Madrid. Los martes es la noche del suspense y la intriga en Telecinco, la serie El accidente tiene todos los ingredientes para atrapar al espectador en la incertidumbre. Con ‘El accidente’ vuelve usted al género negro y de suspense.
-Yo diría que más de suspense que negro. Lo que si puedo decir es que es una vuelta voluntaria a hacer cosas serias en cine y televisión después de muchas comedias...
¿No le gusta la comedia? ¿No le parece serio como trabajo hacer comedia?
-No es un desamor por la comedia, ni mucho menos; es un terreno donde me siento a gusto y me divierto mucho. Hay veces que estamos restringidos a coger aquello que nos ofrecen, pero en ocasiones he podido optar por hacer temas diferentes en el cine y la televisión y los últimos trabajos pueden ser una muestra de estas opciones.
Si hablamos de comedia, tenemos que referirnos a ‘Abracadabra’, también estrenada este año.
-Fue muy breve la intervención mía en la película. Requirió mucha más preparación que lo que puede ver el público. Tampoco hice mucha promoción. Abracadabra es una comedia bizarrísima, y tampoco mi personaje es muy cómico; yo diría que es más bien trágico dentro de la comedia.
‘El accidente’, una serie que desde que empezó a promocionarse en Mediaset ha tardado bastante en emitirse.
-Teóricamente, tenía que ir para septiembre, para los que la hemos hecho se ha alargado mucho. Otros compañeros dicen que ha sido rapidísima, te dicen que series suyas llevan mucho más tiempo guardadas en reserva. Lo que se hace es crear expectativas con el término: próximamente. Lo ponen a la semana de haberla presentado a prensa y eso resulta angustiante.
¿Cómo definiría su personaje en la serie? ¿No resulta un poco oscuro?
-Esta ha sido una oportunidad fantástica para volver a hacer personajes no sofisticados. Por acumulación de personajes en una única dirección, a uno se le atribuyen exclusivamente unas características...
¿Se encasilla al actor?
-Más o menos. El accidente me ha permitido hacer un personaje con una total ausencia de sofisticación. Es un tío de barrio, tiene un profesión muy mundana y la va bien. Pero es un tío básico. Es un personaje auténtico.
José, su personaje, es auténtico pero desaparece.
-Es un tío de treinta y pico años, ve los 40 cada vez más cerca, demasiado cerca; tiene una familia maravillosa, un hijo cojonudo y esperaba más de la vida.
¿Ambicioso?
-Digamos que tenía expectativas más elevadas a pesar de haber sido un desastre en los estudios. Por un motivo noble, está metido en algo que linda con lo delictivo...
Perdone, pero motivos nobles y motivos delictivos no casan muy bien, ¿o sí?
-Bueno, pero esa situación, de repente, le transforma la vida en positivo. Se da cuenta que su energía y su determinación le permiten tener satisfecha a su familia y que nadie de su entorno sospeche nada y al mismo tiempo llevar las riendas de una actividad delictiva de forma paralela. Posiblemente, lo que hace va contra sus principios, pero ¿qué haces cuando ves que puedes con todo y nadie te descubre? Hay una sensación de inefabilidad a la que es muy difícil resistirse. Es lo que siente mi personaje.
¿Cuándo se descubre el pastel en el que está metido su personaje?
-Es evidente que tiene fecha de caducidad pero no puedo desvelar cuándo caduca la vida paralela de José. El accidente comienza con el reloj en cuenta atrás. Ese avión en el que no va y que se cae descubre parte de esa vida paralela.
Tiene 36 años, coincide con la edad de sus personaje. ¿Teme a los 40?
-Me alarmó más la cercanía de los 30 que esta que está próxima a los 40. Tengo la sensación que, por profesión y por carácter, me he anticipado a las crisis propias de la edad. A los 25 me hice preguntas que uno quizá debe hacerse más adelante y creo que me estoy anticipando a las crisis venideras.
Vivimos tiempos de eterna juventud.
-Es lo que se ha ensalzado y creo que hay brotes verdes que lo que destaca es un envejecimiento con dignidad...
Si solo tiene 36 años.
-Quizá parezca prematuro, pero yo me siento inmerso en ese proceso de envejecimiento con dignidad; digamos que, de alguna forma, invierto para lograrlo.
¿Cómo invierte para envejecer con dignidad?
-En la forma de hacer deporte. En vez de tratar de conseguir un desarrollo muscular espectacular en el presente, he introducido rutinas que me garantice un estado cardiovascular impecable a los 60 y menos lesiones de articulaciones a los 65.
¡Válgame Dios! Todo un plan de pensiones corporal.
-Ja, ja, ja... Pues sí. Esto en el plano físico, pero también está el plano psicológico.
¡Vaya! Es usted previsor.
-Pues una de las cosas fue coger El accidente en un momento en el que no me apetecía hacer televisión, me gustan las cosas a largo plazo y me gusta imaginarme cómo me voy a ver con 60 o 65 años. No tengo ningún problema en reconocer mi edad.
Ahora no y, ¿más tarde?
-Tampoco, seguro. Estoy contento según voy envejeciendo.