A los diez años, este sabadellense ya dirigía obras de teatro en el colegio a través de adaptaciones de los cómics que leía y le gustaban. Más tarde, siendo adolescente, el vídeo fue su arma para seguir narrando lo que veía y lo que sentía. Tuvo claro que lo suyo iba a ser convertirse en director de películas y series, pero antes hizo un recorrido por todos los departamentos de una productora. Nunca se arrepintió de la profesión que eligió: "A mí, cada año me ha ido mejor que el anterior", asegura convencido. Ahora insta a los espectadores a ver su último trabajo ya terminado: Merlí: sapere aude.
¿Cuántas vidas le quedan a Merlí?
-Sus vidas se han agotado para nosotros. Nos encanta Merlí, amamos profundamente a Merlí, adoramos esta serie y adoramos lo que nos ha hecho sentir y lo que nos ha hecho viajar, pero es hora de pasar a una siguiente etapa.
¿Es especial esta última temporada?
-Es especial porque para mí y para el resto del equipo todos los trabajos lo son. Los espectadores se enfrentan desde su estreno a un montón de emociones fuertes. Hemos puesto a nuestro protagonista y a sus acompañantes en unas cuantas situaciones fuertes, y lo hemos hecho desde el tono Merlí.
¿Y a qué suena ese tono?
-A una historia que no va buscando cosas extraordinarias o extremas, sino a unos personajes que se acercan a la realidad de la mayoría de la gente. Pero también hemos sido bastante malévolos con el personaje principal como para que la gente se lo pase bien viendo a Pol y al resto de los compañeros de viaje que tiene. Todos los personajes tienen un montón de problemas y creo que esos problemas son cercanos e identificables.
¿Le gustan más las series que se acercan a la realidad?
-Me gusta contar historias y contarlas bien. Cada historia tiene su punto y no hay que forzarlas. Merlí cuenta problemas que todo el mundo identifica como propios o porque los conoce a través de personas de su entorno. Creo que ese grado de identificación puede terminar en un viaje interesante y del gusto de los espectadores. Quiero que lo pasen bien y mal al mismo tiempo.
Siempre se ha visto a Merlí como una serie con vocación juvenil.
-Sin embargo, nosotros la vemos como una serie adulta más que juvenil. Esa es nuestra vocación. Tenemos un público joven porque los protagonistas lo son, pero también hay uno adulto interesado en ver por dónde pueden discurrir los problemas y las alegrías de esos jóvenes. Sí que era juvenil la serie original, pero nosotros no teníamos ganas de contar la vida de un grupo de adolescentes. Nosotros hablamos de gente que tiene problemas y los capea para poder seguir con su vida.
¿Qué ingredientes hacen que esta historia sea aceptada por un sector de los espectadores?
-No sabes nunca cuál es el secreto de la receta. Hacer una historia es jugártelo todo. Yo juego a explicar historias con unos personajes que son lo más reales posibles. Nuestras referencias no están en la literatura, el cine o el teatro, sino en la realidad. Hablamos de gente que conocemos, incluso de nosotros mismos. En Merlí están nuestras miserias y nuestras alegrías. Estos personajes no son El equipo A, donde te encuentras con el guapo, el fuerte, el divertido y el listo.
¿Cómo es su vida tras haber dado carpetazo a Merlí?
-Estoy con una nueva serie para Netflix, Bienvenidos a Edén, y tengo otros proyectos previstos para desarrollar. Tienen muy buena pinta, pero aún están en una fase muy embrionaria.
Lleva usted mucho tiempo en la profesión...
-Creo que he estado prácticamente en todos los departamentos de un audiovisual. Durante casi diez años fui ayudante de dirección, en un momento dado di el salto a director, y desde entonces no he dejado de empalmar una serie con otra. Es una profesión que puede resultar a veces complicada en cuanto a tener trabajo, pero que resulta muy gratificante también. Estoy encantado de tener la oportunidad de contar historias que os toquen un poco el corazón.
Además de lo hecho, podríamos plantear con los directores el currículo de lo que pudo ser y no fue.
-Y tanto. Sería interesante ver nuestra trayectoria desde el punto de vista de lo no hecho. Podríamos contar los títulos a los que has dicho que no porque no interesan o porque no tienes tiempo. También están esos proyectos que tú quieres sacar adelante y no salen nunca.
¿Siempre había soñado con ser director?
-Toda la vida. De pequeño ya dirigía. Hace poco unos amigos me recordaban que con diez años hacía adaptaciones de cómic en el colegio, montaba obras de teatro y hacía vídeos. Siempre he tenido muchas ganas de contar historias a través de la imagen.
Hay quien habla de burbuja audiovisual.
-Pues yo pienso que estamos en un momento muy dulce y la gente amenaza con el fin de esto. Es cierto que dicen que es una burbuja que va a explotar, pero las previsiones catastróficas nunca me han gustado. Mi vida me va muy bien, cada año es mejor que el anterior y sigo mirando hacia adelante. Lo cierto es que hay mucha gente que está suscrita a una plataforma y que paga gustosamente por tenerla a su disposición.
¿Nos hemos acostumbrado a elegir en vez de que elijan por nosotros?
-Claro. Cada vez hay más gente que no quiere sentarse delante de la televisión y esperar a que le pongan lo que otros quieran. Puedes dejar de ver lo que pone una plataforma en el minuto que quieras, pasar a otra cosa y volver más tarde. No estás sujeto a los caprichos o lo que sea de los programadores.
¿Las plataformas han venido para quedarse?
-La bola de adivinar el futuro no la tenemos nadie. Ahora sabemos que no hay que hacer previsiones a largo plazo, porque la situación actual nos ha puesto frente a la realidad de vivir el presente y poco más, pero está claro que la ficción se verá cada vez más a través de plataformas.
¿Se produce también de diferente forma?
-Es que ha cambiado todo. La gente ve una serie como quien coge un libro de la estantería. Escoge el título y empieza a verla a la hora que quiere. Ni siquiera tiene que terminar el capítulo y lo puede dejar cuando quiera. Eso es una gran ventaja. Y si no te gusta pasas a otra cosa. ¿Producción diferente? Tú creas una historia a través de la dirección o la escritura y la llevas a cabo con unos criterios de calidad, honestidad y generando interés. A la hora de producir se requiere una mayor inmediatez brutal. El producto debe estar muy especializado.
¿No coarta la forma de crear cuando se hace de forma tan especializada?
-Para nada. Hay veces en las que un proyecto ha quedado parado porque era una propuesta que no iba destinada a un público muy general. Contentar a todos los públicos es mucho más difícil. Las plataformas van dirigidas a diferentes sectores de edad o de gustos, y cada una de ellas se va especializando en diferentes temas. Puedes arriesgar más y contar historias más originales, incluso mucho más reales. Hay narraciones para jóvenes, para personas más maduras, para quien tiene mal de amores o quien tiene ganas de risas. Todo es posible porque vas a ser tú como espectador quien elija lo que quiere ver. Antes hacías una serie que se emitía los lunes a las diez y media de la noche y más te valía llegar a todo el mundo, pero esto ahora ya no sucede así.