madrid - La posibilidad de dirigir un nuevo programa de cariz humano, sin abandonar su vertiente de incisiva entrevistadora política en El Objetivo, ha enseñado a Ana Pastor a aprender a escuchar y la ha animado a practicar la introspección: “Antes de lanzar una crítica hay que hacérsela a uno mismo”. Pastor (Madrid, 1977) entiende que el estilo de sus entrevistas no guste a todo el mundo, pero reconoce que prefiere sacar a los políticos de su zona de confort y “enfrentar sus contradicciones” porque protegerlos “no es bueno para el país” y no le gusta que le “vacilen”.

Ha dicho que ‘Dónde estabas entonces’ la ha hecho reenamorarse de la televisión. ¿Pasaba su relación amorosa con la tele por horas bajas?

-No, no tanto por eso. Hacía una analogía: enamorarte es fácil, reenamorarte cuesta más. La idea era volver a empezar, empezar de cero, esa sensación me gusta mucho. Aprender cosas nuevas y entender cosas de nuestra propia historia que no recordaba o por edad no sabía.

‘Dónde estabas entonces’ va a repasar los acontecimientos más importantes de los últimos cuarenta años en España. ¿Cuál es el leitmotiv del programa: la revisión, la nostalgia?

-Es recordar, para quien lo haya vivido, y mostrar para quien no lo sepa. Es un recorrido por nuestra historia reciente protagonizado por la gente. Es una serie documental que va de año en año. Creo que su seña de identidad es que por primera vez vamos a escuchar a los verdaderos protagonistas contar la historia de nuestro país. Esta vez queremos que sean quienes realmente han hecho que este país cambie, que no sólo han sido los políticos, quienes van a poder contarlo. Nos están pasando cosas mágicas, como gente que se pone a llorar cuando recibe la llamada del equipo porque nunca nadie les ha pedido que cuenten su historia. Hay historias absolutamente maravillosas que indican por qué este país es mejor ahora.

Hay una crítica implícita al periodismo en esa reflexión de no haber dado voz a quienes lo merecían.

-Hay una autocrítica. Antes de lanzar una crítica hay que hacérsela a uno mismo. Creo que durante mucho tiempo la élite política ha estado muy en el centro de todas las miradas. En Dónde estabas la gente va a ser la protagonista. Y hay ejemplos muy claros: puedes contar de muchas maneras que el Congreso de los Diputados aprobó la Ley del divorcio. Y puedes hacerlo a través de la primera mujer que se divorció en España. No sólo hay política. En el accidente de Los Rodeos, el más grave de la aviación mundial, habla el primer bombero que llegó al aeropuerto cuando ni siquiera sabía lo que había ocurrido y cuenta cómo uno de los primeros cuerpos que encontró fue el de una niña de la misma edad que la de la suya.

¿Cuáles son los grandes males del periodismo actual?

-La precariedad hace que haya menos gente en las redacciones. Pero precisamente por eso y por la crisis han nacido medios interesantes: eldiario.es, Infolibre... que han ido generando otro ecosistema. El segundo es la inmediatez. Siempre se debate mucho sobre cómo hacen daño las redes, aunque eso no es muy nuevo. El sentido común se aplica a todo y lo que no dirías en directo en un programa de televisión tampoco lo pones en Twitter. Es verdad que ahora todo va mucho más rápido. Tampoco podemos permitir ciertas cosas que se han permitido durante mucho tiempo a la clase política. Proteger a los políticos, tratarlos mejor que al resto de ciudadanos, no es bueno para este país. Los periodistas en un lado y los políticos en otro y al servicio de la gente, no de un partido.

La han criticado mucho por el estilo agresivo de sus entrevistas. ¿Cree que las críticas son más duras por el hecho de que sea una mujer?

-No lo sé. Iñaki Gabilondo dice que el factor edad y el factor mujer influyen en muchas de las críticas que recibo. Yo no digo que sea la única manera de hacer entrevistas, ni siquiera la mejor, y puedo entender que no gusten, pero es la manera en la que yo entiendo mi trabajo. A la gente no le gusta que la vacilen. Cuando preparo una entrevista no quiero fastidiar, pero tampoco que el político haga propaganda. Es bueno ver al político fuera de su zona de confort, enfrentar sus contradicciones y que de esa manera se pueda ver su valía. Es verdad que hay políticos a los que les cuesta mucho una entrevista de este tipo. Yo, por ejemplo, no he tenido en el plató ni a Rajoy, ni a Pedro Sánchez ni a la vicepresidenta del Gobierno.

¿Cómo ha cambiado desde que estuvo al frente de ‘59 segundos’?

-El verdadero cambio es que he sido madre en este periodo y creo que eso te condiciona. Me gusta pensar que intentar ser mejor madre me hace ser mejor periodista y ser mejor periodista me ayuda a ser mejor madre. En lo demás, sigo aprendiendo un montón de cosas. En el periodismo creo que la herramienta fundamental es la curiosidad. Tengo muchas lagunas sobre lo que ha pasado en nuestro país y con el nuevo proyecto lo puedo aprender. Otro aprendizaje del nuevo formato ha sido escuchar. Estamos hablando de historias humanas y eso es muy diferente al registro puramente político. Es verdad que dejarme a mí callada es difícil y me ha ocurrido muchas veces.

¿Hay algo de su carrera de lo que se arrepienta o que considere que ha hecho mal?

-Me falta paciencia, me faltan años de experiencia. Probablemente la impaciencia es todavía mi mayor defecto a la hora de afrontar una entrevista. Recuerdo una entrevista a Esperanza Aguirre que ella consigue embarrar porque yo también entro a responderle. Me cuesta mucho quedarme callada cuando sé que me están mintiendo, pero probablemente uno se retrata también sin necesidad de añadir nada más. Podría poner muchos ejemplos, soy un ser humano muy imperfecto y lo único que intento es que las imperfecciones vayan a menos o se maticen. Es una lucha constante que me motiva.-DNA