En Álava, hablar de desarrollo rural es hablar de cooperativas. En un año donde las reglas del comercio parecen haber saltado por los aires, el cooperativismo es una estrategia colectiva que garantiza a pequeñas explotaciones agrarias y ganaderas una viabilidad económica, al tiempo que fomenta la cohesión territorial y la soberanía alimentaria. No se trata de vender mejor, se trata de mantener vivo el tejido rural.

Las cooperativas agroalimentarias son estructuras democráticas donde cada persona socia –productora, trabajadora o consumidora– participa en las decisiones clave. Esta gobernanza compartida aleja al sector primario de las dinámicas especulativas y prioriza el valor social sobre el beneficio inmediato. Los márgenes se reinvierten en la comunidad: en innovación agrícola, modernización de instalaciones, relevo generacional o empleos estables.

Cooperativas en Álava

Afortunadamente, en Álava, contamos con ejemplos que hablan por sí solos. Udapa es uno de ellos. Esta cooperativa, especializada en patata de calidad y referente estatal en el sector, ha superado los 30 años de existencia, apostando por un modelo integral. Ha introducido variedades como la Beltza (patata morada desarrollada con Neiker). Este año, han aumentado su superficie de cultivo en un 10%.

Euskaber es otra cooperativa que agrupa a cerca de 40 baserritarras con granjas de producción de huevos camperos en Euskadi, varias de ellas en Álava. Sus productos cuentan con el sello Eusko Label y destacan por el bienestar animal, la producción de cercanía y una gestión respetuosa con el entorno.

En el sector ganadero, destaca la cooperativa Behi Alde, en Oleta, que gestiona la mayor explotación de vacuno de Euskadi. Con más de 1.000 cabezas de ganado, tiene un modelo de producción intensiva pero comprometida con la sostenibilidad, el empleo rural y la economía de cercanía. Y, en el lácteo, Kaiku S. Coop. incluye entre sus más de 300 ganaderos socios a explotaciones alavesas, distribuyendo 170 millones de litros de leche anuales, toda de origen local.

De trabajar en la oficina a ser baserritarra

De trabajar en la oficina a ser baserritarra Aitor Álvarez

Consumidores responsables

Como consumidores, elegir productos cooperativos es más que una decisión gastronómica, es un acto de corresponsabilidad. Cada patata de Udapa, cada vino de Labastida o cada litro de leche comprado en un comercio es una apuesta por el territorio, por condiciones laborales dignas y por una economía que redistribuye y no excluye.

Las cooperativas son –y seguirán siendo– una infraestructura esencial para sostener el campo, garantizar alimentos locales con garantías y ofrecer futuro a quienes quieren vivir de la tierra. En Álava, cada vez más personas lo entienden. Y lo practican.