El presentador Iñaki López vive, como casi todos, inmerso en la pandemia informativa sobre el coronavirus. Esta entrevista se realizó antes la moción de censura de Vox y del último estado de alarma: aún faltaban unos días para que Sánchez lo declarase, pero él tenía claro que se tomarían medidas más duras de las que en aquel momento existían. Habla divertido sobre la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y sus polémicas durante la crisis sanitaria.
La Sexta noche ha tenido que combinar, durante estos meses, la presencia de tertulianos políticos con virólogos, epidemiólogos y especialistas en salud. Iñaki López es rotundo con la clase política: cree que no ha estado a la altura y lamenta la falta de inversión que ha habido en ciencia en los últimos años.
Ya que esto va a ir de coronavius y de políticos, empecemos hablando de la presidenta de Madrid, que nos ha dejado muchas veces sin palabras.
¡Madre mía, qué mujer! Solo hay que dejarla hablar, ella sola se conduce. Es sorprendente, ni Joaquín Reyes. Es una cosa muy loca lo de esta mujer.
Pero escucharla puede resultar fascinante.
Desde ser comunity manager de Pecas [el perro de Esperanza Aguirre] hasta llegar a ser presidenta de la comunidad de Madrid hay un recorrido digno de estudio. Y todavía es joven, luego pueden quedarle muchos años para sorprendernos. Como siga así va a ser una fuente inagotable de sorpresas.
Estamos inmersos en un monotema, el coronavirus.
El Covid-19 está monopolizando absolutamente toda la información y es un problema para nosotros.
¿Un problema? Se llenan con mucha facilidad horas y horas de televisión y radio y páginas de periódicos.
Pues sí. Yo ya vivo tan rodeado de médicos en la mesa técnica, en la mesa de virólogos, que estamos realmente aterrorizados. Es difícil escapar de todas las noticias que tienen que ver con la pandemia, una pesadilla informativa de la que no nos despertamos.
¿Cree que alguna vez pasará y dejaremos de interrogar a la clase médica y de escuchar cifras que atemorizan?
Recuerdo que cuando pasamos la anterior crisis, que fue de diez años y producto de una burbuja inmobiliaria, no habían pasado ni diez meses cuando ya estábamos pidiendo hipotecas del 100%. Creo que los seres humanos tenemos una memoria muy frágil, así que en cuanto recuperemos la calidad de vida que teníamos antes nos olvidaremos.
¿De qué no tenemos que olvidarnos?
De la importancia de la inversión en ciencia. Se está demostrando que es lo nos va a permitir salir hacia delante. No puede ser que estemos en el furgón de cola en ciencia en el futuro.
Algunos periodistas se han convertido en auténticos virólogos. ¿Cree que es sano?
A la fuerza ahorcan. Yo mismo todos los sábados, durante dos horas, tengo una mesa de médicos y virólogos. No sé si cuando acabe esta pandemia, que va camino de ser larga y superar el año de duración, no nos van a acabar convalidando a los periodistas el tiempo invertido en informar de ella con alguna especialidad médica...
¿Hay información excesiva?
Supongo que dependerá de con quién estés hablando. No voy a decir que esto nos convierte en expertos médicos, algo que es imposible, pero sí en conocedores profundos del mundo de las pandemias y los virus.
¿Hay mayor agresividad verbal en los platós de televisión?
Ha dificultado todavía más la vida política y ha contagiado al mundo de las opiniones y de los tertulianos. Ya vivíamos antes en un estado de constante bronca. Es una pena decirlo, pero la bronca vive perfectamente instalada en la vida política y social, la bronca de los políticos está calando en las personas. El enfado que se ve en el hemiciclo parece que también se ha traspasado a la calle.
Que mira con miedo a lo que ocurre entre la clase política.
Sí, se mira con hastío, con miedo a perder el trabajo, y da lugar a una sensación de inseguridad. No podemos creernos ni los datos.
¿No se los cree usted?
Es que están retorcidos por los políticos. No hay datos claros y consensuados entre las distintas administraciones sino incertidumbre, y la incertidumbre se traduce en miedo. Pero es normal, la gente está cansada y aburrida de que los políticos estén dedicándose a otra cosa que no sea la solución de esta pandemia y de sus consecuencias económicas. Hay miedo, miedo a contraer la enfermedad y a perderlo todo en esta crisis, así que la gente está enfadada. Los políticos, una vez más, no están a la altura.
Su actuación no tendría por qué sorprender: el objetivo es pescar y repescar votos.
Esto viene de largo. La pandemia nos ha colocado a todos en una situación aún más complicada y comprometida, y si a los partidos antes les costaba estar a la altura, ahora hemos visto con esta crisis en qué consiste la vida política de este país: en buscar las cosquillas al contrario, buscar titulares, ver quién es más gracioso y quién más respondón en el hemiciclo. Todo eso olvidando por completo los auténticos problemas que ahora tenemos. Para lo que se les paga es para tender puentes, llegar a acuerdos y hacernos la vida un poco más fácil. Nadie les pide que solucionen la pandemia de hoy para mañana, pero sí que gestionen mejor este desastre.
El Congreso de los Diputados se está convirtiendo en una tertulia de televisión.
No son comparables, aunque haya momentos en los que se parecen. Una tertulia televisiva la ves si quieres y no tiene mayor trascendencia, mientras que una bronca política en el hemiciclo sí que tiene mucha trascendencia. En el Congreso de los Diputados se deciden cosas muy importantes. Como bien ha dicho la OMS, las diferencias políticas matan gente. En medio de todo lo que estamos viviendo ha saltado una figura muy mediática: Fernando Simón. Es un hombre que ha pasado de 0 a 100 a una velocidad sorprendente. Fernando Simón fue colocado en su cargo por el PP, que ahora es el que más le critica. Es un experto que se ha convertido, como todo lo que roza la política en este país, en un objeto arrojadizo más para la bronca política.
¿Cómo cree que se puede salir de esta situación?
De esta solo nos va a sacar la ciencia, es lo único que nos va a sacar las castañas del fuego. La situación sanitaria y económica mejorará cuando tengamos una vacuna, pero mucho me temo que este país va a estar a la cola en investigación. Tendremos que ver cómo se gestionan las ayudas que vienen de Europa y si este país aprende. Veremos si deja de ser el campo de ocio del resto de Europa y nos da por invertir más en lo que al final genera riqueza: industria, ciencia€
¿Se lo cree usted?
¿Creerme que este país cambie su modelo productivo? No, no creo que vaya a ocurrir, y en todo caso es un cambio que necesitaría varias generaciones. Solo espero que en esta crisis hayamos aprendido algo sobre la importancia de la ciencia y del I+D+I, y no limitarnos a ser los camareros de " Solamente la ciencia nos va a sacar de la situación actual" Europa o el gigantesco campo de golf de los alemanes.
Durante el confinamiento los mensajes se volvieron empalagosamente positivos y se hablaba de salir reforzados, todos solidarios y buenas personas. Se publicitó el buenismo hasta el infinito.
Pues yo no me lo creo, ahora mismo noto un nivel de cabreo importantísimo y uno de frustración muy elevado. ¿Sabes lo que me preocupa? Que la frustración que se está generando con los dos principales partidos en el Congreso derive en consecuencias que a muchos no nos gustarían. Al final, de esta bronca solo salen beneficiados los populismos, los que niegan el virus, los seguidores de gente como Trump, los de Vox€ Estos son los únicos que pueden verse beneficiados por la bronca política actual.
¿Le resulta más fácil hacer un programa en esta situación de alerta constante?
Esta situación despierta mayor interés y los niveles de audiencia suben. Hay más interés por parte de la gente en saber qué ocurre, y por eso traemos un grupo de ocho expertos que ocupan mucho tiempo en un programa de cinco horas y pico. Pero juro que yo preferiría aburrirme, tener menos audiencia y vivir cómo antes.
¿Qué echa de menos?
Lo de antes, un país normal en el que podamos desplazarnos sin miedos. Quiero un país en el que podamos ir a bares, tomarnos con tranquilidad una cerveza con la familia y los amigos. También echo mucho de menos los conciertos y pienso en Roke, mi hijo, que no sé si se va a contagiar en el colegio, ni sé si Andrea puede coger el virus haciendo una entrevista o lo puedo coger yo en el plató. Esto es una pesadilla y quiero que termine de una vez.