Donostia. Karlos Arguiñano (Beasain, 1948) presentó ayer su nuevo libro, Como en casa, que hace el número treinta y ocho. Todo un guiño a la cocina sencilla, a lo cotidiano y con los trucos suficientes para conseguir unos "platos con mucho fundamento". El mediático cocinero de Antena 3 se mostró en estado puro, tal cual es delante y fuera de la pantalla, con chistes incluidos y con críticas muy serias a quien gobierna y permite "que haya niños desnutridos y niños que mueran de hambre. Escogió para la presentación el Basque Culinary Center de Donostia e hizo las delicias de los alumnos que asistieron y del resto de los invitados. Estuvo arropado por sus compañeros de profesión: Andoni Aduritz, Juan Mari Arzak, Pedro Subijana, Ramón Roteta y Juan José Castillo, entre otros. Pero no solo les invitó para recibir su aplauso, les hizo partícipe del éxito colectivo de la cocina vasca y, barriendo para casa, de la guipuzcoana. También les obligó a cantar con él y montar un pequeño y entretenido show.
Le gusta la televisión a rabiar, "fíjate que yo pensé cuando empecé en ETB que aquello duraría dos meses y luego me iría a mi cocina; pues no, casi veinticinco años llevo en esto de la tele y te puedo decir que cuando estoy una semana sin grabar, echo de menos todo y quiero que me maquillen. ¿Te puedes creer que echo de menos hasta el maquillaje". Hablar con Arguiñano es una fiesta de carcajadas. A sus espaldas cinco mil horas delante de la pantalla. Si reconducimos el tema hacía los fogones y sus recomendaciones, vuelve la risa y la sonrisa porque Arguiñano disfruta con la cocina y quiere que los demás disfruten como él: "No tengas miedo a cocinar. Descubrirás la libertad que te da el comer lo que a ti te gusta y como a ti te gusta...", es su alegato para animar a los más indecisos.
El libro, lo mismo que su cocina televisiva, invita a cocinar a los novatos, a los que miran con recelo pero que también necesitan comer: "Esos chicos y chicas jóvenes que se van a vivir solos, para parejas que empiezan, porque lo de los cariños están muy bien pero a los cuatro meses, si la comida no es con fundamento, echan de menos a las madres. Además, el único placer con los pantalones puestos está en la mesa", señaló a este periódico entre carcajadas.
Lleva cincuenta años entre fogones de forma profesional, de ellos la mitad dando la cara en televisión donde tiene un público fiel. Pero Karlos sabe lo que es la cocina desde niño porque a los siete años ya ayudaba a su madre: "Como estaba impedida y yo era el mayor de los hijos, era el que le echaba una mano en la comida que había que preparar para la familia. Figúrate desde cuando llevo trasteando con pucheros". Su simpatía, su desparpajo y su naturalidad ante las cámaras le ha convertido en un objeto de deseo para las cadenas de televisión.
Sus primeros pasos los dio en Euskal Telebista en un momento en el que los cocineros brillaban por su ausencia en televisión. La aceptación fue tal que solo duró un año porque al siguiente lo fichó Televisión Española. Su siguiente escala fue Telecinco a donde llegó en 2004. En esta cadena estuvo seis años hasta que en 2010 se fue a Antena 3.