Hay días en las que vemos el mundo patas arriba y apenas vislumbramos un futuro. Pero si hemos llegado hasta aquí tan poco nos vamos rajar por un poco más de incertidumbre. Aunque hay temas que dan verdadero miedo. Por ejemplo el que ahora llega desde la televisión pública catalana. Dicen que su programa estelar de humor Polonia, podría tener sus días contados. Enseguida recordé que además de proponer temas de humor también fueron solidarios tras las represiones recibidas por la población al intentar defender el referéndum del 1-O. Al día siguiente los de Polonia tomaron la decisión de no hacer el programa. Se habían quedado sin ganas de reír e, incluso, de hacer reír. Ahora no es la actuación de la Policía ni la aplicación del artículo 155 lo que les va a quitar la risa. Es el mismo Montoro quien está dispuesto a reclamar el IVA de las subvenciones que han recibido. Se manejan cifras altas (33 millones de euros) y otras directamente inasumibles de 167 millones. Cantidad que supondría la bancarrota de TV3. Entonces, esto es un aviso claro: quien se interponga en su camino acabará achicharrado a impuestos. De pronto, han pensado que mentando los valores añadidos no pagados, a todo el mundo le va a parecer bien que cierren una televisión pública. Y si vas sumando los deterioros que la corrupción y la imposición están haciendo en esta democracia, da en qué pensar. Yo que estaba contento porque había leído una encuesta que señalaba que más del 61% de la gente confía en los medios de comunicación tradicionales frente al 24% que se fían de las redes sociales. Un dato que sigue dando oxígeno al periodismo frente a quienes quieren que desaparezca para ocuparnos con información a la carta personalizada. Hoy, si hay algo más peligroso que la mentira y la manipulación en los medios y redes, es un Gobierno capaz de fulminar la libertad de expresión dándole un golpe de gracia con el arma de los impuestos.