Su personaje en Perdida es muy duro y dramático, porque con él da vida a la madre de una niña de cinco años que desaparece un día de playa sin dejar ningún rastro. Este hecho rompe la estabilidad de la familia en todos los sentidos. Su matrimonio con Antonio empieza a hacer aguas y llega la separación. Diez años después aparece una pista y su exmarido, interpretado por Daniel Grao, se mete en la boca del lobo para localizar a esa niña que un día se evaporó en la orilla del mar.

Interpreta a una madre que se encuentra con la repentina desaparición de su hija. ¿Difícil de hacer este papel?

Imagínate. Yo me pongo en el lugar de una mujer que haya pasado por esto y me resulta difícil de asumir y de digerir. Es algo que, supongo, tiene que condicionar a cualquier persona de por vida. El personaje de Inma me ha acercado a esta situación, pero vivir la desaparición de un hijo en la vida real tiene que ser de un dolor imposible de superar.

¿Cómo le llegó a sus manos este personaje?

Gracias a Luis San Narciso, director de casting. Él ha confiado muchas veces en mí y se empeñó en que este personaje lo tenía que hacer yo. Hice una prueba, porque aunque él quería que hiciera el personaje tuve que ganármelo.

¿Cómo creó a Inma?

Desde un lado muy emocional. Hubo un caso hace unos cuantos años, el de un niño desaparecido en Tenerife, Yeremi, una criatura de pocos años que aparecía en las fotos con gafitas, y a mí me conmovió muchísimo. Cuando me dieron el papel de Inma me puse a imaginar, a intentar empatizar con la madre, a acercarme a ese momento en el que el niño desaparece. Vi también un documental sobre la desaparición de Madeleine (McCann) e intenté recrear el mundo personal de aquellas personas que habían sufrido un hecho de estas dimensiones.

Tiene que ser una de las situaciones en las que los sentimientos deben estar a flor de piel para que el personaje esté completo.

Sí, y yo trabajo mucho los sentimientos y las emociones. Lo hago en un taller de terapia emocional y lo hago con todos mis personajes. Me apoyo también en la música para cruzar mis emociones con las que lleva implícitas el personaje que voy a interpretar.

Desde luego, un personaje con un papelón muy crudo.

De todos los dramáticos que he hecho este es el que mayor desgracia personal ha sufrido. Perder a un hijo es algo contra natura. Si es un duelo que un hijo muera por accidente o por enfermedad, hay que imaginarse lo que supone una desaparición. Cuando no se sabe qué es lo que ha pasado, o si tu hijo está vivo o muerto, tiene que quedar algo clavado dentro de ti que nunca va a salir. Todos los que han pasado por este trance dicen que es necesario cerrar esa herida emocional para poder seguir avanzando.

Esos padres se convierten en grandes luchadores, aunque a veces lo hagan contra viento y marea.

Es que la esperanza y el dolor que llevan dentro son capaces de mover montañas.

¿Veremos más temporadas de Perdida o la historia se cierra en esta entrega?

Ya veremos qué pasa. Ahora hay que dejarlo en puntos suspensivos.

¿Qué otros proyectos profesionales tiene a la vista?

Yo confío en que Perdida tenga una larga vida, pero ahora mismo estoy también con una obra de teatro. Es una versión escrita por Alberto Conejero de un texto de Unamuno que se titula El otro. Esta obra arrancará en primavera en el teatro Fernán Gómez, en Madrid.

¿Cómo llega a ser actriz alguien que quería dedicarse a la danza?

La danza me gusta mucho, pero desde muy pequeña tenía ganas de contar historias. En el colegio me apuntaba a todas las obras de teatro y siempre me inventaba algo para salir a actuar. Es cierto que también desde pequeñita empecé a bailar, pero quería contar más cosas y la danza no me daba ese espacio.

Pues a través del ballet se cuentan muchas historias...

Es cierto, pero yo quería un espacio mayor. Además, vivir de la danza en España es casi imposible. Si hacerlo como actriz es muy complicado, bailando no sé ni qué decir. A los 16 años, cuando estaba terminando el bachillerato, empecé a formarme un poco más de cara a aprobar las pruebas de la Escuela de Arte Dramático, y así es como he llegado hasta aquí. Siempre me movió esa necesidad de contar historias y de meterme en la piel de personajes que ayuden a cambiar un poco el mundo.

¿Qué es lo último que ha hecho en televisión?

Pequeñas coincidencias. Con esta serie he debutado en el universo de las plataformas y estoy muy contenta de ello.

¿Qué le ha parecido?

Se trabaja muy a gusto. Hay quien dice que hay diferencias entre una plataforma y una cadena en abierto, pero yo no lo he notado y he trabajado igual de bien en una que en otra.

PERSONAL

Edad: 40 años.

Lugar de nacimiento: Madrid.

Formación: Estudió en la Escuela de Arte Dramático y también en el estudio de Juan Carlos Corazza. Realizó cursos de ballet y danza española en el Conservatorio de Danza de Madrid.

Trayectoria: Comenzó en la serie Al salir de clase. Fue Isabelita de Viana en La Señora y en su continuación, La República. También ha pasado por Amar es para siempre, Pulsaciones y la serie de Telecinco Anclados. Sus últimos trabajos televisivos son Pequeñas coincidencias y la historia que acaba de estrenar Antena 3, Perdida.