and roll. Entonces, cuando estoy con rock and roll estoy pensando en estar parado, y cuando estoy parado el rock and roll sé que me va a llegar. En el sofá de mi casa tumbado estoy muy bien. También estar con la familia, con los colegas, coger la moto... Me gusta también colaborar con distintas asociaciones. Siempre intento estar activo pero también sé estar tranquilo. 

Como comentaba antes, se viven muchas penurias, y somos testigos de que algunas de las experiencias más duras ponen a prueba la paciencia del concursante más experimentado. ¿Cómo se gestiona esto?

Con total naturalidad, con la verdad. Y los enfrentamientos que tenemos concursantes-presentador también son de verdad. Ahí no hay guion, y cada uno defiende su parcela. Nos tenemos que hacer respetar, porque si ya pierden respeto a la autoridad, en este caso los presentadores, olvídate. Entonces, ¿cómo lo hacemos? Yo por lo menos siendo lo más natural y lo más normal posible. Cuando hacen algo bien les digo que lo hacen bien, cuando hay que animarles les animo y cuando les tengo que chillar les chillo. Es como en casa. Hay una frase muy buena de Korta, que decía “¿Quién chilla más que una madre a un hijo? ¿Pero quién quiere más que una madre a un hijo?”. Esto es la vida. Hay que ser uno mismo, tener carácter y aflojar cuando hay que aflojar y apretar cuando hay que apretar.

A veces pegar un par de gritos ayuda a liberar tensiones.

Claro, y muchas veces antes de que empiece la movida les empiezo a chillar yo. No hay mejor defensa que un buen ataque. Ya llevo veinte años haciendo esto. Pero es un dato más para que la gente sea consciente de que lo que se ve es real. 

Que sabe ponerse serio lo ha demostrado en todos estos años. Pero, ¿cómo es Julian Iantzi en las distancias cortas?

Me considero un tío alegre, pero evidentemente tengo mi carácter. Cuando me tengo que poner serio me pongo serio y cuando tengo que hacer cachondeo soy el primero en hacer cachondeo, pero creo que cuando se me conoce no creo que tengan la impresión de que sea una persona seria. Me gusta vivir alegre. Ser alegre no es estar todo el día contando chistes, que también los suelo contar, y ya me suele gustar, aunque cuente malísimos, pero sí que me gusta ser un poco alegre. Cuando me pongo serio en casa a veces me dicen “El de El Conquis que se quede allí” (risas).

Ha dicho que cuenta chistes, y no puedo evitar pedirle que nos cuente uno.

Mamá mamá. Que hay un extraterrestre en la puerta. ¿Cómo que un extraterrestre? Sí, dice que es de Planeta de Agostini (risas). 

Poniéndonos un poco serios, a principios de este año usted tuvo que plantarse ante los insultos en redes. ¿Cómo es estar permanentemente en el foco?

Pues tiene su parte buena y su parte mala. Creo que la gente que por su trabajo o lo que sea consigue una notoriedad, tiene que tener en cuenta siempre que lo importante es su entorno. Lo otro es proporcional. Cuanto más conocido seas, te van a aparecer más amigos, pero también te van a aparecer más enemigos. Entonces, eso va con el trabajo. A mí eso me da igual. El que no entiende que estamos haciendo un trabajo de comunicación es el que tiene un problema. Que caiga mejor o peor es algo en lo que no voy a entrar. Lo que me preocupa es la mentira, cuando te meten en una mentira y no puedes defenderte. Ahí es donde yo pienso que estamos desprotegidos. Porque ante la mentira y la amenaza, ¿qué haces? De alguna manera te sientes desprotegido, y a mí eso me parece injusto porque una cosa es lo que yo pueda sufrir, pero yo tengo mi entorno que ve esas cosas. Y esas cosas se permiten en redes sociales. El insulto y la mentira no son libertad de expresión, es un ataque. 

Lleva, como dice, 20 años al pie del cañón y ha pasado por diferentes formatos, llegando a pasar incluso por MasterChef Celebrity. ¿Hay algún plato que ya no falte en casa?

Las salsas, ya sea con carnes o albóndigas, encantan. Y luego el pescado. Es un poco ir probando y enredando, pero no suelo repetir dos salsas. Voy metiendo en base a lo que voy encontrando en el frigorífico, con un poco de criterio que he aprendido en MasterChef y sabiendo mezclar un poco los diferentes ingredientes -dependiendo de lo que sea le echaré vino tinto, o blanco, o cerveza, etc.-. Si no, pues voy probando. Aquí de untar pan a tope. 

Finalmente, me gustaría preguntarle en qué serie o programa participaría si pudiera escoger cualquiera. 

Si tuviera que repetir en MasterChef repetiría, me prepararía más y contrataría a un profesor para que me diera clases... Me gustó la experiencia. Y te puedo hablar de El Conquis. Yo participé en El Conquistador del Aconcagua y repetiría encantado. Y El Conquis, que lo conozco como presentador, también lo haría, y animo a la gente a que lo haga. 

Lo importante es que tenemos Julian Iantzi para rato.

Mi actitud es la de seguir dando guerra y seguir enredando. Soy navarro cabezón (risas).