HAYtantos programas similares que nos tienen despistados. Todos se rigen por las mismas premisas. Unos actúan y un jurado emite su veredicto. Si cuando lo hace monta un numerito tipo Ángel Llácer, pues entonces mejor. Hablo de La voz, Tu cara me suena, Generación Rock, Uno de los nuestros... Un formato que inunda la tele y que convierte a los profesionales en críticos. Y uno está aburrido de tanto intrusismo. Porque uno puede entender que al médico Monzón (Gran Wyoming) le den un programa por su vis cómica. Uno tiene aceptado desde hace décadas que a la bióloga, la García Obregón, le den papeles de actriz e incluso de guionista porque vende más que nadie. Ya me los veo a estos jurados rellenando esta columna con tal de que alguien pueda vender lo que sea. Carlos Latre es imitador, pero lo mismo hace de jurado en Tu cara me suena que presenta Uno de los nuestros. Título éste que tiene cierto tufillo mafioso. Está claro que la tele es un coto cerrado donde siempre están los mismos. Al parecer se mantiene la máxima poco ambiciosa de "más vale malo conocido que bueno por conocer". Lo que no cambia es la relación cansina que tienen las discográficas en este negocio. Detrás de cada iniciativa televisiva hay alguien que quiere vender discos. Bueno, discos no, DVDs o como quiera que se le llama ahora. Como todos los años, Raphael se apunta sin problemas al sarao y graba con la Sinfónica de Bratislava (se ve que no había orquestas más cercanas como la pública de RTVE, por ejemplo) El Tamborilero. Un clásico que Ana Blanco nos anunció en gran exclusiva en su Informativo 1 "Raphael está grabando estos días..." y que tendrá su oportuna reproducción navideña. El mundo televisivo es hoy una pura repetición. Se suceden hasta la saciedad los formatos y, por si no hubiera suficiente, por Navidad, reponen la eterna marmota: Raphael.