VITORIA - A sus 27 años va consiguiendo despegarse la etiqueta de hijo del harrijasotzaile más famoso, Iñaki Perurena. Además de ser actor, tiene "una pequeñita productora".
En esta novela ya había muchas malas personas, pero que un médico con cara de bueno también sea un villano ha sido una sorpresa...
-(se ríe). Yo soy malo y retorcido, pero al mismo tiempo un chico encantador. He tenido que hacer tres personajes en uno, eso ha sido lo difícil y lo bonito.
¿Cómo ha sido esa evolución?
-Al principio, cuando apareció en Puente Viejo, Lesmes era una persona muy educada y muy inteligente, que controlaba mucho la Ciencia. Era el médico y anfitrión perfecto, que se llevaba muy bien con todo el mundo y sabía siempre qué decir. Asoma su maldad cuando se le empiezan a torcer las cosas (en el parto de María, cuando infecta los fórceps) y comienza a pensar un poco desde la locura. Además está manejado por otra loca, Jacinta; de la que al final es una marioneta sin escrúpulos. Si le dice "mata", él lo hace.
¿Cómo ha podido aliarse con ella?
-Más que amor es una atracción sexual. Por otra parte; ella, aun sabiendo que Lesmes está loco, le ha querido tal como es y él siempre ha sido una persona frustrada a la que nadie quería tal como era. Solo Jacinta. Por eso es tan fiel, hasta que se empieza a enamorar de Aurora y se inicia el triángulo amoroso.
Usted no tenía nada contra Aurora...
- Claro, era simplemente una fijación: quería camelarla para después matarla entre Jacinta y yo. Pero lo que ha sucedido es que me estoy enamorando de verdad. Es la única persona a la que no puedo matar, la única por la que tengo sentimientos. Lo he intentado varias veces pero no lo consigo.
¿Le gusta hacer de médico?
-Sí, aunque al principio fue un shock aprender tantas palabras, la forma de auscultar a los pacientes... en ese sentido me he visto bastante cómodo. A la hora de manejar el bisturí y demás instrumental he tenido que practicar un poco porque Lesmes pone mucho cuidado en todo y lo coge con muchísima finura.
¿Le gustan las series de médicos?
-He visto las que veía la mayoría, House, Hospital Central,... pero con El secreto de Puente Viejo he tenido mucha suerte: Lesmes no es solo un médico, es un psicópata, una persona que mata a la gente. Tiene muchísimas facetas, es el personaje de mi vida. No creo que voy a tener otro tan atractivo como él.
No puede acabar bien, pero no le dejarán contar nada, ¿no?
-La verdad es que bien no acaba, ja, ja, ja. Pero es de la mejor manera que puede hacerlo, no hay otra forma. Creo que a la gente le va a encantar.
¿Es agradecido hacer un papel entre malvado y loco? Usted nunca había hecho de 'malo'...
-A mí me ha encantado, aunque tiene momentos macabros. Yo nunca había sido el malo, mi personaje de Goenkale era un cielo. De cara a la galería Lesmes es encantador, pero cuando está solo asoma el malvado y con Jacinta es un lobo con piel de cordero. Me encanta que siendo yo grandote y corpulento y Jacinta una chavalita, me maneje tan bien.
No se le nota el acento euskaldun...
-Eso es lo que más ha extrañado en el País Vasco. He estado un poco encasillado como actor euskaldun, de hecho he trabajado más de cuatro años en Goenkale y nadie había apostado por mí en castellano hasta esta serie. El secreto de Puente Viejo me ha venido muy bien en este sentido. Marco las palabras, pero no tengo acento. Es un castellano muy neutro.
¿Qué tal se ha apañado con el 'puenteviejero'?
-Me ha costado bastante. Incluso ha habido momentos en los que he pensado el mérito que tiene la gente que intenta aprender euskera cuando a mí, hablando castellano perfectamente, me ha costado muchísimo memorizar algunas palabras. Una vez que me aprendía el texto, me parece que lo decía de forma bastante creíble.
Un chico que a los 16 años dijo que no quería estudiar más, ahora 'empolla' guiones de horas y horas...
-Muchísimas horas. Esto también ha sorprendido. Como que pueda ser tan malo con la cara de bueno que tengo. Creo que es un punto a mi favor.
Así que no dejó los estudios por falta de capacidad, sino de ganas.
-Se ha visto que sí, el carnet de conducir también lo saqué a la primera.
¿Le costó abandonar 'Goenkale', dejar de ser el ertzaina Ibon?
-Sí, a Ibon le cogí mucho cariño. Quería que el personaje terminara de una manera digna y por eso hice el sacrificio de compaginar los dos trabajos.
¿Fue mucho tiempo?
-Durante cinco semanas, eso fue lo más difícil: trabajar en Madrid y en Gipuzkoa a la vez. Por un lado el malvado Lesmes en un castellano tan antiguo y por otro, el buenazo de Ibon en euskera. Estaba dos días en Madrid, venía los miércoles a Goenkale, el mismo día regresaba y jueves y viernes grababa en Puente Viejo otra vez. También se me hizo muy duro ser uno de los veteranos en una de las series y el novato en la otra. He aprendido mucho de esa situación.
¿A su familia le ha gustado el papel de Lesmes?
-Les ha encantado. Mi madre está que no duerme y mi padre está muy sorprendido con mi castellano, no esperaba que fuera tan natural.
¿Cómo anda de proyectos?
-Me gusta mucho el trabajo de producción y tengo una pequeñita productora que estoy intentando levantar y también estoy aprendiendo a dirigir, pero actoralmente no tengo nada así que si alguien me quiere hacer una prueba... (se ríe)
No es por hacer un chiste, pero levantar una productora es más difícil que levantar una piedra...
-Sí, es muy difícil; pero me gusta tanto... Eso sí, no dejo la carnicería.