Se ríe cuando se le comenta que durante un tiempo fue el yerno perfecto que toda madre quería para su hija. Disfrutó mucho con su personaje de Iñaki, pero sabe que hay que pasar página y centrarse en las nuevas iniciativas que la profesión le depara. Sigue al lado de Ane Gabarain, que vuelve a interpretar el papel de su madre en Amar es para siempre. Si en Allí abajo se enfrentó a su primera serie, además como protagonista, ahora el reto es hacer una historia que se emite de lunes a viernes en Antena 3. No le molesta que le reconozcan y dice que su fama no es de gran intensidad. Admite las zozobras laborales de su trabajo y las solventa a golpe de creatividad propia: si no le llaman, él se genera sus trabajos. Tiene un poco olvidado el dibujo, una pasión que le llevó a la facultad de Bellas Artes. Es divertido, amable y un hombre al que le gusta hablar.

Parece que Ane Gabarain le va a adoptar como hijo.

Hacemos el chiste de que no estamos en Amar es para siempre, sino en Ama es para siempre. En Allí abajo fue mi madre durante cinco temporadas y en esta serie, también de Antena 3, vuelve a serlo, y es una maravilla. En una serie como esta donde hay tanto conflicto, y después del cambio de registro brutal con Allí abajo, la relación que tenemos de madre e hijo, aunque hay mucho drama, lo de estar juntos es a veces como un pequeño oasis. Me alegra la oportunidad que me han dado la cadena y la productora, Diagonal TV.

Lo suyo es caer de pie en la ficción. Un año entero en una serie es una lotería.

La verdad es que sí. Fíjate como son las cosas, estamos acostumbrados a un modo de vida, seguimos una marcha donde el año se puede partir en proyectos y en cada uno de ellos no vas más allá de un trimestre, un cuatrimestre como mucho. En el caso de las películas, no son más de ocho semanas. Tenemos que tener más de un proyecto al año para poder sobrevivir laboralmente. En este sentido, Amar es para siempre puede ser un trabajo que dure diez meses. Lo que más me sorprendió cuando me llamaron para la serie fue el tiempo, pero también es un tiempo que pasa a la velocidad del rayo. En julio estábamos ensayando y en agosto rodando.

¿Se acostumbra a vivir en Madrid?

Estas semanas he tenido varias conversaciones sobre vivir en Madrid con compañeros y compañeras de la serie. Vivir en Madrid te gusta si hay trabajo. He estado aquí sin nada que hacer laboralmente y en esa situación, la tierra, Euskadi, me tira mucho más. Es otra la calidad de vida que yo personalmente encuentro en Urretxu, en Donostia… Tengo todo mucho más a mano y están mi familia y mis amigos.

¿Y echa algo de menos de Madrid cuando está en Euskadi?

Sobre todo la oferta continua y bestial de cultura que hay aquí. Cada semana podemos ir a ver dos o tres obras de teatro, podemos ir al cine, a exposiciones y llenas la semana con una oferta cultural de calidad y muy variopinta. Pero aun así, tener el mar y la montaña tan cerca, a la familia y a los amigos de siempre, no tiene precio.

Tener un proyecto de serie diaria invalida otras posibilidades, ¿no?

Es más difícil de compaginar que una película o una serie semanal. El año pasado tenía un programa en ETB, tenía una obra de teatro y estaba rodando la tercera temporada de Madres, y seguro que hubiera podido haber aceptado alguna película con algún papel secundario. Una serie diaria te exige otro ritmo y una dedicación total. Algunos compañeros llaman a esta serie Estudiar es para siempre. Después del rodaje diario nos llevamos trabajo a casa, aunque muchas veces intentamos adelantar en la medida en que se puede, pero tenemos que estudiar muchísimas secuencias. Hay un dato revelador: en cinco años de Allí abajo hicimos 69 capítulos. Ahora en un cuatrimestre hemos grabado más de 100.

¿Es buen estudiante?

Creo que memorizar los textos es como un músculo que se va haciendo a las necesidades que tienes. Cada día es más fácil, le vas cogiendo el truco al personaje, y los guionistas, que viven el día a día, adaptan los textos a quienes encarnamos a los personajes.

Si volvemos a su trayectoria podríamos decir que Allí abajo

Es un antes y un después, eso está claro. Soy muy afortunado porque no me ha faltado trabajo y si no tengo, me lo busco yo mismo. Sé que mucho de lo que tengo se lo debo a Allí abajo, el proyecto que me puso en un escaparate. Con el personaje de Iñaki he llamado la atención de otros directores de casting. También me ha dado la popularidad suficiente para seguir con mis propios proyectos de monólogos y obras de teatro. Allí abajo ha sido mi carta de presentación para muchas de las cosas que he hecho.

¿Cómo ve la posibilidad de continuar una temporada más en Amar es para siempre

Es muy difícil de vaticinar. Nosotros no tenemos información más allá de lo que está ocurriendo. No tengo muy claro qué va a pasar con el personaje a partir de este mes, de febrero o de marzo. En una serie diaria se ven los resultados de lo que se está grabando al momento y eso hace que haya ciertos giros de timón. Hay que considerar también la fórmula de Amar es para siempre, que es cambiar a la mayor parte del elenco cada temporada. Ahora mismo creo que el personaje no vivirá más allá de una temporada, pero nunca se sabe.

¿Y cómo va de ofertas?

Tengo más proyectos entre manos creados por mí mismo que ofertas derivadas de productores de cines o de series. Esa es la verdad. Tampoco estoy haciendo muchas pruebas, y es algo que echo de menos. No está saliendo mucho por ahí, pero te digo que soy muy cabezota y seguiré intentando que me salgan ofertas. Y si eso no ocurre, haré cosas por mi cuenta.

¿Le siguen llamando Iñaki por la calle o ha recuperado al Jon de toda la vida?

Sí. Ese personaje sigue estando muy presente. Creo que la gente recibió muy bien aquel proyecto y creo que no solo Iñaki, sino todos los personajes, se hicieron un hueco en el corazón de los espectadores que siguieron la serie durante cinco temporadas. Que me reconozcan por ello me parece muy satisfactorio.

A usted le gustaba el mundo del dibujo, del cómic. ¿Cómo lleva esa afición en estos momentos?

La tengo un poco olvidada, esa es la verdad. Estoy adaptándome a las nuevas tecnologías. Ahí estoy yo, con una tablet y un lápiz digital haciendo mis pinitos electrónicos en este campo, pero tengo muy poco tiempo. Todo lo que hago es a un nivel muy básico, pero veo tutoriales para ver si puedo ir mejorando. Eso sí, aunque en estos momentos el dibujo está alejado de mí, no descarto hacerlo en el futuro, aunque sea a través de una pantalla.

Es famoso, pero, ¿qué queda del Jon Plazaola que iba por las tabernas con sus monólogos?

Bueno, queda todo. ¿Por qué crees que iba a cambiar tanto? Pienso que seas famoso o no, es la esencia propia la que permanece. No le doy mucha importancia a lo de ser conocido o popular. Tampoco es algo que me haya cambiado la vida radicalmente.

Pero ya sabe, eso de que se le suba el éxito a la cabeza, que levite...

Pues no, ni una cosa ni otra, o al menos eso creo yo. Las cosas han cambiado en lo que respecta a ser conocido. Antes, cuando había un proyecto como Farmacia de Guardia, Médico de familia o Periodistas, había eso y poco más, así que era lo que veía la casi totalidad de la audiencia. Los actores que participaban en esas series eran muchísimo más conocidos de lo que lo somos nosotros ahora. Ahora hay muchos proyectos, y muy diferentes. Hay muchas plataformas y la gente tiene más donde elegir, afortunadamente. Esto también afecta a la popularidad y a la fama, que en estos momentos está más repartida, mucho menos concentrada que como lo estaba hace veinte o treinta años.

¿Le molesta cuando la gente se le queda mirando por la calle porque le suena la cara e intentan situarle?

Ja, ja, ja… No, no es una molestia. Me hace gracia. En el caso de Raúl, el personaje que estoy haciendo en Amar es para siempre, la gente de la calle, incluso los compañeros, me dicen: Pero cómo cambias, no pareces tú. Cambias de aspecto e incluso de manera de ser. Para mí eso es como un halago.

¿Se parecía más a Iñaki, un vasco inocentón de treinta y tantos años y virgen?

Ja, ja, ja… El aspecto físico era más similar al real. En lo demás, ¿qué te parece si lo dejamos?

Si usted quiere corremos un velo.

Mejor. Iñaki fue un gran personaje, el primero y además protagonista. Eso fue.

Hablemos de lo mucho que ha cambiado la forma de ver televisión con la llegada de las plataformas. ¿Ha cambiado también la vida de los actores?

Pienso que sí. Hay más oportunidades. Pero no solo está cambiando la vida de los actores, ha cambiado la forma de hacer ficción en el mundo. Fíjate, cuando empezamos a hacer Allí abajo se empezaba a hablar de las plataformas; estaban por ahí, pero no nos parecían cercanas. Daba la impresión de que pertenecían a un futuro a medio y largo plazo. No fue así y de pronto irrumpieron. Hoy son parte ya de la vida de todos nosotros y ha ocurrido en un corto plazo de tiempo.

¿Es usted fan de ellas?

Soy pro plataformas. Tengo varias instaladas en los dispositivos. Soy un fiel consumidor de series y es una forma de ver ficción que aplaudo y que disfruto.

¿Y profesionalmente?

Como actor y como posible creador de algún proyecto de ficción, también tengo que aplaudir a las plataformas. Nos dan más oportunidades en todos los sentidos que las que teníamos antes. La espada de Damocles que eran las audiencias en las teles generalistas se relativiza, porque el funcionamiento es diferente.

También las plataformas se miden con éxitos y fracasos.

Pero no de una forma tan feroz como en las teles generalistas.

¿Cómo se vive la incertidumbre de no ver un proyecto a corto plazo?

Aprendemos a vivir de una forma determinada. A nadie le puede pillar por sorpresa, porque es bien sabido qué incertidumbres afectan a cada sector laboral. Lo de no tener algo entre manos también es algo relativo, y debemos saber gestionarlo. Está muy bien esperar a que te llamen para hacer un bombazo, pero no es lo habitual. Tener algo entre manos es crear un proyecto entre amigos, aunque sea humilde, presentarlo a un teatro y hacerlo. Sé que no siempre habrá en mi vida un Allí abajo o un Amar es para siempre. Si no hay un proyecto a mano, mejor me lo hago yo mismo; quizá no sea tan pomposo, pero siempre tendré algo que hacer.

Jon Plazaola se declara pro plataformas, como espectador y como posible creador.

PERSONAL

Edad: 39 años (28 de marzo de 1982).

Lugar de nacimiento: Urretxu (Gipuzkoa).

Formación: Licenciado en Bellas Artes. Diplomado en Cine por el Instituto de Cine de Madrid.

Trayectoria: Lleva más de 20 años como monologuista. Recuerda con cariño sus actuaciones en los bares de Euskal Herria. Ha trabajado en ETB en distintos programas. En 2015 su suerte cambió cuando le ofrecieron ser protagonista de su primera serie, Allí abajo. A su vera, una actriz mucho más conocida, María León. Sin embargo, fue su personaje de Iñaki el que caló con fuerza en los espectadores. Durante cinco temporadas las audiencias auparon la historia de amor entre un vasco y una sevillana. Ane Gabarain era la actriz que hacía el personaje de madre dominante. Ahora, años después, vuelven a coincidir como madre e hijo en Amar es para siempre, al igual que la anterior de Antena 3. Tras el éxito inicial, ha participado en otras producciones televisivas como Patria y Madres. Amor y vida. En cine se la ha podido ver en Villaviciosa de al Lado y La pequeña Suiza.