Periodista, guionista, dramaturgo y director de cine y televisión, Juan Cavestany ha disfrutado mucho haciendo ‘Vergüenza’ y ‘Vota Juan’. Ahora, este madrileño tiene Entre manos nuevas historias de ficción.

Quiso ser periodista desde el principio, pero por determinadas circunstancias se licenció en Ciencias Políticas. Un máster en un periódico le llevó a Nueva York, donde estuvo seis años haciendo información y reportajes en un país que se le antojaba increíble. Combinó su trabajo con el de dramaturgo y al final le pudo el contar historias de ficción. Aterrizó en televisión con la serie Vergüenza, una comedia que terminará en esta tercera temporada que ha sido estrenada recientemente. También participó en la escritura de Vota Juan, serie de TNT.

Parece que ya no es normal que una serie exceda de las tres temporadas.

Es lo que se está imponiendo. Hacer más de tres temporadas de algo parece excepcional, aunque no voy a decir que no ocurra. Hay algunas series que siguen manteniendo su longevidad, pero la máxima parece que es menos duración y más oferta de historias. Vergüenza ha sido una gran aventura para Movistar, y también para nosotros. La serie ha gustado y ha cumplido con las expectativas que se pusieron en ella al principio.

Javier Gutiérrez siempre ha dicho que no se reconoce en el personaje de Jesús. ¿Usted se ha visto reflejado en alguna de las meteduras de pata de este peculiar protagonista?

Me reconozco mucho en Jesús, pero como en otros personajes con los que he trabajado. Es como una fantasía perversa, buscar una mirada y encontrarse en cómo serían los miedos o las vergüenzas de uno llevados al extremo.

¿Llevadas al extremo de lo cómico?

También se pueden llevar al extremo de lo violento o a lo extremadamente dramático. Hacer este ejercicio en cualquiera de los casos, aunque en Vergüenza haya sido a través de la comedia, es una distorsión de la realidad. Lo cierto es que esta serie parte de sensaciones y preguntas que uno se hace en su vida real. Creo que todos nos hemos puesto más de una vez en una situación de ridículo absoluto.

Jesús muestra en esta serie un desconocimiento total de las mínimas normas de comportamiento. Es que da miedo lo torpe que es.

En lo que no me identificaría nunca con él es en la desvergüenza, porque soy una persona muy pudorosa. Jesús no sabe comportarse. ¿Por qué? Él es un tipo vergonzoso que por serlo no sabe cómo decir o hacer las cosas. Es en ese punto donde me reconozco. Muchas veces tu propio pudor te hace decir o hacer cosas inapropiadas. Me reconozco en el pánico que siente Jesús cuando se da cuenta de que ha dicho o hecho algo realmente inadmisible.

¿Tenemos mucho miedo al qué dirán?

Es algo inherente al ser humano. Siempre siento como una especie de desprotección cuando algo de lo que he dicho no es oportuno. Me da miedo que se me vean las costuras, que alguien pueda ver debajo del traje que llevo.

Comenzó usted su vida profesional siendo periodista.

Quizá estaría mejor decir que empecé dando bandazos en distintas direcciones. Siendo periodista empecé a escribir para la compañía Animalario obras de teatro y también hacía guiones de cine. Los lobos de Washington fue lo primero que hice en cine, y a la vez iba en paralelo con el grupo de teatro.

Suele ser raro que los guionistas de cine y televisión hagan teatro.

Siempre me he considerado un intruso en el teatro, porque en realidad lo que yo hacía era cine, pero en el cine siempre me he considerado un segundo espada, alguien menor, porque en realidad también me dedicaba al teatro.

Parece que siempre ha estado buscando su sitio, ¿lo ha encontrado en la televisión?

Ja, ja, ja? La televisión ha sido una experiencia maravillosa. No he llegado a invertir todos mis activos a tope ni en el cine ni en el teatro; ahora con la tele, distorsión y dispersión total. Siempre he tenido un pie en cada sitio.

Tener tres sitios donde invertir talento puede convertirle en un escapista.

Me gusta serlo, adoro tener una oportunidad de escapatoria. Me gustan mis trayectorias, son pequeñas y siempre al lado de gente muy cercana.

Hablemos del mundo del periodismo. ¿Cómo se sentía en un universo distinto al que ahora tiene entre manos?

Fui muy feliz como periodista. Hice Ciencias Políticas en Madrid, pero siempre tuve la frustración de no haber hecho Periodismo. Era la profesión con la que fantaseaba.

¿Cómo llegó al mundo de la información?

Pasé por el máster de El País, después me fui a Nueva York a vivir, y desde allí colaboré con ese periódico. Fue un periodo mágico de mi vida. Hice realidad mi sueño de emancipación total: me emancipé de mi ciudad, de mi país, y me fui a vivir a un lugar que entonces, en los años 90, todavía era un mundo lejano. Ahora resulta una ciudad cercana, porque las redes y otras cuestiones nos han acercado todo el mundo.

¿Fue su mayor aventura?

Entonces sí. En los 90 no había mucha gente que dejara Madrid o cualquier otra ciudad y se instalara en Nueva York. Para mí fue una pequeña epopeya. Estuve seis años colaborando con El País, haciendo todo tipo de historias y cubriendo mil y una aventuras.

¿Y por qué lo dejó?

Por algo muy sencillo: porque aunque fue una época mágica de mi vida, se agotó, se pasó. Llegué a una especie de sitio que me atrapaba, pero que no me permitía ver hacia dónde tenía que ir. La salida la encontré en la escritura dramática.

Supongo que los Estados Unidos que usted conoció nada tenían que ver con el panorama actual.

Ahora se vive la era Trump y a mí me tocó vivir la era Clinton. También este fue un personaje peculiar y controvertido, como todo lo que ocurre por allí. Viví en una ciudad que fue conformada por el alcalde Rudy Giuliani. Hoy es la mano derecha de Trump y el mayor gánster del que se tienen noticias ahora mismo en la política internacional.

¿Volvería a vivir en esa ciudad?

No creo que estableciera mi vida allí, ya estuve y me volví. Es un país muy distinto. Mi vida allí fue antes de que ocurriera lo del 11 de septiembre de 2001, y ese día cambiaron muchas cosas. Podríamos decir que yo viví en Nueva York en la era antigua. Date cuenta de que no estábamos en el mundo moderno que ahora conocemos. No había internet, no había teléfonos móviles... El periodismo de papel aún era la referencia.

¿Le gusta más el papel que la información digital?

El papel me gusta mucho, aunque sin desdeñar otros formatos. Tuve la suerte de dedicarme al periodismo durante esos años porque la referencia era el papel. Eran periódicos de muchas páginas. Ahora son muy finitos, no caben muchas cosas y todo el contenido te lleva a internet.

¿Se aclara mejor en internet?

Me aclaro, sin más. Hay mucho contenido, pero es tan numeroso, ubicuo y fugaz que no es igual que tener un periódico de papel en la mano. Quizá sea un poco nostálgico de esas épocas analógicas, aunque no lo creo. Lo que uno pensaba, escribía y conseguía publicar tenía un valor importante. Voy a insistir, aunque parezca una contradicción, en que no es nostalgia, sino una forma de explicar por qué yo tuve la suerte de escribir en un periódico y luego pasarme al mundo de contar historias.

¿Habiendo estudiado Ciencias Políticas no ha hecho ningún guion sobre cómo son los políticos? Alguna comedia o tragedia le podría haber salido, ¿no le parece?

Ja, ja, ja? Sí, aunque después de Vergüenza he escrito Vota Juan con Diego San José, aunque la idea es de Diego. Muchos guionistas hemos estado viendo cómo escribir para la ficción la historia de la corrupción en España, y lo he intentado en algunas ocasiones, pero con poca proyección. Hemos visto como Sorogoyen culminaba esas intenciones con El reino, que es la gran película sobre la política española de los últimos tiempos.

¿Qué tiene entre manos después de Vergüenza y Vota Juan?

Tengo una película que rodé en noviembre y que he producido yo y un nuevo proyecto televisivo que estoy desarrollando con Álvaro Fernández Armero. Siempre tengo proyectos en la cabeza; algunos son posibles y otros no tanto, pero seguimos con nuevas ideas porque hay miles de historias para contar, aunque hay que buscar el lugar para hacerlas.

PERSONAL

Edad: 52 años (27 de abril de 1967).

Lugar de nacimiento: Madrid.

Formación: Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid.

Periodismo: Tras realizar un máster en El País se trasladó a Nueva York, donde ejerció entre 1993 y 1999.

Guiones: Comenzó como dramaturgo en colaboración con la compañía de teatro Animalario. Su texto más aplaudido fue Urtain, obra con la que ganó un premio Max de teatro. Su primera historia para cine fue Los lobos de Washington, dirigida por Mariano Barroso. Otros trabajos suyos han sido las películas El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo, Gente de mala calidad, Dispongo de barcos, Gente en sitios y Un efecto óptico. En televisión ha firmado Vergüenza y Vota Juan.