Willy Toledo es probablemente el actor más crítico del escalafón. Lo último ha sido su ácida critica al programa de ayer En tierra hostil de Antena 3 sobre Venezuela. Y no le falta razón. Primero porque el programa persigue sus objetivos independientemente de que en el camino se encuentre con otros. Si hay que decir que Venezuela es un país con índices de pobreza absoluta y una criminalidad insoportable para qué van a grabar en zonas donde eso no se produzca. Puede que el de En tierra hostil sea un periodismo vistoso pero no es precisamente la quintaesencia de la verdad. Quizá esa manía de forzar al máximo las situaciones sea lo que lastra su veracidad. Lo lleva aparentemente más al límite pero sin que una reflexión profunda le conceda mayor credibilidad que una conversación escuchada en un bar por cualquier turista de viaje por Caracas. Yo entiendo a Willy Toledo pero no que se meta con un tipo de periodismo que intenta sacar la verdad. Es posible que forzándola pero también es cierto que un formato así puede conseguir llevar a un espectador normal a vivir una situación como la que se pueda vivir en cualquier rincón del mundo donde las personas vivan atrapadas por el crimen y la miseria. Todos sabemos que no tenemos que ir tan lejos para grabar situaciones de desigualdad social como las mostradas por Tierra Hostil en África o América: guetos marginales de Madrid, Sevilla o Ceuta podrían igualarlas. Pero lo cierto, es que el programa nos permite seguir la pista a una problemática que existe en el mundo y que como tal nos interesa como ciudadanos del mundo. Es posible que En tierra hostil utilice ciertas artimañas propias del cine de suspense para meter la intriga en el espectador. Técnicas que buscan más el espectáculo que la información y la verdad propiamente dichos. Por eso, Toledo tiene razón pero los de Tierra Hostil también. Además ojalá sigan mucho tiempo mostrándonos el mundo.