El cineasta bilbaíno Mikel Rueda se centra, en la recién estrenada ‘El doble más quince’, en una pareja de edad desigual: un joven de 17 años y una mujer de 49. En televisión ha dirigido dos capítulos de la serie ‘Veneno’.
No renuncia a contar las historias como a él le gusta hacerlo, desde un punto de vista intimista y personal. Reconoce que la adolescencia le marcó lo suficiente como para hacer A escondidas, su reconocida película de 2014, mientras que en El doble más quince, lo último que ha hecho para el cine, la edad adulta está más presente. En televisión ha disfrutado de su primera incursión en el medio con la dirección de dos capítulos de Veneno, la serie de ocho entregas, capitaneada por los Javis, que se estrenará el 28 de marzo mes en Atresmedia.
El doble más quince es su tercera película. Se lo toma con calma y no es de los directores que van acelerados haciendo cine y televisión sin descanso...
Uno de los motivos por los que me tomo con calma mi trabajo es que las circunstancias obligan, ya que levantar un proyecto cinematográfico cuesta mucho. Esto me ocurre porque hago un cine muy específico, que requiere tiempo, no es cine ultracomercial, sino que habla de historias un poco más intimistas. Es un cine que resulta complicado de financiar.
¿Hay más facilidades de financiación en el llamado cine comercial?
Supongo que fácil no será tampoco, pero no sabría decirlo.
Y usted, ¿cómo consigue la financiación?
Con perseverancia y tenacidad, no veo otra forma de hacerlo. Estoy haciendo el cine que me gusta, al ritmo que me gusta y contando las historias que me gusta contar.
¿Y la perseverancia y la tenacidad le dan para vivir?
Ja, ja, ja? Creo que sí. Es verdad que tengo que compaginar lo de contar historias con otros trabajos, pero no quiero renunciar a hacer el tipo de cine que hago solo por poder vivir de ello. No quiero otro tipo de películas. Si tengo que dejar de hacer cine, lo haré, pero no voy a dejar el cine que me gusta por ir a otro tipo de proyectos que tengan una financiación más cómoda.
¿Tanto le desagrada ese otro tipo de cine que ni está dispuesto a hacerlo?
Para nada, por favor, quién sería yo para decir algo semejante, pero no es el cine que me interesa hacer, aunque está muy bien, que lo está. Lo que quiero decir es que ese otro cine no tiene nada que ver conmigo y que lo que yo hago sí que tiene que ver con lo que quiero, que son historias que me deben tocar por dentro, porque si no me tocan me parece imposible que pueda contarlas.
Izarrenargia (Estrellas que alcanzar), A escondidas y El doble más quince son sus tres largometrajes. ¿Cuál de ellos le ha llegado más dentro?
A escondidas es mi niña como película, fue la segunda y tiene mucho de mí. Es una película que habla de una manera muy visceral sobre mi adolescencia, una película que me dolió mucho sacar adelante. El doble más quince habla también de mí, pero lo hace desde una edad más adulta, así que me permite hablar de mí mismo, pero sin que me duela tanto.
Da la impresión de que la adolescencia le dejó muy marcado.
Es verdad, fue una etapa que me dejó muy obsesionado y eso se recoge en mi trabajo, da lo mismo que sean cortometrajes que largos; siempre está ahí la adolescencia. De hecho, ahora estoy escribiendo otro largometraje que no va de adolescencia, sino que es juventud.
¿Y va a madurar algún día?
Ja, ja, ja? No lo sé. Tanto la adolescencia como la juventud son una efervescencia, épocas en los que uno todavía es un proyecto vital y no sabe qué va a ser de su vida. Esas etapas, por las que todos pasamos, son muy cinematográficas. La adolescencia es el proyecto de lo que vas a ser.
Y escogió como protagonistas de sus dos últimas películas al mismo actor, Germán Alcarazu.
Tenía claro que tenía que ser él. Tiene esa mirada, esa agilidad, la frescura y la intuición que muy pocos actores presentan y que yo necesitaba en A escondidas. Después hizo el corto Caminan y ahora la película El doble más quince.
Supongo que trabajar con Maribel Verdú es un lujo añadido a su pasión por hacer cine.
Pero no solo porque a nivel actoral sea un monstruo, sino porque a nivel humano es maravillosa. La calidez y la calidad que tiene esta mujer es una locura. Lo hace todo muy fácil, se convierte en familia y yo solo sé trabajar desde la familia. Necesito sentirme arropado por la gente en la que confío y solo si hay confianza se pueden sacar adelante historias bonitas.
¿Ha sido difícil de hacer esta película?
Hemos estado todo el rato con la cámara encima, porque es una película de diálogos y silencios. Es diferente y requiere estar muy encima de los actores. Hay películas donde no estás constantemente sobre dos personas, y eso te permite días de grabación más tranquilos. El doble más quince nos ha obligado a estar con los ojos y los sentidos muy abiertos.
¿Tiene pensado coquetear con la televisión?
Soy malo coqueteando y tiene que gustarme mucho el proyecto, aunque justo ahora acabo de hacer una serie para Atresmedia. Es el proyecto escrito por los Javis (Javier Ambrossi y Javier Calvo) sobre la vida de La Veneno. He dirigido dos capítulos de los ocho que hay en total. Ellos dirigen cuatro y Álex Rodrigo los otros dos. Ha sido una aventura maravillosa, porque es ese tipo de cine?
¿Cine?
Sí, algunos proyectos televisivos no dejan de ser cine fragmentado, y es muy necesario que se haga. Es un cine político, un cine que sirve para algo.
¿No son entretenimiento puro y duro tanto el cine como la televisión?
No digo que no, pero desde mi punto de vista tienen que servir para algo. Veneno es muy interesante, es algo muy personal y me ha encantado hacerlo.
Un trabajo del que usted no ha participado en el guion, lo que marca la diferencia en su trayectoria.
Es cierto, por primera vez en mi vida dirijo algo que no ha salido de mí. Es verdad que he podido reescribir, pero todo está contado desde un punto de vista que es tan yo que me ha resultado muy fácil entrar en el proyecto.
¿Qué necesita un proyecto para que Mikel Rueda se involucre?
Que hable de lo mismo que yo hablo, que tenga la misma sensibilidad, aunque los Javis son más mediáticos en todo y quizá están alejados del cine más intimista que hago yo.
¿Entonces?
En el fondo son diferentes medios para llegar al mismo sitio. He estado muy a gusto y he sentido que no me alejaba de lo que pienso y de lo que hago.
¿Qué parte de la vida de La Veneno le ha tocado hacer?
Toda la serie está basada en la biografía que hizo Valeria Vegas, y a mí me ha tocado la adolescencia.
¡Vaya! Qué novedad.
Obviamente, pero también el momento en el que estuvo en la cárcel.
¿Se trabaja distinto para la televisión que para el cine? ¿Ha notado mucho las diferencias?
El ritmo es un poco más rápido, pero se están respetando los tempos del cine. Todo el equipo es gente de cine y los tempos, aunque hay que correr un poco más, están siendo respetados, así que no hay tanta diferencia, al menos en lo que me ha tocado a mí.
¿Le da pereza la tarea de gestión y financiación, esa tan práctica que va más allá de la creatividad?
A ratos sí. La labor es titánica y piensas a ver por qué te has metido en esa aventura, pero un trabajo más fácil me aburriría más. A mí me gusta hacer cosas que me mueven, cosas que me tocan. Ahora estoy en el proceso de escritura de una nueva historia y me apasiona. Lo tienes todo por hacer, e incluso levantar el proyecto se convierte en una pasión, aunque a ratos dé cierta pereza. Es el mundo que me gusta y el que me permite contar historias que me interesan de una forma personal. Lo de buscar la financiación es más tedioso que la escritura, pero es necesario y forma parte del trabajo.
¿Y si no hubiera sido director de cine?
Probablemente sería maestro. De hecho doy clases en la universidad. Me encanta dar clase. Ahora soy docente de cine, pero si no hubiera sido director quizá habría dado clase de Historia o de Historia del Arte. Me gusta mucho compartir conocimientos, porque me parece una actividad generosa y bonita de hacer.
Si le gusta dar clases será que es un hombre con paciencia.
Cuando tienes frente a ti a gente tan apasionada como la que tengo yo en la universidad, la paciencia está de más. Enfrente hay personas que saben lo que quieren y que están muy apasionadas con lo que hacen, así que es una gozada. No solo te empapas de su frescura y su energía, es que están ávidas de saber. Es un auténtico placer.
PERSONAL
Edad: 39 años (6 de julio de 1980).
Lugar de nacimiento: Bilbao.
Formación: Se licenció en Comunicación Audiovisual en 2002. Posteriormente se especializó en guiones en la Universidad de Navarra.
Trayectoria: Tras trabajar durante cuatro años como productor en ETB y haber realizado varios cortometrajes, recibió una beca de la Diputación vizcaína para estudiar en la New York Film Academy, donde realizó un posgrado en Dirección cinematográfica. Su primer largometraje fue Izarrenargia (Estrellas que alcanzar). La segunda, la niña de sus ojos, fue A escondidas. La tercera la acaba de estrenar hace dos semanas, El doble más quince. También ha dirigido dos capítulos de la serie de Atresmedia Veneno, proyecto que se estrena el 28 de marzo.