Cuando habla de periodismo o de escribir libros el entusiasmo le desborda. Sonsoles es hija del conocido periodista Fernando Ónega, así que el oficio lo lleva en el ADN. Es madre de dos hijos, y a su pesar ha sido protagonista de ciertas informaciones de cariz social por su separación tras once años de matrimonio. Es discreta y le molesta que le pregunten por su amistad con Letizia Ortiz; ella conoce a la reina española desde que ambas coincidieron trabajando en CNN+. El libro que acaba de lanzar es una historia de amor donde la hiel y la miel se entrecruzan constantemente.
Mil besos prohibidos es un libro que sale cuando besarse está en entredicho por la pandemia.
- Ja, ja, ja€ El título parece hecho a propósito para esta época en la que respiramos bajo mascarillas, pero no, el libro estaba escrito bastante antes de que se prohibieran besos y abrazos. Pero sí, es cierto que el título parece profético.
Su historia cuenta un amor que se mantiene a la espera, en la paciencia de sus protagonistas.
- Pero no es una espera consciente. Los personajes siempre han esperado volverse a encontrar en la vida, pero no creían que se fuera a producir. Es el destino, que igual que en mi novela anterior se impone de manera tozuda, el que les lleva a vivir una segunda oportunidad.
Según los estándares sociales, y ya que él es sacerdote y tiene un importante cargo en la Iglesia, sería una segunda oportunidad prohibida, o por lo menos no bien vista.
- Evidentemente. Las circunstancias de él, de Mauro, son difíciles para vivir una historia de amor, para revivirla después de veinte años de distancia. Ella, Constanza, es una mujer maltratada por el amor, su matrimonio se ha roto y se dedica en cuerpo y alma a su trabajo como abogada. El trabajo es su refugio y cuando se encuentra con Mauro en la calle todo cambia de golpe.
Pero el verdadero problema es él y su condición de sacerdote.
- Sí, claro. Está casado con su vocación, pero siempre ha querido a Constanza y la pasión que siente por ella hará que todo su mundo se tambalee. Estos sentimientos que sienten ambos demostrarán qué frágil es el ser humano ante determinadas circunstancias, y sobre todo, esa fragilidad y vulnerabilidad se muestra ante las pasiones y los instintos. Los besos se le prohibieron a ella, a Constanza.
Es usted madre dos hijos pequeños, tiene programa diario en Telecinco, colaboraciones en otros espacios... ¿Cómo le da tiempo a escribir?
- No lo sé, pero también es cierto que desde que hago Ya es mediodía vuelvo antes a casa y no tengo que estar en el informativo de la noche. Me da tiempo a hacer un poco de todo, pero con muchísima organización y siendo consciente de que hay parcelas a las que debes renunciar, sobre todo aquellas relacionadas con tu vida social.
¿No se arrepiente de esas renuncias sociales?
- No, porque tampoco son grandes renuncias, y además a mí me gusta escribir, disfruto haciéndolo y no me cuesta cambiar un plan nocturno por quedarme en casa trabajando en una novela. Soy muy disciplinada e intento ser productiva en cada parcela.
Se ha pasado al mundo del magacín y también del reality con La casa fuerte. ¿Le ha costado renunciar a la información pura y dura, en la que llevaba muchos años trabajando?
- Sí y no. Me costó un poco al principio, pero ahora tampoco creo haber abandonado esa información pura y dura, que también la tratamos en Ya es mediodía.
Pero de otra forma.
- Sí, claro, esto es más una revista informativa, pero lo que te iba a decir es que lo que más me costó fue dejar la calle. Yo soy periodista callejera, soy de estar en la acera, de hacer guardias€ Lo que es información no lo he dejado, y cuando hay información política, la tocamos. También abordamos la crónica de sucesos cuando hay un tema importante, y tras unos meses después de arrancar hicimos un hueco a la crónica social, algo que los espectadores esperan de Telecinco. Pero ya digo que echo de menos ser una periodista más callejera.
Acaba de cumplir dos años en su programa, ¿cree que se ha desviado del camino que inició en junio de 2018?
- Pienso que la esencia es la misma, pero en dos años hemos cambiado, claro, como ha cambiado todo. No podemos olvidarnos de que nos tenemos que adaptar a las circunstancias que vienen. Fíjate cómo estamos ahora mismo todos, nos hemos tenido que adaptar en la vida real a situaciones que si nos las hubieran contado hace dos años nos hubiéramos muerto de la risa. Pero a pesar de las adaptaciones, el espectador ya sabe lo que va a encontrar en Ya es mediodía.
Supongo que el programa es una responsabilidad mayor que hacer información de tribunales, ¿o no?
- En ambas situaciones la responsabilidad es la misma: no equivocarte. Ahora, detrás de ti hay un equipo de personas, pero eres tú quien encabeza a ese grupo de gente que trabaja muchísimo para salir todos los días y dar la cara antes de que llegue el informativo. Ahora entiendo mejor a Piqueras al frente de la orquesta de los informativos o a Ana Rosa Quintana con su programa matinal.
Y para rizar el rizo, usted se embarca en otro proyecto, 'La casa fuerte', un reality para dejar a todo el mundo con la boca abierta.
- Es un formato que he arrancado con muchísima ilusión y con muchas ganas de explorar algo que nunca antes había hecho. Tengo muchas ganas de aprender de los maestros del entretenimiento que hay en mi casa, en Mediaset.
¿Le gusta ese tipo de entretenimiento?
- Esta empresa sabe hacerlo muy bien y lo pone en práctica con mucho talento. Los equipos son estupendos y este nuevo proyecto me va a servir para aprender muchísimo. También me quiero contagiar del entusiasmo con el que trabaja esta gente.
¿Se había imaginado alguna vez dentro de un reality del tipo de 'La casa fuerte'?
- Jamás, pero fíjate en una cosa: nada de lo que me ha pasado en la vida, incluido tener hijos, ha sido algo que me hubiera planteado hace años.
¿No se planteaba tener hijos?
- Estoy encantada de ser madre, no tengas dudas, pero no era algo que tuviera programado cuando era jovencita; fue algo personal que llegó en un momento de mi vida. Y en el lado profesional, lo que me ha ido pasando nunca ha estado diseñado ni en el mejor de mis sueños.
Pero siempre pensó en ser periodista, ¿no?
- Sí, eso sí. El periodismo lo tenía muy cerca en casa, porque mi padre lo es y creo que lo llevo en la sangre.
A pesar de que él no quería que usted lo fuera.
- No quería esa profesión ni para mí ni para mi hermana Cristina, y ya lo ves, las dos somos periodistas. Pero siempre me había imaginado que iba a ser periodista callejera de por vida. Eso sí, cuando me ofrecieron Ya es mediodía me veía haciendo toda la vida este programa.
Nada es de por vida, algo que en la profesión de periodista está muy claro desde el principio, ¿no?
- Ya, pero cuando te sientes a gusto no quieres que nada cambie, así que cuando veía que de por vida iba a ser la presentadora del magacín, surgió el estar trabajando en un reality como este, y digo una cosa: solo pido que Dios me conserve la ilusión para afrontar los nuevos proyectos que me vengan.
¿Qué dice ahora Fernando Ónega de la profesión de sus hijas?
- Ja, ja, ja€ Creo que está resignado, pero durante la pandemia hemos hablado muchas veces de que el trabajo periodístico se consideró entre las labores esenciales.
La información es siempre esencial, pero a veces resulta demasiado intensa y también sensacionalista.
- Yo creo que se ha hecho una buena labor de información y que algún día habrá que reconocerle a la televisión la capacidad que tiene para entretener y llenar las horas de vacío de muchas personas que están solas.