HAY algo trágico en que Zapatero no se presente como candidato. Recuerda al filme La decisión de Sophie. La protagonista interpretada por Meryl Streep tenía que elegir entre los dos hombres que le habían pedido en matrimonio. Televisivamente José Luis Rodríguez Zapatero no es un personaje atractivo. Para serlo necesitaría haber trabajado más la cercanía en las numerosas entrevistas que le han realizado, primero como jefe de la oposición y luego como presidente del Gobierno. Es muy posible que entre las decisiones de Zapatero esté la de no aprovecharse del poder mediático de las televisiones. Los que le criticaron por hacer posible Cuatro y La Sexta no cuentan. Se olvidan que previo a la creación de esas nuevas cadenas el PP venía de manipular hasta la extenuación los medios públicos y de meter capital privado con el que controlar las cadenas privadas. Desde el punto de vista de la libertad de expresión en la tele, Zapatero es referente. No hay más que ver el actual clima que ofrece el ente RTVE y recordar aquel que encumbró a Urdaci. Zapatero recuperó para la ciudadanía los debates televisivos que el PP había liquidado en burda maniobra por perpetuarse en el poder a costa de controlar la mayorías de los medios de comunicación. A Zapatero se le recordará por muchos planos televisivos como los que encabezaba las manifestaciones de No a la guerra o quien reivindicó la celebración del Quinto centenario de El Quijote como única aportación al debate del Estado de la Nación ante el entonces presidente Aznar que, por cierto, se quedó flipado. El hombre de las cejas de cómic que tanto parecido Mister Bean; aquel listillo que dijo que el café valía 85 céntimos. No sé. Ayer me recordaba a Meryl Streep tomando una decisión inquebrantable y, al mismo tiempo, equivocada. La tele del futuro lo dirá.