vitoria. Elena Ortega nunca recomendaría los lugares que salen en el programa para unas vacaciones salvo que a alguien le gusten las emociones muy fuertes. El espacio de Cuatro recorre con residentes españoles escenarios donde la vida se complica por conflictos con el narcotráfico, por temperaturas muy bajas o por la exposición a fuertes radiaciones nucleares, entre otras circunstancias. El país más peligroso de todos los que ha recorrido ha sido México.

¿Cuál es el concepto de este programa? ¿Que puede descubrir el espectador viéndolo?

Hemos recorrido algunas de las zonas más complicadas del planeta; lugares difíciles e incómodos donde la supervivencia se convierte en todo un reto en la mayoría de las ocasiones. Vamos a descubrir cómo el ser humano es capaz de adaptarse a todas la situaciones, a escenarios que parecen a priori imposibles.

¿Por ejemplo?

Vivir a cuarenta grados bajo cero, acostumbrarse a vivir en las faldas de un volcán que cada dos por tres erupciona y hay que salir corriendo, acostumbrarse a vivir entre tiroteos y salir a la calle con dos o tres cadáveres enfrente de la puerta de tu casa o tener que cambiar la rutina para ir al trabajo porque te están extorsionando.

¿A qué se dedica esta gente que vive en condiciones extremas?

Hay de todo. No contamos las historias de gente que se ha marchado dejando aquí el paro y atendiendo a ofertas maravillosas, algunas son todo lo contrario. Tenemos a Raúl, que es ingeniero en Chernóbil y aquí tenía trabajo, estaba bien pero le ofrecieron una oportunidad.

¿Trabajar en Chernóbil es una oportunidad?

Según cómo lo mires. Él está trabajando en el sarcófago que cubre el reactor que explotó. Se está haciendo uno nuevo porque se han producido más fugas, a pesar de que está totalmente desaconsejado vivir y trabajar dentro de la zona contaminada.

¿Por qué lo hace?

Eso le pregunté yo. Él tiene su familia en Madrid, está casado, acaba de ser padre... es raro que alguien lo deje todo y se vaya. Él dice que participar en la construcción de ese sarcófago ayuda a salvar muchas vidas. También tenemos a una chica joven que se ha ido a Siberia a vivir de lleno la cultura de la gente de allí.

¿Qué otro países ha visitado?

En México hemos estado con Marc Crosas, un exfutbolista del Barça; está jugando en el Santos Laguna. Monterrey es ahora mismo una de las ciudades más peligrosas del mundo y no puede salir a la calle con normalidad. Lo lleva fatal, echa de menos pasear, salir libremente...

¿Podríamos decir que las personas que han participado en sus reportajes son aventureras?

Si no lo fueran, no podrían vivir en esos sitios. Estoy acordándome de Pilar, una monjita que tiene 75 años y vive en el Amazonas con una tribu. En ese lugar había un porcentaje de humedad del 95%. Yo no podía conmigo misma, estaba todo el día sofocada, agotada, desmayada. Esta mujer tiene malaria, sufre recaídas cada seis meses y si quiere ir a hacer la compra, tiene que coger un barco y navegar doce horas, come carne de mono, no tiene agua potable... Todo lo que hace esta mujer es una aventura.

¿Cómo vivió usted la grabación del programa?

Lo he pasado mal en cada zona que hemos visitado, sobre todo en México. Allí pasamos bastante miedo. Cuando llegas a Ciudad Juárez te dan normas, sobre todo siendo periodista y mujer.

¿Qué consejos le dieron?

Si vas en coche no discutas con nadie; no mires a los ojos a la gente; en los semáforos no te pares en paralelo con ningún coche; si echas gasolina hay que hacerlo con el motor en marcha...

¡Qué presión!

Constantemente estás oyendo el ruido de las sirenas de la Policía, de las ambulancias. De repente, te cortan un calle porque ha habido un tiroteo y hay cinco chicos muertos delante de ti. Estuvimos haciendo un reportaje en una discoteca y a los dos días hubo un tiroteo y mataron a varios chavales.

¿Qué piensa en esos momentos?

Es cuando te planteas realmente eso de ¿qué hago yo aquí?

Usted también necesita un espíritu aventurero, ¿no?

México es el lugar en el que más miedo he pasado, pero también tenía subidones de adrenalina con otros reportajes y cuando llegaba al hotel me temblaban las piernas.

Ningún lugar que recomiende de vacaciones, ¿no?

Ja, ja, ja... Por supuesto que no, esto no tiene nada que ver con Callejeros viajeros o Españoles en el mundo. Son lugares casi imposibles.