Madrid - La joven armenia Lilit Manukyan, primera concursante de Pasapalabra cuya lengua materna no es el castellano, consiguió 318.000 euros del bote después de aprender español de forma autodidacta y dedicar “muchas horas” a empaparse de la cultura española, “como si fuera una oposición”. Ahora, a la espera de recibir el dinero de Telecinco y viajar a su tierra para ver a su familia, ha recuperado las lecturas que había dejado a medias -por ejemplo Los pilares de la Tierra- para estudiarse el diccionario, una dedicación que se trasluce en la conversación cuando introduce términos como “ignota” a la hora de referirse a su percepción de la historia española de los 80 y 90. Pero en su cabeza, que trabajaba “24 horas diarias” registrando todo tipo de conocimientos para el asalto al rosco de Pasapalabra, bulle ahora la idea de acudir a Saber y ganar, el histórico programa de TVE presentado por Jordi Hurtado, aunque sabe que “es más difícil, y será un gran reto” para ella si contestan finalmente a su petición.
Lilit, de 31 años, economista y titulada en Técnico de Comercio Exterior, lleva siete años viviendo en España tras dejar Rusia, donde está asentada su familia desde que ella tenía 15 años, cuando dejaron una Armenia todavía detrás del Telón de Acero en busca de un futuro mejor. Comenzó en Valencia, donde reside, como interna cuidando niños, y de momento no ha tenido suerte en lo suyo, por eso tiene planeado, después de viajar a su país y a Rusia a ver a su familia, dedicar parte de su premio a un “autoempleo”, seguramente en una agencia de viajes. “Me gustaría ahorrar una parte para gastarla cuando tenga hijos”, apunta, y explica que su marido, de nacionalidad española, sí tiene trabajo en una empresa de telecomunicaciones. “Nos parecemos mucho, él hizo oposiciones para su empresa y yo para Pasapalabra”, añade.
Un concurso en el que se sintió siempre bien tratada, una vez superada la extrañeza inicial en un casting que pasó “como todos”, y del que destaca a su presentador, Christian Gálvez, que es como “tu amigo del barrio”, muy cercano a los “plebeyos, los concursantes”, apunta. Lilit consiguió completar el rosco en su quinta etapa tras contestar correctamente con la palabra “ilécebra” a la definición “Halago engañoso, cariñosa ficción que atrae y convence”. Un acierto que sin duda es fruto de su dedicación al diccionario, del que llegó a aprenderse 50 palabras diarias. Siempre fue aficionada a los idiomas y a los “concursos de erudición, cultura general y agilidad mental”, apunta, aunque aprendió castellano viendo la televisión con subtítulos, de forma autodidacta. También repasaba “los roscos antiguos” y buscaba canciones de los años 80 y 90 en Youtube, porque sabía que ése era su “punto débil”. “En la época soviética no conocí nada de la cultura española, estaba cerrada para nosotros, España era para mí algo ignoto y tuve que aprender muchas cosas de aquellos años”, explica. Su hazaña le ha dado fama en su país y en su última etapa en Pasapalabra acudió al plató el embajador de Armenia. - Efe