VITORIA. Todavía se sorprende calculando la diferencia horaria para entrar en los Teleberris o pensando en dólares, pero se alegra de estar a solo dos horas de avión de la CAV y de poder ir andando al trabajo.
¿Cuántos meses lleva en la corresponsalía de Bruselas?
Cinco, pero me parece que llevo más porque han sido unos meses muy intensos de trabajo y de organizar mi vida en un nuevo país.
Después de trece años como corresponsal en Nueva York, ¿no ha sufrido un shock
Me han chocado muchas cosas, como que los dependientes en las tiendas no sonrían, la tranquilidad con la que va la gente andando por la calle, que no haya prisas para comer, que los edificios sean tan bajos y antiguos, que las tiendas cierren al mediodía y los domingos, que haya tantos coches pequeños...
¿Se fue con una pizca de nostalgia?
La nostalgia es inevitable, en total han sido 15 años en Nueva York, años muy enriquecedores profesional y personalmente. Lo que más echo de menos son los amigos.
¿Ya se ha acostumbrado a los nuevos horarios, comidas, tipo de trabajo...?
¡Es que todo parece diferente! Me estoy acostumbrando bastante rápido pero a veces cuando miro el reloj cálculo inconscientemente el cambio horario, como si estuviera en Nueva York. En Bruselas las previsiones informativas están muy organizadas y se saben de antemano, vivo menos pendiente de la última hora. Mis horarios también son más previsibles porque no hago radio. En cuanto a comidas, no me ha costado nada pasar del sándwich al bocata con pan recién hecho, y del café americano al italiano.
¿Qué se le está haciendo más cuesta arriba?
El papeleo que hay que hacer para instalarse en Bélgica, con las autoridades municipales de Bruselas y con el tema de la cobertura sanitaria.
La información de Bruselas se centra en las instituciones comunitarias. ¿Eso no es como hacer una especialidad o una carrera distinta?
Sí, la información comunitaria es una especialidad que ademas abarca la información política, la social, la económica... Todos los días las instituciones comunitarias toman una media de treinta decisiones y seguir todas es muy difícil. Además, hay que entender qué papel juega cada institución en la toma de esas decisiones y los intereses de cada país.
¿Ya le interesaban antes estas instituciones o era más bien euroescéptica?
Hace años estudié la Unión Europea en un máster porque es una asignatura obligada en el campo de las Relaciones Internacionales. El profesor de esta asignatura era euroescéptico a más no poder, como la mayoría de los estadounidenses, y a mí siempre me salía la vena europeísta. He estado siguiendo las informaciones relacionadas con la Unión Europea y con la actual crisis creo que es fácil volverse euroescéptico.
Sobre el terreno, ¿la crisis económica e institucional en la UE le ha parecido más grave de lo que se veía desde EEUU?
Desde aquí me ha parecido más grave. Me ha dado la sensación de que se han improvisado muchas cosas para hacer frente a la crisis económica y no se han medido algunas de las consecuencias. Pero en la historia de la Unión Europea ha habido más de una crisis institucional y el proyecto sigue adelante.
¿Le ha resultado difícil acostumbrarse a una dinámica informativa tan pautada y rígida?
Un poco sí, pero no se me ha hecho tan raro. La dinámica informativa de la Unión Europea se parece bastante a la de la ONU, el ritmo es similar.
Ya le ha tocado pasar horas y horas esperando el resultado de alguna cumbre. ¿Se hacen muchas amistades entre los colegas?
En las cumbres los periodistas pasamos muchas horas juntos y se hacen muchas amistades, es uno de los aspectos del trabajo en Bruselas que más me gusta, el compañerismo. Fuera de las cumbres también hay mucho contacto porque los periodistas nos movemos en dos o tres espacios comunes. En las cumbres toca esperar mucho a los resultados, a pesar de que los países ya traen casi todo negociado de antemano.
¿Lo más duro es traducir esa información a un lenguaje comprensible para los espectadores?
Sin duda. Entender y explicar sin tecnicismos en menos de un minuto decisiones complejas que afectan directamente a la vida de los ciudadanos es un reto y una gran responsabilidad.
Ahora tiene la ventaja del horario para entrar en los informativos. ¿Alguna más?
Por ejemplo, no me levanto tan temprano, aunque el día es más largo porque a veces no termina hasta las 10 de la noche. Más ventajas: que estoy a dos horas en avión de casa y cuando visito a mi familia no tengo jet lag. Bruselas te permite vivir en el centro, y puedo ir andando al trabajo.
El año que viene hay elecciones europeas, pero no son tan emocionantes como las presidenciales americanas. ¿Echará de menos las cuatro campañas que vivió en EEUU?
Echaré de menos el show mediático que se organiza en torno a los candidatos, pero no tanto el proceso electoral que es bastante repetitivo y largo. Las elecciones europeas serán una novedad para mí y las del año que viene se presentan muy interesantes por la crisis que está atravesando la Unión Europea.
Ha llegado justo a tiempo para un cambio de rey en Bélgica. ¿Le ha sorprendido?
Pues sí, no me esperaba tener que informar de un acontecimiento poco usual como la abdicación de un rey. Ha sido una experiencia nueva, nunca me había tocado informar sobre la monarquía.
¿Hay riesgo de llevar una vida endogámica, siempre entre corresponsales y sin tratar con la población local?
Sí, el riesgo es muy grande. La información comunitaria absorbe todo el tiempo entre semana y muchos periodistas aprovechan el fin de semana para ir a sus países. Además, no se siente la obligación de seguir lo que pasa en la ciudad o en Bélgica porque a los medios de comunicación no les interesa. Intento salir de la burbuja de la Unión Europea, descubrir también Bruselas y Bélgica.
¿La política belga también es muy complicada? ¿Nada que ver con el bipartidismo estadounidense?
El belga es un sistema muy complicado, el sistema electoral obliga a varios partidos opuestos lingüística e ideológicamente a pactar para formar Gobierno. La división del país entre las comunidades flamenca y valona es una constante, mientras Bruselas es la capital de la Unión Europea.
En Moscú paseaba por Gorky Park y en Nueva York por Central Park. ¿Ha encontrado algún parque que le guste en Bruselas?
Por el momento paseo por el parque del Cincuentenario.
Por lo que ha visto hasta ahora, ¿los belgas saben más de los vascos que los estadounidenses?
Muchísimo más, sobre todo en el caso de los flamencos.
¿La comunidad vasca en Bruselas es amplia o se reduce a algunos funcionarios y muchos turistas?
La comunidad es variada, hay funcionarios, descendientes de la emigración de la postguerra, turistas, becarios...