NUEVA YORK. "Había estado con la cabeza tan metida en los libros, los trabajos, los ensayos para El Hormiguero... que no me había dado cuenta del paseíto que me he pegado, y son ya 25 años", reconoció en una entrevista telefónica desde Los Ángeles, donde recibe el premio.

Piedrahita aseguró sentirse feliz y honrado de sumarse a una lista que integran los mejores magos del mundo, como David Copperfield, David Blaine, Dynamo, Penn & Teller, Dai Vernon o Juan Tamariz, el único español distinguido por la institución junto a José Frakson.

Según opinó el ilusionista, que lleva 11 años sorprendiendo con sus trucos en el programa "El Hormiguero" de Atresmedia, han "impactado" su trabajo en directo y la combinación de trucos de monedas y cartas con una magia de ilusiones ópticas, engaños visuales e "ideas innovadoras que no se habían hecho antes".

"La mayoría de los juegos son inventados por mí: están basados en la magia de los magos con los que me he formado, pero los planteamientos y estructuras son inventados", relató sobre su rutina, que "demanda mucho esfuerzo".

El programa, en el que aparece semanalmente, es una "máquina devoradora de contenidos insaciable", bromeó, pero en él la magia ocupa un "lugar especial" porque está íntimamente ligada a la esencia de la televisión, que tiene "mucho de creer en lo imposible".

Luis Piedrahita empezó a practicar sus propios trucos a los 15 años y, ahora que está a las puertas de la "Meca de la magia" y de pertenecer a un "club que es lo más parecido a Hogwarts" (la escuela de Hary Potter), con castillo incluído, recuerda con cariño sus inicios.

A pesar de haber hecho magia para superestrellas, desde Tom Cruise hasta Justin Bieber, atesora la primera vez que un amigo, el mago Román García, le "rompió la cabeza con un juego de magia que no sabía". Tras intercambiar varios trucos, ya se les "había metido el veneno en el cuerpo", bromeó.

Para el también monologuista y director de cine, el mejor truco para ser un buen mago es "conocer las normas para poder romperlas": estudiar a los maestros sin mirar el reloj y apoyarse en sus cimientos para después construir nuevas ventanas al misterio.

"Cuando uno siente verdadera pasión por lo que hace, el tiempo vuela: (...) lees, ensayas, compartes con otros magos, conoces a gente con quien intercambiar ideas, discutir... de esos debates sale la mejor manera de hacer magia", explicó.

"¿Cuánto tiempo ha pasado? -se preguntó Piedrahita-. A lo mejor una vida, y no te has dado cuenta porque has disfrutado tantísimo por el camino que no has pensado en ningún momento en la meta".