Vitoria. Empezó en La Sexta en julio de 2006. Este verano releva a Antonio García Ferreras con el programa en ascenso continuo y con un panorama que puede definirse como el espacio que presenta.
La actualidad quema
Los periodistas que llevamos años ya tenemos experiencia de que en verano te encuentras con las cosas que menos te imaginas, que agosto puede ser un infierno de noticias... y ahora más que nunca.
Para usted no son nuevos ni ese plató, ni esos contertulios...
Yo formo parte del equipo de todos los programas de La Sexta Noticias. Estoy metido sobre todo en la edición de los informativos del mediodía, pero siempre estoy pendiente de Al rojo vivo porque sé que en cualquier momento puede tocarme sustituir a Antonio (García Ferreras). Estar en Al rojo vivo te obliga a tener mil ojos en toda la actualidad política y económica. Pasar de la edición de un informativo a un programa como este exige un esfuerzo periodístico y un cambio de clavija que por un lado es apasionante pero por otro lado es agotador.
¿Es muy diferente estar delante o detrás de la cámara?
Un editor es un periodista que tiene que saber titulares de todo, tiene que confeccionar un menú con las noticias que considere importantes y además que sea atractivo. En cambio, en Al rojo vivo lo que hay que intentar es hacerse muchas preguntas sobre la actualidad política y antes hay que prepararlas mucho. Exige una inmersión total en ese mundo.
¿Le atrae ser presentador de vez en cuando?
Siempre he estado detrás de las cámaras, en los informativos o en La Sexta Columna, y resulta tan apasionante o más que estar delante. No mato por presentar un programa, pero que me den la oportunidad de hacerlo en pequeñas dosis es una fórmula perfecta. De vez en cuando tengo la suerte de contar cosas a cámara, que es algo para lo que un periodista de televisión siempre debe estar preparado.
Cuando a un editor le toca presentar, ¿se da cuenta de cosas que no veía antes?
Sí, pero lo más bonito es poder contar algo que está pasando en ese instante. Es el momento supremo del periodismo televisivo: contar algo que estás viendo en las imágenes que te llegan o narrar lo que te están contando a través del pinganillo. Estar allí para contarlo y que te salga dignamente es una satisfacción muy grande.
¿El ascenso del programa, punto a punto, se debe a que de verdad la gente quiere información?
Desde que empezó en septiembre en La Sexta, la audiencia siempre ha ido hacia arriba. Tiene una evolución como yo no había visto en ningún programa. Somos una cadena muy modesta y no son cifras exorbitantes, pero no creo que haya un ascenso porcentual tan grande en ningún otro espacio informativo. Se destierra para siempre la idea de que a la gente no le interesa la política en televisión. Además ahora demanda mucha información sobre lo que está ocurriendo con la crisis mundial y sobre todo con España. Los ciudadanos buscan distintas voces que se lo expliquen y las están encontrando en Al rojo vivo. Además, Antonio García Ferreras lo vive tanto que se lo transmite muy bien al espectador.
¿Cuanto peor va el país mejor va el programa?
Esa es una formulación un poco demoníaca (se ríe). Yo diría mejor que la gente tiene mucha necesidad de saber qué está pasando con su país y según empeoran las circunstancias les interesa cada vez más. A eso se debe el ascenso de estos meses. Cuanto menos entendemos lo que está ocurriendo, más nos preocupamos por buscar respuestas. Al rojo vivo intenta encontrarlas tanto desde posiciones conservadoras como progresistas y siempre tenemos expertos que nos ayuden a entender algo que no comprenden ni los grandes pensadores.
¿Los espectadores piden respuestas y ustedes hacen las preguntas?
Sí, al final las preguntas que se hace la gente son las que estamos haciendo en el plató. Tratamos de poner encima de la mesa las dudas que puede tener cualquiera.
¿La gente demanda sólo información o necesita opinión?
No solo información u opinión, no es solo eso; quiere interpretación. La gente necesita que se le interprete qué está pasando y lo intentamos preguntando a nuestros expertos.
¿Puede molestar a alguien que se empeñen en dar tantas explicaciones?
Podría ser, pero quienes pueden sentirse molestos tienen tantas cosas en qué pensar que la última que les puede preocupar es qué está haciendo La Sexta. ¿Qué le molesta a alguien? Para eso estamos aquí.
¿Qué tipo de conductor es usted?
Yo intento que sean los contertulios los que reflejen el contraste de pareceres, que se interrumpan ellos mismos... En ese sentido soy mucho más moderado que Ferreras, entre otras cosas porque él sabe mucho más de esto. Él maneja tan bien los entresijos de la política que sí tiene la capacidad de ser un actor más dentro del programa. Antonio se apasiona y se pone verdaderamente al rojo vivo.
Es chocante hacer un programa con ventanitas para el Ibex y la prima de riesgo. ¿Las vigila mientras conduce el programa?
(Se ríe) Afortunadamente tengo el milagro del pinganillo que me va contando cómo evolucionan las cosas. De todas formas, un periodista de televisión tiene la cabeza distribuida para poder mirar cómo va la prima de riesgo en la esquina superior izquierda, con la pantalla partida escuchando a los invitados y viendo las imágenes que se producen en ese momento y a la vez dando las indicaciones de a dónde va a ir un minuto después. Es verdad que hace 20 años nos decían que no había que manchar la pantalla con rótulos. Todo esto ha cambiado y ahora se puede ver simultáneamente la imagen del plató, lo que está ocurriendo fuera, un indicador económico y un rótulo que cuenta otra cosa distinta... y el espectador se entera perfectamente de todo.
Los periodistas tendemos a pensar que el momento que vivimos es el más trascendente. ¿Ahora es cierto?
Totalmente. Da igual que lleves 30 años de profesión, que hayas visto la caída del Muro de Berlín, la guerra en Kuwait o Irak o los tiempos durísimos de los atentados de ETA, cuando pensábamos que nada podía ser más sobrecogedor. Como situación de incertidumbre sobre el futuro de un país nunca habíamos visto una coyuntura así. ¡Y lo que nos queda por ver!
¿Los medios estamos a la altura de lo que sucede? ¿Cómo lo estamos haciendo?
Unos mejor que otros, como siempre. Yo creo que es el momento de hacernos muchas preguntas, de llamar a las cosas por su nombre y muchas veces tengo la sensación de que algunos medios hacen como Houdini y son capaces de escapar de los problemas muy hábilmente. Pero los problemas están ahí. Si no los quieren contar, peor para ellos, porque el espectador es inteligente y no se le puede engañar.
¿La Sexta Columna
Sí, su éxito se debe a lo mismo que el de Al rojo vivo: la gente necesita interpretación de lo que está pasando. En formato de gran reportaje, este espacio vuelve a poner sobre la mesa los problemas como son, sin edulcorar la realidad actual.