madrid - La versátil actriz cumple hoy 75 años condicionados por su primer papel protagonista, el de la joven Tonya en Doctor Zhivago, así como por su apellido, las dos sílabas de mayor peso en la industria cinematográfica. Su carrera ha serpenteado entre los paisajes rusos de la citada película, el terror de Bayona en El orfanato y los papeles protagonistas en el cine de Carlos Saura, con quien inició, en los 70, nuevas líneas de acción en el cine español.

Sus raíces son conocidas: Geraldine (Estados Unidos, 1944) es la primera de los ocho hijos que compartió el matrimonio formado por Charles Chaplin y la actriz Oona O’Neill, primogénita del Nobel de Literatura Eugene O’Neill. Cuando tenía ocho años, su padre fue relacionado con el comunismo por el Comité de Actividades Antiamericanas de Estados Unidos, por lo que la familia emigró a Corsier-sur-Vevey (Suiza), donde el padre falleció el día de Navidad de 1977. Sobre su relación con él, Geraldine reconoce que no fue siempre cordial: “En la época de la rebeldía, con 14 o 15 años, ya no nos hablábamos, era espantoso. Luego nos reconciliamos y la relación fue muy buena”, aseguró.

A inicios de los 60 desembarcó en Londres, donde actuó en teatro, fue bailarina de ballet y modelo. Recién sopladas 21 velas, llegó al plató de David Lean para interpretar a la hija del físico Yuri Zhivago, lo que le valió la etiqueta de novia de América. Pero no pensaba limitarse a ser el rostro de las grandes producciones. Tras la película, recayó en la España franquista: una época en la que se sintió “muy libre”, según dijo en una conversación al director de la Seminci, Javier Angulo. - María G. de Montis